
Una de esas frases que han acompañado a los mercados en los últimos años es la de que "cuando China estornuda, el mundo se resfría", que sirve para ejemplificar la importancia, y cada vez mayor, del gigante asiático en la economía mundial. Y en esta ocasión, ha sido así, literalmente.
La crisis del coronavirus se inició en China y no encontró obstáculos para propagarse por el resto del globo, azotando especialmente al Viejo Continente, por lo que el hecho de que China ya haya empezado a recuperarse puede ser un amarre al que agarrarse mientras el barco se hunde.
No obstante, la recuperación de la economía china no va a ser inmediata ni completa, tal y como muchos expertos vaticiban al comienzo de esta crisis. Eso es lo que cala de los últimos datos de actividad publicados en China.
La producción industrial en febrero cayó un 13,5%, las inversiones en activos fijos un 24,5% y las ventas minoristas un 20,5% con respecto al mismo mes de 2019. Además, la tasa de desempleo avanzó hasta el 6,2%, lo que supone el nivel más alto desde que se recogen estos datos. Todo indica que el PIB del primer trimestre se contraerá por primera vez desde 1989. "Los datos han sido incluso peores de lo esperado y creemos que continuarán también durante el mes de marzo", señalan desde Nomura. "Comenzó como un shock de oferta pero acabará como un problema de demanda externa", añaden.
Desde ING apuntan que "a medida que el virus se extienda por todo el mundo, las cadenas de oferta y demanda global se resentirán y pesarán sobre las importaciones y exportaciones en China en los próximos meses". De hecho, desde el propio gobierno asiático reconocen que "el crecimiento de la economía y el comercio global puede ralentizarse y tener un fuerte impacto en la economía china".
Contagio europeo
Lógicamente, de la recuperación de la economía china depende en parte la del resto del mundo y la de Europa en particular. "El parón de la economía en Italia, en España y, en menor medida, en Francia, puede ser calibrado con los datos procedentes de China, que han sido mucho peores de los que llegaron a ser en la crisis financiera de 2008", explica Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum.
De hecho, ya empiezan a haber previsiones con respecto a lo que el coronavirus supondrá de cara al crecimiento económico global en el conjunto del año que, recordemos, se esperaba que fuera superior a los 3 puntos porcentuales. Desde Aberdeen Standard Investments son rotundos: "Habrá que esperar hasta finales de 2022 para que el PIB mundial recupere los niveles previos al coronavirus". Pese a esto, los expertos de la gestora escocesa sí creen que "se evitará la recesión técnica y este año se cerrará con un crecimiento mundial del 1%, viendo un rebote en forma de 'U'".
Reduce las exigencias de capital
Al igual que ya hizo el Banco Central Europeo la semana pasada y la propia Reserva Federal en la tarde del domingo, el Banco Popular de China también ha rebajado las exigencias de capital que los bancos minoristas chinos deben tener en su reserva, liberando así algo más de 70.000 millones de euros (550.000 millones de yuanes). No obstante, mantuvo los tipos de interés en el 3,15% y no hay previsión de que los vuelva a bajar en el corto plazo.