
Rob Lind es el economista jefe de una de las mayores firmas de inversión del planeta, Capital Group, compañía estadounidense que gestiona en torno a 1,9 billones de dólares en activos.
Teniendo en cuenta el contexto económico, político y social que atravesamos actualmente, la opinión de un economista puro de este calibre se presenta muy interesante para los inversores. Lind considera que todavía queda recorrido de crecimiento para la economía estadounidense y que las amenazas más inmediatas son un hipotético repunte más fuerte de lo esperado de la inflación, además de los mercados financieros, donde las valoraciones son ahora elevadas. Sin embargo, mirando más a largo plazo, cree que los problemas de fondo, el bajo crecimiento y la falta de productividad de las economías occidentales están lejos de resolverse.
Hemos visto signos de recesión en EEUU en 2019, con la curva invertida, por ejemplo. ¿Cree que el país va a evitar la recesión en el corto plazo?
En general, nuestras perspectivas para 2020 son que la economía estadounidense va a vivir un rebote, no algo enorme, pero gran parte del frenazo de 2019 ha sido por el impacto del final de los estímulos fiscales del año anterior. El contexto externo tampoco ha ayudado, y ha habido problemas para los exportadores, particularmente en el sector industrial, pero esperamos que en 2020 esto se vaya diluyendo. Seguimos siendo bastante positivos con los fundamentales que presentan los consumidores estadounidenses, que tienen muy buen aspecto.
Si se produjese, ¿podría ser larga e intensa, o no sería tan grave en esta ocasión?
Es muy difícil imaginar que vayamos a tener otra recesión como la de 2007-2008. Entonces había una lista de problemas muy específicos, que se convirtieron en globales. Ahora no veo ese tipo de desequilibrios en EEUU. Sí, hay algo de endeudamiento excesivo, pero creo que esa deuda no debería ser un problema, si los tipos se mantienen relativamente bajos. Creo que los problemas que podrían llegar son, o bien un problema por la parte de la inflación, que no es imposible, pero de momento no hay muchas evidencias de que se vaya a producir. La otra preocupación gira en torno a los mercados financieros. Estos han corrido mucho en los últimos años, es un mercado alcista muy largo en bonos y bolsa, y eso nos lleva a pensar que podría ser un problema. Pero con los tipos bajos y sin problemas de inflación, esas valoraciones son más sostenibles.
¿Qué opina de la economía europea?
En Europa hay muchas tendencias muy diferentes. Hay países, como España, por ejemplo, que han crecido a un ritmo bastante fuerte, y en los que el crecimiento está ahora empezando a frenarse, en parte por la incertidumbre política y en parte de forma natural, volviendo a su media histórica. Francia todavía crece bastante fuerte, y los dos países que han sido un freno para el crecimiento de la zona euro han sido Alemania e Italia. Hasta cierto punto, esto refleja factores comunes. Son los dos países más expuestos a las exportaciones, particularmente de bienes de capital a China, y eso ha sido un foco de problemas. Otra cosa que ha pasado en Europa, particularmente en Alemania, es la preocupación por el sector de automovilístico. Creo que ahora estamos en el peor momento en este frente, y que no va a ir a peor.
¿Cómo cree que terminará el conflicto entre China y EEUU, y quién considera que está sufriendo más?
Creo que, claramente, teniendo en cuenta las posiciones de ambos países, se llegará a algún acuerdo en algún momento. Creo que el presidente Trump reconoce que debe calmar las cosas de cara a las elecciones y que la economía esté sólida. En cuanto a quién sale más perjudicado, es muy complicado. Creo que dependerá de quién absorbe el impacto de los aranceles: si las em-presas chinas suben los precios, serán los consumidores estadounidenses. Si los mantienen, será China quien más sufrirá.
¿Qué se puede hacer para intentar aumentar el crecimiento y la productividad en Occidente?
Creo que ese es el problema al que se enfrentan los políticos, que es una cuestión muy compleja de resolver. Yo soy del norte de Inglaterra, una zona que votó Brexit. En esta zona, muchos ciudadanos han perdido sus trabajos en la industria del metal, o del carbón. Esos trabajos no volverán, y la gente sigue viviendo ahí. ¿Cómo resuelves eso? El problema para cualquier político es que son problemas muy entrelazados. Es algo que requiere que cambien muchas cosas. Inversiones en infra-estructuras en las regiones más pobres; impulsar que la gente de esas zonas consigan trabajo, o que se muevan a otras zonas para conseguir trabajo. Es un set de problemas muy complejo, y también muy caro de resolver. El tema es que los políticos piensan, "bueno, si hago esto, podría dar resultados en 10 años, y yo no me voy a beneficiar de eso". Ese es el gran reto político. Existe una necesidad de pensar estratégicamente, a largo plazo. Si bien yo soy optimista para la economía en el próximo año o dos, creo que estos problemas de largo plazo no van a desaparecer.