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La decadencia europea: por qué las bolsas del continente no suben como las del resto del mundo

  • Los retos de una Europa 'acorralada' para que su bolsa sea más competitiva
La bolsa europea está en decadencia
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Europa decae. Desde que terminó la crisis financiera, las bolsas del Viejo Continente no han conseguido seguir el ritmo de crecimiento que ha mantenido el resto del mundo y se han quedado atrás frente a otras plazas. El envejecimiento de la población; la falta de innovación tecnológica y escasa presencia de compañías europeas en la llamada revolución digital; el peso excesivo de compañías de la llamada vieja economía; el efecto depresor del exceso de gasto público por intentar compensar la baja productividad; la falta de competitividad e intentar esconder el reto demográfico con políticas monetarias son los grandes problemas, según los expertos, que Europa debe resolver si quiere recuperar su esplendor.

El desafío es grande, para una Europa acorralada por otras regiones que están mostrando más dinamismo. El Continente debe reaccionar para evitar caer en decadencia en el nuevo orden mundial, como le ocurrió al Imperio Romano hace 7 siglos.

La bolsa europea no sigue el ritmo del mundo

Que Europa está perdiendo atractivo para los mercados globales es evidente cuando se analizan los retornos que se han conseguido con distintas bolsas a lo largo de todo el mundo. Desde los mínimos que se tocaron tras las crisis financiera de 2008, el S&P 500 estadounidense ha subido un 435% incluyendo el impacto de la divisa, mientras que el selectivo tecnológico estadounidense Nasdaq 100 se ha revalorizado un 830% en este periodo. El índice de bolsa mundial MSCI World, incluyendo dividendos y en euros, suma un 380% desde la crisis. De la misma forma, el Nikkei 225 japonés con dividendos sube un 295% y el selectivo de bolsa emergente MSCI EM Total Return (con dividendos) suma un 245% en euros. Estas subidas, si se comparan con las que ha experimentado la bolsa europea, dejan claro que Europa no está siendo rival en absoluto. El EuroStoxx 50 con dividendos suma un 184% desde la crisis, mientras que el Ibex 35, especialmente cargado de sectores de la vieja economía, ha subido un 132,5% con dividendos desde los mínimos de 2009.

Cuando Pascal Riégis, gestor principal del Oddo Avenir Europe, un fondo de empresas europeas de mediana capitalización, muestra el peso que tiene Europa en los negocios en los que el producto está invertido (empresas europeas, en todos los casos), llama la atención cómo las compañías en las que él invierte están alejándose poco a poco del Viejo Continente, a la hora de hacer negocios. El fondo de Riégis es un ejemplo de la reacción de los inversores ante la debilidad europea: en 2008 la región suponía el 58% de la exposición de las empresas del fondo, mientras que ahora, después de caer paulatinamente desde la crisis, se mantiene en el 44%, (en 2012 y 2015 llegó a ser del 42%).

El experto explica porqué cree que se está produciendo esta situación en las empresas de su fondo: "Nuestra exposición se basa en el stock picking. La caída del peso de Europa en el negocio de las empresas de nuestros fondos es consecuencia de la globalización", señala. Para él, además del componente demográfico, "el peso de Europa como porcentaje del PIB mundial está cayendo porque China, India y Estados Unidos crecen más que Europa al haber generado más innovación y estar más presentes en los sectores más tecnológicos, como la biotecnología", destaca. La conclusión es clara: "Si inviertes en empresas europeas con mucho peso en Europa vas a tener menos crecimiento y nosotros queremos ser parte de la globalización", señala Riégis.

Las causas de la debilidad

En la era de Internet, cuando el mundo está viviendo una transformación digital profunda que ha hecho que los nuevos gigantes de la bolsa mundial sean las empresas tecnológicas estadounidenses como Amazon, Facebook, Alphabet, Netflix, Microsoft o Apple, la escasez de compañías líderes en este sector es la principal causa de la debilidad que está mostrando la bolsa europea, según la opinión de los expertos.

Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep, un asesor financiero automatizado que combina el trabajo de un algoritmo con el del equipo humano, considera que "lo más preocupante está siendo perder posicionamiento y, desde luego, liderazgo, en la revolución digital". Para él, la situación actual se asemeja a la que hubo cuando se produjo la primera revolución industrial: "Imagina las consecuencias económicas de haberse perdido la revolución industrial. Está claro que Europa no hubiera sido lo que es. En el mejor de los casos, Europa ahora está teniendo un papel muy secundario, frente a Asia, y sobre todo frente a Estados Unidos", explica el experto.

El problema es que Europa tampoco es competitiva en otros campos, en su opinión. "Si seguimos así, la economía europea corre el riesgo de quedarse estancada en una economía analógica, exportadora de bienes, y en ese campo tenemos muchos competidores, con mano de obra barata en otros lugares. Si competimos en precio y en mano de obra, no tenemos nada que hacer frente a los emergentes. Podemos competir en talento, en conocimiento e innovación, como hace Estados Unidos, pero no lo estamos haciendo" y señala cómo "estamos en una situación mucho más complicada de lo que perciben los ciudadanos europeos y, desde luego, sus dirigentes".

Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, coincide con la opinión de que la UE no está enfocando bien su estrategia en el contexto de la revolución digital. "La Unión Europea tiene una posición completamente equivocada con respecto a la tecnología. Está basada en dos factores muy dañinos: no generar ningún tipo de incentivo para el proceso de enriquecimiento y de fortalecimiento de las startups, que nunca llegan a convertirse en grandes empresas tecnológicas. En segundo lugar, tiene una concepción casi japonesa de sostener a toda costa los mal llamados campeones nacionales, penalizando a aquellos que puedan erosionar su posición. Mantiene a empresas dinosaurio de manera artificial e impide el crecimiento de las empresas que pueden convertirse en grandes campeones en el futuro", señala el economista.

Europa sigue los pasos de Japón

Un mantra repetido por muchos economistas es la semejanza de la situación de la eurozona con la de Japón, una economía envejecida, como la europea, que lleva décadas tratando de impulsar la débil inflación. "Ya somos el próximo Japón", destaca Lacalle, quien avisa que "estamos cometiendo los mismos errores: mantener sectores obsoletos vía subvenciones, mientras penaliza a los productivos con la fiscalidad, además de tratar de eliminar el reto demográfico y esconderlo a través de la política monetaria", explica, y también destaca cómo Europa "no cuenta con los elementos positivos que tiene Japón, como la disciplina, la fortaleza de las empresas en su posición internacional y el enorme ahorro en moneda extranjera que han acumulado", señala el economista.

Desde Deutsche Bank trazan las similitudes que existen entre Europa y Japón y consideran que, al margen del problema demográfico, las dos regiones presentan algunas diferencias: "Europa podría ser diferente. Por un lado, la reacción europea a la recesión fue más proactiva, y por otro, el contexto es muy diferente, ya que el entorno actual de menor globalización y más populismo podría generar más inflación en el futuro de la que experimentó Japón". Además, señalan cómo "si el populismo se centra en dirigir políticas hacia la población que se ha quedado atrás, la impresión de dinero siempre se puede usar para financiar este gasto, si hay interés político". Todo esto le lleva a considerar que "la inflación ultra baja puede no ser inevitable en Europa, a pesar de que tengan que lidiar con una demografía negativa en este sentido", explican.

Eso sí, el banco alemán quiere dejar claro que, aunque el contexto no sea el mismo, "Europa sigue siendo muy vulnerable. La heterogeneidad de sus miembros y la falta de unión fiscal, política y bancaria hacen que las divergencias no estén internalizadas como en otras grandes economías" y considera que "Italia es la que más se parece a Japón. Su problema de deuda es, quizá, el mayor reto que presenta la eurozona", zanjan.

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