Los gestores españoles "no están preparados" para los cambios que se avecinan en el ámbito de la inversión socialmente responsable (ISR) en Europa, y "el perfil del gestor tiene que cambiar por completo, ya que debe abandonar su visión únicamente financiera". Con esta claridad se ha expresado Carlos Magán, socio de Afi, en la presentación de una Guía Práctica en Sostenibilidad y Gestión de Activos elaborada en colaboración con Allianz Global Investors.
"De hoy para mañana no vamos a cambiar la industria de gestión de activos en España, pero en los próximos dos, tres, cinco años debemos dar los primeros pasos", añadió.
Con esta "revolución" que viene, el experto se refiere a los profundos cambios que deberá experimentar, y que ya comienza a sufrir, una industria en la que la medición de la sostenibilidad pasará a ser un pilar fundamental. En el centro de esta reinvención se encuentra la Comisión Europea, volcada en que sean los mercados de capitales los que financien la transición hacia una economía sostenible (e interesada, por tanto, en conducir todos los flujos de dinero posibles hacia este objetivo).
Los cambios que vienen
La normativa que se prepara desde Bruselas incluye, entre otras cosas, la llamada taxonomía, que calificará a los productos financieros según sean más o menos verdes (lo que hará posible, por fin, que un inversor pueda comparar de forma objetiva dos fondos catalogados como verdes, y saber cuál lo es en mayor medida). Para las gestoras, esto se traduce en que deberán medir el grado de sostenibilidad de cada uno de sus fondos, lo que supondrá un importante esfuerzo para ellas, según alertan los expertos.
La taxonomía debería estar en vigor entre 2020 y 2022. Por otro lado, los asesores deberán preguntar a sus clientes cuáles son sus preferencias en relación con la inversión sostenible; está por ver cómo deberán formular esa pregunta. Y también se está preparando una regulación para la emisión de bonos verdes, activos que deberán contar, obligatoriamente, con un certificador acreditado por la UE que confirme que un bono es realmente verde.
Asistiremos, por otro lado, al nacimiento de nuevos índices sostenibles, y de hecho la Comisión Europea ya ha creado la normativa de dos de ellos: uno de compañías de bajo impacto carbónico y otro de empresas alineadas con el acuerdo de París (un pacto que establece un plan de acción mundial para combatir el calentamiento mundial). Los proveedores de índices deberán elaborar sus selectivos en base a esta normativa, algo que no ocurre con los selectivos sostenibles de referencia en Estados Unidos.
Tal y como señaló Úrsula García, socia de FinReg360 en alusión a los índices sostenibles de referencia a día de hoy (los estadounidenses), "cada uno de esos índices tiene sus propias métricas y, de hecho, es habitual ver que la misma compañía recibe un rating de sostenibilidad distinto según qué empresa realice el análisis". Las nuevas métricas, las que se están creando en Europa, explica, "son objetivas, y obligan a las entidades a retratarse". Es por esa búsqueda de objetividad por lo que una de esas primeras normativas para la elaboración de índices está basada en algo tan fácilmente medible como las emisiones de dióxido de carbono, añadió García.