Bolsa, mercados y cotizaciones

El BCE mantiene el precio del dinero en el 4,25% y deja en el aire un nuevo recorte en septiembre


Raquel Enríquez, Álvaro Moreno, Víctor Blanco Moro
Madrid,

La reunión de los máximos responsables del Banco Central Europeo (BCE) se ha zanjado este jueves sin sorpresas. Tal y como habían anticipado los expertos, el Consejo de Gobierno del ente ha decidido mantener los tipos de interés, esto es, ni subirlos ni bajarlos. El tipo principal de refinanciación se queda en el 4,25%, a donde descendió el mes pasado cuando el BCE llevó a cabo el primer recorte en el precio del dinero en varios años. En cambio, hoy ha decidido aplazar la siguiente reducción, esperada por los inversores y analistas que prevén otras dos bajadas más en lo que queda de año. La idea es de darse más plazo para comprobar que la tasa de inflación en la eurozona se dirige a su objetivo: el 2% simétrico a medio plazo, considerado como la estabilidad de los precios. No obstante, el comunicado oficial muestra varios motivos por lo que esto podría requerir más tiempo de lo estimado hasta ahora.

A la espera de tener más datos sobre la mesa, Lagarde justifica entre líneas que el BCE debe estar totalmente seguro de que la inflación está controlada para poder volver a bajar tipos. El recorte de junio podría ser un caso asilado, y todo dependerá de lo que digan los datos en los próximos meses, y en la revisión del cuadro de previsiones macroeconómicas que habrá en septiembre. El tono del discurso ha sido relativamente duro, con una referencia nueva a la fortaleza de la inflación del sector servicios y al preocupante aumento salarial en la zona euro, que puede contribuir a aumentar las presiones inflacionistas.

Así, aunque a día de hoy el BCE espera que la inflación caiga hasta el 2,2% el año que viene, y al 1,9% en 2026, estas previsiones no son todavía suficientes para confirmar el recorte de tipos en septiembre. El tiempo dirá.

Por el momento el Consejo de Gobierno del BCE ha decidido este jueves no tocar los tipos de interés. En consecuencia, la tasa de depósito (que marca la rentabilidad de la liquidez que aparcan los bancos) se queda en el el 3,75%, el tipo principal de refinanciación (el que se cobra a las entidades en las subastas semanales) sigue en el 4,25% y el tipo sobre la facilidad marginal de crédito (la ventanilla de emergencia) continúa en el 4,5%.

Esos fueron los niveles a los que el banco central redujo los tipos el mes pasado. Fue en un descenso de 25 puntos básicos (o de un cuarto de punto), el primero desde 2016 en el caso del tipo principal y desde 2019 en la tasa de depósito.

¿Por qué el BCE no ha bajado hoy los tipos?

La respuesta está en la última frase del comunicado del BCE de este jueves: "Las presiones inflacionistas internas siguen siendo intensas, la inflación de los servicios es elevada y es probable que la inflación general continúe por encima del objetivo hasta bien avanzado el próximo año".

Los economistas de Eurosistema (compuesto por el BCE y el resto de bancos centrales nacionales de los países del euro) actualizaron sus previsiones sobre la inflación en junio. Lo hacen una vez al trimestre y, por tanto, hoy no ha habido novedades al respecto.

Las últimas proyecciones situaban la tasa de inflación media en el 2,2% el año que viene y en el 1,9% en 2026, evidenciando así que el BCE cuenta con alcanzar su meta dentro de dos años como pronto. Pero, de nuevo, la nota del organismo de hoy reza: "Es probable que la inflación general continúe por encima del objetivo hasta bien avanzado" 2025. Esto es, se puede entender que deja la puerta abierta a que los cálculos sobre la inflación empeoren al final del verano.

De confirmarse, las peores previsiones desincentivarían al banco central a acelerar las bajadas de tipos. Por ello, desde el Departamento de Análisis de Bankinter interpretan que el comunicado es de "un tono más bien hawkish (duro)".

Si bien el índice de precios al consumo (IPC) general de la eurozona se ha suavizado al 2,5% (dato de junio), el IPC de los servicios se encuentra en el 4,1%. Esto es especialmente relevante puesto que el sector terciario es el que lleva meses tirando de la economía en general, frente a unas manufacturas débiles. Y en plena época estival es difícil imaginar que los precios de los servicios aflojen.

"El proceso de reducción de la inflación, sobre todo de la subyacente, está siendo lento en los últimos meses, algo que justificaría mantener la cautela sobre futuras bajadas de los tipos de interés", ha opinado Alfredo Jiménez, del Instituto Español de Analistas, tras la decisión del BCE.

Además, Christine Lagarde ha vuelto a insistir en el impacto de las subidas salariales (uno de los distintos tipos de presión inflacionista). "Los salarios aumentan a un ritmo alto. El incremento, junto a un crecimiento débil de la productividad, han contribuido a elevar el coste por empleado", ha declarado la presidenta en la habitual rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno.

"La naturaleza de los ajustes de los salarios hacen que el aumento del coste por empleado vaya a ser alto a corto plazo", ha añadido, aunque ha continuado con una nota optimista: "Los datos más recientes de compensación por empleado van en línea con las estimaciones, y creemos que el crecimiento salarial se moderará el año que viene".

Desde Pictet WM el director de análisis macroeconómico, Frederik Ducrozet, ha indicado a qué habrá que prestar atención en las próximas semanas para no despistarse: "Los informes PMI e inflación de julio y agosto, así como salariales negociados del 22 de agosto".

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, en la rueda de prensa de este 18 de julio. Fotografía: Alex Kraus (Bloomberg).

Una segunda bajada ¿antes de la primera de la Fed?

La estabilidad en los tipos este mes estaba más que descontada por los expertos desde hace semanas. De hecho, desde Bank of America (BofA) ironizaron al respecto en uno de sus últimos informes: "BCE, nos vemos en septiembre".

Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE (y, por tanto, del Consejo de Gobierno también), ya rechazó que se bajarán los tipos de interés en esta reunión antes incluso de que se confirmara el (entonces esperado) recorte en junio. "Deberíamos actuar con cautela", aseveró la alemana, considerada la 'batuta' del banco central, en una entrevista publicada a finales de mayo.

Ducrozet anticipó esta semana que hoy el BCE proporcionaría "poca información" sobre sus futuras decisiones respecto el precio del dinero. "Es previsible que mantenga su enfoque basado en datos, reunión a reunión", indicó. Y así ha sido.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, insiste: "No nos comprometemos de antemano con ninguna senda concreta de tipos"

El comunicado se limita a reiterar que el BCE aplica "unas condiciones de financiación restrictivas" y mantendrá los tipos "en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario" para lograr su objetivo inflacionario.

Ante los medios Lagarde ha vuelto a decir lo mismo que declaró hace seis semanas: "No nos comprometemos de antemano con ninguna senda concreta de tipos". De nuevo, ha evitado dar pistas sobre cuándo será la próxima bajada.

Todo esto deja en situación extraña al banco central, más que por propia posición, por el delicado equilibrio con la Reserva Federal de EEUU (Fed) y el calendario de ambos bancos centrales para sus futuros cónclaves de política monetaria.

La Fed se reunirá a final de este mes con la perspectiva prácticamente total por parte del mercado de swaps de que no tocarán los tipos (un 95% de posibilidades), actualmente en el 5,25%-5,50%. El problema está en septiembre, pues el BCE se verá obligado, de nuevo a tomar la delantera, con una reunión el día 12 frente a la que se producirá al otro lado del océano, el 18.

Aunque a priori todo parece indicar, dados los datos más suaves del IPC y un mercado laboral ya notando algo de cansancio, un primer recorte en EEUU en el noveno mes del año, aún nada está decidido. El BCE se expone, en caso de dar un paso en falso reduciendo tipos solo unos días antes, a ampliar aún más la brecha con la Fed que ya se abrió en la reunión de junio, cuando Lagarde anunció el primer recorte y Powell, por el contrario, se mantuvo enconado en mantener alto el precio del dinero.

El mes pasado ya se escenificó que este 'divorcio' es problemático porque puede provocar alteraciones en la relación en las divisas. Este es el motivo por el que normalmente ambas instituciones suelen ir acompasadas y con la Fed llevando la iniciativa.

En ese sentido, Christine Lagarde fue insistente durante las declaraciones posteriores de la reunión de junio alegando que en el BCE no mirarían lo que hicieran otros bancos centrales y que, en relación a Estados Unidos, este país estaba en aquellos momentos en una situación muy distinta a la de la zona euro, cuya economía parecía más frágil y su inflación más cerca de ser derrotada.

Más allá del precio del dinero

La gestión del balance es otro proceso que el Banco Central Europeo tiene entre manos en este momento. Desde que el balance de activos del banco central tocó máximos históricos el 24 de junio de 2022, este se ha reducido un 26,5%, un proceso que endurece las condiciones financieras en la zona euro, por lo que equilibra, en parte, el efecto de las bajadas de tipos como la de junio, y por ello, también sirve como herramienta de política monetaria.

El mes pasado el BCE decidió dejar de reinvertir a partir de ese momento todos los vencimientos de los bonos que tiene en cartera, y que compró en el pasado con el programa APP (Asset Purchase Program).

También dio el pistoletazo de salida a ir drenando de su balance los bonos que compró durante la pandemia, con el programa de emergencia, el PEPP. El organismo ya ha avisado de que irá dejando vencer, sin recomprarlos, 7.500 millones de euros todos los meses, y ha confirmado que al final de año no recomprará ya ningún bono del PEPP que llegue a vencimiento.

Con estos movimientos, el organismo ha pasado de tener un balance en los 8,8 billones de euros, en junio de 2022, hasta los 6,49 billones, y todo apunta a que el proceso de adelgazamiento del balance va a continuar durante varios años, hasta que se llegue a un nivel más normalizado.

El escudo anticrisis del BCE

La última herramienta que ha diseñado el BCE para mantener las primas de riesgo de los distintos países de la zona euro bajo control es el Instrumento de Protección de Transmisión (TPI), un dispositivo que ha creado el organismo como salvavidas, en caso de que se puedan producir episodios de tensión en los mercados financieros que puedan castigar a los bonos de los países de la zona del euro.

La situación de Francia está ahora en el punto de mira con especial interés, aunque, por el momento, no hay indicios de que se vaya a necesitar hacer uso de esta herramienta. En cualquier caso, el encuentro de hoy finalmente no ha servido para descubrir la opinión de Lagarde o el Consejo de Gobierno sobre el posible rescate a Francia, en caso de necesitarlo, y la disposición del banco central para hacerlo.

El TPI, entre sus características técnicas, se centraría en comprar títulos del sector público con vencimientos de entre uno y 10 años, y si fuese necesario, también podría englobar compras de activos del sector privado, por lo que la herramienta aparece como una especie de QE (programas de compras de deuda), con libertad para poder comprar la deuda de los países que lo necesiten.