
Hollywood cuenta actualmente con su particular Club de los Cinco, formado por Paramount, Warner Bros, Disney, Sony y Universal Pictures, subsidiaria de Comcast. Al igual que en la famosa cinta, cada integrante del Big Five debe enfrentarse a problemas comunes. En este caso, los más urgentes son la reducción de la audiencia en las salas de cine, acelerada tras la pandemia, y el efecto de una guerra del streaming sobre la industria audiovisual. No solo por retener a los espectadores dentro de los hogares. También porque ha terminado por arrasar con el modelo de televisión por cable, hegemónica en el pasado y una gran fuente de ingresos para las productoras.
La primera escena de la película de Watchmen comienza con la canción 'The times they are changing', la cual interpela a quienes no son capaces de adaptarse a los tiempos cambiantes. Versos como "el orden se desvanece rápidamente y el que ahora es primero, después será el último" pueden escucharse al inicio de un filme cuya distribución corrió a cargo de Warner Bros y Paramount allá por 2009, dos años después de que Netflix lanzara su servicio streaming. Por aquel entonces, Hollywood batía récord de ingresos en taquilla, pese a que se acababa de desatar la mayor crisis financiera en décadas. Y la única preocupación era la piratería y la caída en ventas de DVD. Nadie podía predecir el tsunami que se avecinaba en la industria del cine. Ahora, los grandes estudios como Warner Bros y Paramount parecen admitir que las aguas a su alrededor han crecido, tal y como cantaba Bob Dylan. Sin embargo, todos luchan por no calarse hasta los huesos.
El caso de Paramount constituye el paradigma de la crisis actual de la industria cinematográfica. La productora de Titanic tiene dos ofertas de adquisición encima de la mesa: una de 26.000 millones de dólares por parte de Sony y Apollo, y la otra de 5.000 dólares por parte de Skydance. Si bien la familia Redstone -propietaria de la firma- se inclina por esta última, los accionistas prefieren la primera para abandonar el barco antes de chocar con el iceberg.
Paramount recibe la oferta de un cinéfilo
Shari Redstone, presidenta ejecutiva de Paramount Global, ve con buenos ojos el plan de David Ellison, director ejecutivo de Skydance. Aunque la oferta del hijo de Larry Ellison, cofundador de Oracle, es más baja, su plan para sanear la empresa pasa por mantenerla como empresa cotizada una vez realizada la fusión con Skydance. También busca mejorar su servicio streaming, al contrario que Sony y Apollo, las cuales estarían dispuestas a venderlo. El propio James Cameron ha valorado positivamente la propuesta de Skydance, convencido de que la hoja de ruta de Ellison, cinéfilo empedernido, es la más positiva tanto para Paramount como para Hollywood. Parece que al director de Avatar le convence el estilo de Ellison, cuyo estudio ha participado en la producción de Misión Imposible: Protocolo Fantasma, Jack Reacher, Guerra Mundial Z, Top Gun: Maverick y Air, entre otras cintas, todas ellas centradas en el suspense y la acción.
Sin embargo, la oferta de Sony y Apollo es más jugosa para el resto de los accionistas. De hecho, surgió como resultado de la búsqueda por parte de Bob Bakish, antiguo director ejecutivo de Paramount, de propuestas alternativas al ver comprometido su futuro y entender que la proposición de Skydance no era lo suficientemente persuasiva para el resto de los accionistas. En cualquier caso, las dos ofertas tienen un elemento en común: plan de ajuste, recortes o reestructuración.
Cuando las barbas de Sony veas cortar...
En este punto Sony tiene experiencia. La firma nipona ejecutó algunos despidos en su división de Entretenimiento después de que los beneficios de su estudio cinematográfico disminuyeran un 9,62% en 2023 respecto al año anterior. De hecho, Tom Rothman, director de Sony Motion Pictures, abogó recientemente por una bajada del precio de las entradas al cine. Lo hizo en conversaciones con Deadline, indicando que ese descenso aumentaría las ventas. Rothman también apuntó que la aparición del streaming infló el coste de las películas, disparando los presupuestos, aumentando los gastos y reduciendo la originalidad del contenido.
El fin de la última edad dorada de la televisión
Lo cierto es que el auge del streaming impulsado por Netflix provocó un efecto mariposa en la industria audiovisual más angustioso para el sector que el de la película protagonizada por Asthon Kutcher. Históricamente, el negocio de Hollywood se fundamentó en los ingresos que obtenían los estudios a través de la televisión por cable y de las taquillas. El streaming entró en este panorama como Clint Eastwood en la escena final de Sin Perdón: arrasó con todo, se llevó al público que acudía a las salas de cine, así como a la audiencia de los canales de televisión por cable. El incremento de los tipos de interés empeoró las cosas y la escabechina fue de tal calibre que, actualmente, muchas voces señalan que se está acabando la última época dorada de la televisión, también conocida como Peak TV.
Dicha época comenzó a finales de los años noventa y principios de los 2000, cuando HBO cambió el juego de la pequeña pantalla con bombazos como Sexo en Nueva York, Los Soprano, The Wire, A dos metros bajo tierra o Band of Brothers. La creadora del mafioso interpretado por James Gandolfini continuó trabajando el filón descubierto años antes por Twin Peaks y Friends, revolucionando el panorama y fortificando el modelo de negocio de televisión por cable. Al calor de estas series se forjó el acero del Peak TV, el cual comenzó un proceso de oxidación con el auge del streaming. La situación actual es elocuente: Warner Bros, propietaria de HBO, ha enterrado la marca y el sello de calidad televisiva. Ha decidido que la nueva plataforma Max sustituirá al anterior servicio HBO Max. El objetivo de Warner es hacerle frente a Netflix.
Disney y Warner Bros, los nuevos irreductibles galos de la industria
Por su parte, las principales firmas audiovisuales, reinas de Hollywood, vieron su posición amenazada, por lo que se lanzaron a combatir la amenaza de streaming en su propio campo y con la misma estrategia que Netflix, líder en dicho ámbito: produciendo contenido de forma masiva, sin importar la calidad del mismo. El objetivo era captar suscriptores a toda costa, emulando a Leonardo Di Caprio en El Lobo de Wall Street en su carrera por aglutinar el mayor número de inversores.
Hasta ese momento, la industria de la gran pantalla había vivido un proceso de concentración salvaje. En 2005, Sony y Comcast adquirieron la Metro-Goldwyn-Mayer, y a partir de 2006, Disney comenzó a aglutinar numerosos estudios como Pixar, Marvel (2009) y Lucasfilm (2015). En 2019, la firma de Mickey Mouse se hizo con 21st Century Fox, la compañía sucesora de 20st Century Fox, distribuidora de la saga Star Wars. Ese mismo año, Viacom -propiedad de National Amusements, matriz de Paramount- y CBS se fusionaron para poder hacer frente al resto de la competencia, especialmente a Disney, convirtiéndose finalmente en la empresa Paramount Global. Paralelamente, en 2013, Comcast se había hecho con NBC Universal, matriz del estudio homónimo que produjo cintas como Matar a un ruiseñor, Tiburón o Scarface.
Sin embargo, el aullido de Netflix acalló a los lobos de la gran pantalla, incluso a Disney, firma que ha dominado las salas de cine durante los últimos diez años. La dueña de Marvel, LucasFilm y Pixar lanzó un servicio streaming impulsado con una estrategia de contenido masivo interconectado entre la pequeña y la gran pantalla. Así, para comprender una película de Marvel era necesario ver previamente una serie en Disney +, por ejemplo. El resultado no fue el esperado, y Bob Iger volvió a los mandos de la firma de Mickey Mouse, tomando la decisión de reducir el gasto, cerrar el grifo del contenido y priorizar la calidad del producto.
Warner Bros tampoco ha tenido éxito en este ámbito. Su negocio streaming sigue dando pérdidas, si bien consiguió reducirlas a la mitad en 2023, año en el que la firma despidió a 2.000 trabajadores. En este contexto, parece que Bugs Bunny (Warner Bros) y Mickey Mouse (Disney) han decidido tomar nota de El Golpe, película en la cual Robert Reford y Paul Newman se unen para hacer frente a un poderoso rival. Así, ambas firmas han llegado a un acuerdo para ofrecer conjuntamente sus contenidos a los usuarios en Estados Unidos que adquieran alguno de sus servicios streaming. Además, Disney, Warner y Fox también pactaron unificar sus retransmisiones deportivas en una plataforma conjunta, movimiento que busca reforzar sus posiciones en el sector de la televisión por cable.
El antídoto Barbenheimer y la lección de los 70
La reducción del contenido, así como la colaboración entre firmas, parecen anunciar una nueva fase en la industria audiovisual. Dado que el coste y el riesgo de no alcanzar los objetivos son mayores actualmente, las firmas preferirán unificar esfuerzos, vigilando con mucha cautela la financiación de grandes proyectos. Es decir: se requiere apostar por algo que tenga elevadas opciones de salir bien. En este contexto se enmarca la cancelación de algunas películas como Batgirl y Star Wars Rogue Squadron.
El cine parece encaminarse a una nueva fase marcada por la fatiga de las secuelas, del género de los superhéroes, así como por el éxito de cintas originales como Barbie y Oppenheimer. Según Christopher Nolan, director de esta última, su película muestra que la gente quiere ver cosas diferentes, y que ha marcado el inicio de una nueva era 'post-franquicia'. Ello revelaría el factor cíclico de Hollywood, pues en los años setenta ya experimentó una crisis que modificó la estructura de la industria, basada en el rígido sistema de estrellas que ataba a los grandes actores y actrices a un solo estudio. La sacudida provocada por, entre otras cosas, la competencia con la televisión obligó a reestructurar la industria, dando lugar a un periodo enriquecedor para el cine donde se estrenaron grandes películas como La Naranja Mecánica, Tiburón y Taxi Driver.
Los senderos de gloria y el pronóstico de Coppola
Por su parte, el streaming también está experimentando un proceso de transformación. Netflix ha reducido el número de series estrenadas, mientras que ha elevado la calidad de sus producciones, así como la variedad del contenido. Esta estrategia le ha llevado a consolidar su posición dominante en un mercado que, según la firma, ya está maduro, lo suficiente como para dejar de comunicar datos de usuarios cada trimestre a partir de 2025.
La firma creadora del Juego del Calamar sigue al frente de la carrera del streaming, emulando a Sebulba en el circuito de vainas de la Guerra de las Galaxias: supera los 250 millones de suscriptores a nivel mundial. Sin embargo, Amazon Prime actúa de Anakin Skywalker particular, aglutinando 230 millones de usuarios a nivel global. Aquí está una de las posibles soluciones a la crisis de Hollwood: la entrada de las grandes tecnológicas en dicha industria.
En este sentido, Amazon adquirió Metro-Goldwyn-Mayer en 2021. El rugido del mítico león que precede a las películas del estudio le costó 8.450 millones de dólares a la empresa fundada por Jeff Bezos, aportando al catálogo de Prime Video más de 4.000 filmes, entre los que se encuentran El silencio de los corderos o Thelma & Louise. Una estrategia que ha dado sus frutos, pues la plataforma streaming de Amazon es la segunda más popular a nivel mundial, tras Netflix.
Además, la 'magnífica' de Wall Street fusionó la Metro con sus propios Amazon Studios creados en 2010. Nueve años más tarde, Apple creó su propio estudio, el cual participó en la producción de Los asesinos de la luna, filme dirigido por Martin Scorsese. Por otro lado, las Big Tech pueden tener en la IA otra puerta de acceso a Hollywood, ya que algunas firmas del sector están interesadas en emplear el software inteligente de creación de vídeo de compañías como Alphabet y Meta. En este sentido, Open AI, apoyado por Microsoft, también mantuvo negociaciones recientemente.
Así las cosas, Francis Ford Coppola se refirió en el festival de Cannes a un posible aumento del peso de las Big Tech en la industria del cine. El director de El Padrino auguró que un incremento del rol de estas firmas podría provocar la desaparición de los estudios tradicionales. Un razonamiento, no obstante, que no es compartido por todo el sector, pues hay quien cree que el enorme flujo de dinero de las tecnológicas podría revitalizar los estudios. Sin embargo, el veterano cineasta teme que Hollywood acabe como Luca Brasi: durmiendo con los peces.