
Las métricas ESG generalmente no son suficientes para medir el cumplimiento de las recomendaciones de los 'lineamientos 'de la OCDE en la materia. Esto se debe a varios factores, incluyendo una dependencia significativa en métricas basadas en controversias como indicador de cumplimiento.
La fiebre por los criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) en los mercados financieros avanza a mayor velocidad que su regulación. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), titulado Behind ESG Ratings. Unpacking sustainability metrics 2025, advierte de la fragmentación metodológica y la falta de comparabilidad entre los principales proveedores de calificaciones ESG, lo que dificulta que los inversores puedan adoptar decisiones informadas y alinear el capital con objetivos sostenibles.
El estudio analiza más de 2.000 métricas utilizadas por ocho grandes productos de calificación ESG. Su principal conclusión es contundente: aunque hay consenso general sobre los temas relevantes, como las emisiones de gases de efecto invernadero o la gobernanza corporativa, las formas de medirlos varían enormemente. Esto crea un panorama confuso y poco fiable para evaluar la sostenibilidad empresarial.
Divergencias que debilitan la utilidad
La OCDE constata que más de la mitad de los 23 temas ESG clave son abordados por todos los productos analizados, pero con un nivel de profundidad muy desigual. La principal causa de estas divergencias, según el informe, es la disparidad en la elección de indicadores para medir un mismo atributo (divergencia de medición, responsable del 56% de la variabilidad). Le sigue la divergencia de alcance (38%), cuando se emplean distintos conjuntos de atributos según cada proveedor.
Por ejemplo, para la Gobernanza Corporativa, mientras que un producto utiliza cuatro métricas, otro usa un total de 113; para las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el rango es de una a 47 métricas; y para la Gestión Ambiental, de una a 43 métricas. Esta alta variación refleja enfoques metodológicos distintos, niveles divergentes de granularidad (que es el nivel de detalle o especificidad con el que se mide o evalúa un tema del ámbito ESG) y probablemente desacuerdo sobre cómo se debe medir el desempeño.
Los productos de calificación ESG difieren sustancialmente en su selección de métricas individuales. Hay pocas métricas que estén consistentemente disponibles en más de un puñado de productos de calificación. La divergencia es considerable al comparar las métricas para el mismo tema. Existe una amplia consistencia en cuanto a la cobertura general de los temas ESG entre los productos de calificación; más de la mitad de los 23 temas identificados son cubiertos por todos los productos. Esto sugiere una alineación general y una comprensión común de lo que abarcan los impactos, riesgos y oportunidades ESG entre los proveedores.
Sin embargo, algunos temas están ausentes y no se miden en al menos un producto de calificación, creando posibles puntos ciegos en la medición del desempeño ESG. Estos temas incluyen Resiliencia Climática y Adaptación, Derechos Humanos, Corrupción, Soborno y Fraude, Intereses del Consumidor, Resiliencia Empresarial, DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión), Gestión de Energía, Responsabilidad Corporativa, Fiscalidad, Administración de Productos y Competencia.
Métricas cualitativas y pocos resultados
Otra crítica del informe se centra en la naturaleza de las métricas. Los productos dependen principalmente de métricas basadas en entradas (input-based) (68% del total). Estas incluyen métricas basadas en actividades (50%) y métricas basadas en políticas (18%). Capturan políticas y actividades autoinformadas. Las métricas basadas en salidas (output-based) constituyen aproximadamente un tercio (30%). Se centran en los resultados de políticas y actividades. La proporción de métricas de salida varía por el tema de que se trate, siendo mayor en asuntos como DEI, Gestión de Energía, Contaminación y Residuos, Emisiones de GEI y Salud y Seguridad. Resulta muy baja para temas como Resiliencia Climática y Adaptación, Responsabilidad Corporativa, Derechos Humanos, Biodiversidad y Uso del Suelo, Derechos Laborales y Administración de Productos.
Las métricas de entorno empresarial (business environment) representan solo el 2%. Se relacionan con la exposición de una empresa a factores externos. Solo se identificaron en cuatro productos, y más de dos tercios de ellas se asociaron con un solo producto. Están casi completamente ausentes en el pilar S. Su baja disponibilidad resalta la necesidad de una mayor contextualización (industria, geografía) por parte de los usuarios. Además, el 72% de las métricas son cualitativas, frente a un 28% cuantitativas, lo que complica la medición objetiva del impacto. Las métricas dinámicas, que capturan la evolución a lo largo del tiempo, son escasas (menos del 5%), lo que impide valorar el progreso empresarial. Y el análisis de la cadena de suministro -clave para los riesgos ESG- está prácticamente ausente: solo un 7% de las métricas se refieren a este ámbito.
La predominancia de métricas cualitativas input-based (casi 60%) sugiere una fuerte dependencia de proxies en la medición del desempeño. Esta dependencia puede incentivar enfoques de cumplimiento de requisitos en lugar de acciones reales de prevención y mitigación de riesgos, y puede beneficiar a grandes empresas sobre las pymes. Las métricas cuantitativas output-based, que tienen una fuerte correlación con el desempeño real, son un número bajo (17%) y se usan para un número limitado de temas.
No alineación con estándares internacionales
El informe también revisa hasta qué punto las calificaciones ESG se ajustan a las Directrices de la OCDE y su Guía de Debida Diligencia. Aunque sí hay métricas para identificar impactos adversos de la debida diligencia), escasean las que permiten evaluar la eficacia de las acciones correctivas. La mayoría de proveedores usan controversias reputacionales como proxy para medir el cumplimiento, un enfoque que pone el foco en los fallos, pero no en las buenas prácticas preventivas.
La Guía de Diligencia Debida de la OCDE para la Conducta Empresarial Responsable detalla las medidas y pasos de este proceso. Los estándares de la OCDE se referencian cada vez más en políticas y regulaciones sobre finanzas sostenibles y presentación de informes de sostenibilidad corporativa. Sin embargo, el informe concluye que las métricas disponibles generalmente no son suficientes para medir el cumplimiento de las recomendaciones de la OCDE en materia de conducta empresarial responsable. Esto se debe a varios factores clave identificados en el análisis de más de 2.000 métricas ESG de ocho productos de calificación principales:
La mayoría de los productos de calificación ESG evalúan el cumplimiento o las violaciones de las recomendaciones de la OCDE a través de métricas relacionadas con controversias como proxy (evaluación indirecta). Estas métricas generalmente examinan la existencia y prevalencia de controversias en las operaciones y cadenas de suministro de una empresa, en lugar de evaluar los esfuerzos y la efectividad de la diligencia debida de la empresa para mitigar los impactos de sostenibilidad. El 15% de todas las métricas podrían identificarse ampliamente como basadas en controversias. Por sí solas, las pantallas de controversias generalmente no son suficientes para evaluar el cumplimiento de las recomendaciones de las recomendaciones de la OCDE.
El enfoque basado en riesgos de los estándares de la OCDE busca no penalizar a las empresas simplemente por la presencia de riesgos o impactos adversos, sino que espera que prioricen adecuadamente, se centren en sus operaciones y relaciones comerciales de mayor riesgo y demuestren un progreso significativo y medible a lo largo del tiempo. Aunque las métricas cuantitativas sobre resultados (17% del total) pueden ofrecer una evaluación más prospectiva, no se centran en los impactos reales.
Desafíos para los inversores
La mayoría de las métricas ESG y los productos asociados miden cómo las empresas gestionan impactos, riesgos y oportunidades sobre un tema específico. Esto crea desafíos para los inversores que desean aprovechar las métricas ESG para evaluar la calidad y eficacia de la diligencia debida de Conducta Empresarial Responsable (CER) de las empresas en todos los temas, ya que la disponibilidad de métricas ESG relacionadas con las medidas y pasos de diligencia debida de CER suele estar dispersa entre diferentes temas ESG.
Por ejemplo, las métricas sobre la existencia de un mecanismo de reclamación están relacionadas con los Derechos Humanos y Relaciones e Impactos Comunitarios, y las métricas sobre la existencia de un proceso de diligencia debida están en gran medida vinculadas a temas específicos (Derechos Humanos, Corrupción, Soborno y Fraude, y Derechos Laborales), siendo muy pocas ajenas al tema.
Bajo las recomendaciones de la OCDE, sin embargo, los pasos de diligencia debida se aplican a todos los temas. Esta estructura temática está en desacuerdo con las estructuras de estándares recientes relacionados con la sostenibilidad (por ejemplo, ESRS e ISSB), que distinguen entre información general y de proceso (como gobernanza, estrategia y gestión de impactos, riesgos y oportunidades) e información temática. Menos del 5% de las métricas basadas en insumos pudieron asociarse con medidas y pasos explícitos de diligencia debida de CER sin estar asociados con un solo tema específico.
La diligencia debida de CER espera que las empresas (y los inversores) aborden los riesgos e impactos adversos que puedan estar asociados con sus operaciones, cadenas de suministro y otras relaciones comerciales. La medición del desempeño ESG más allá de las operaciones directas de una entidad es limitada.
Solo el 7% de todas las métricas pudieron asociarse con métricas de gestión de riesgos de la cadena de suministro en todos los temas y productos. En promedio, los productos de calificación ESG se centran sobre todo en los impactos, riesgos y oportunidades a nivel de la entidad, midiendo el desempeño de sus operaciones directas.
Para abordar estas brechas, el informe señala que es importante mantener los esfuerzos hacia una mayor cobertura de temas materiales de sostenibilidad con marcos de presentación de informes corporativos, asegurando la disponibilidad de métricas diversas que sirvan a diferentes objetivos de medición.
La OCDE lanza una advertencia a los inversores: sin datos comparables ni metodologías claras, los criterios ESG corren el riesgo de convertirse en una etiqueta sin sustancia. Los reguladores, por su parte, deben promover marcos más armonizados que garanticen que estas métricas sirvan realmente para identificar riesgos financieros y medir impactos sociales y medioambientales reales.
El mensaje final del informe es un llamamiento a la claridad y la estandarización.
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