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La justicia da una pensión vitalicia del 100% a una empleada de hogar que perdió la vista repentinamente: solo veía bultos y no distinguía colores

Foto: Dreamstime.

El Tribunal Superior de Justicia de Asturias ha concedido una pensión vitalicia de incapacidad permanente de gran invalidez a una empleada de hogar que perdió la visión en 2023 y tras lo cual ha necesitado ayuda para los actos más esenciales de la vida.

Tal y como informa el Poder Judicial, el tribunal ha rechazado el recurso de la Seguridad Social y ha ratificado, por el contrario, el dictamen del Juzgado de lo Social, que la concedió una pensión vitalicia de 687,20 euros mensuales más un complemento de gran invalidez de 687,87 euros en 14 pagas.

En su sentencia (se puede consultar en este enlace), el tribunal esgrime que la mujer precisó de ayuda de terceros y un bastón para llegar al tribunal médico, razón que evidenció "que necesita ayuda para su desplazamiento". Además, se constató que "no ve nada sin gafas y con gafas refiere que solo ve bultos pero no distingue los objetos ni los colores, lo que implica que la dificultad para poder realizar los actos esenciales de la vida es mayor".

Por todo esto, el TSJA estima que el parecer del Juzgado de lo Social es "coherente con los hechos que relata y la declaración de gran invalidez que efectúa resulta plenamente ajustada al concepto legal".

Ceguera repentina en 2023

Los hechos se remontan a 2023, cuando esta empleada de hogar perdió de forma repentina la visión en su ojo izquierdo, lo que la dejó en una situación muy delicada, ya que no veía por el derecho desde hacía años. Esta pérdida de la visión ni era congénita ni derivada de la infancia.

A esta pérdida de la visión, además, se añadían otras dolencias como un síndrome ansioso-depresivo y migrañas que la imposibilitaban para trabajar.

Aunque el TSJA especifica que el "padecimiento de ceguera total es insuficiente por si solo para el reconocimiento de la situación de gran invalidez" y que es también necesario "acreditar que la trabajadora no está en condiciones de atender los actos más esenciales de la vida sin la asistencia de una tercera persona".

Aspectos que, asegura, se dan en el caso de esta trabajadora y la hacen merecedora de la gran invalidez: "Es evidente que con esa pérdida de visión repentina, al menos hasta que logre adaptarse a la misma, necesita la ayuda de un tercero tanto para poder desplazarse como para poder realizar los actos esenciales de la vida diaria".

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