
El papel de la educación financiera en la vida de las personas es que estas desarrollen las habilidades y la confianza para adquirir mayor conciencia de los riesgos y oportunidades financieras, de tomar decisiones informadas, de saber dónde acudir para pedir ayuda y de llevar a cabo cualquier acción que redunde en su bienestar financiero.
El lema del último Día de la Educación Financiera fue Tus finanzas, también sostenibles. Estamos potenciando hábitos de vida cada vez más responsables, como el carsharing o la movilidad eléctrica, pero, ¿la sostenibilidad se puede incluir en cualquier producto financiero? La respuesta es afirmativa. De hecho, hace ya tiempo que las finanzas sostenibles dejaron de ser una opción. Estas permiten el diseño de distintos productos financieros que fomentan el desarrollo sostenible y tratan de equilibrar rentabilidad y sostenibilidad.
Un experto en banca consultado se muestra partidario de incorporar asignaturas, o al menos conocimientos, en la Educación Secundaria para que nuestros jóvenes tengan una visión de lo que es el dinero y de cómo este influye en nuestras vidas. Estamos muy acostumbrados a que las grandes entidades financieras promuevan sesiones para entender qué es una hipoteca o los intereses de un préstamo, la TAE o ese tipo de conceptos.
Los roles del dinero
Si bien, no se refiere a eso, sino a que se incorpore qué entendemos por dinero y cuáles son sus diferentes "roles en la vida". Son tres. Primero, como vehículo para consumir lo que necesitamos para vivir hoy, para financiar el presente. Segundo, para ahorrar, para guardarlo, atesorándolo, con el objetivo de hacer frente a contingencias futuras, o a momentos en los que se ingrese menos cantidad, como podría ser en la jubilación. Tercero, para la satisfacción de los que lo necesitan. Es decir, "para los terceros, aquel dinero del cual, según tu economía, puedes prescindir y donarlo". En la transición hacia una sociedad y una economía más ecológicas y sostenibles, "necesitamos que los consumidores sean responsables".
La mitigación y adaptación al cambio climático. La protección de los recursos hídricos y marinos. La transición a una economía circular. La prevención y el control de la contaminación. La protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas. No es sólo cuestión de ir al supermercado y comprar agricultura ecológica, con menos huella de carbono. O de adquirir aquellas marcas que tengan un respeto hacia una cadena de valor responsable y paguen salarios dignos. Es trasladar esos valores a nuestras finanzas.
"Si yo tengo unos ahorros, es preferible que mi entidad financiera los invierta en determinado tipo de instrumentos que cumplan con una serie de características, que me puedan dejar más tranquilo en cuanto a para qué se utiliza mi dinero", nos aclara el experto. Alega que, al final, "todos somos banqueros" y que, en función de dónde y qué hagamos con nuestro dinero, el mundo caminará hacia un paradigma más sostenible o no.
La pregunta clave es qué hace nuestra entidad financiera o el fondo de inversión con nuestro dinero
De esta manera, las finanzas sostenibles se convierten en "una manera de ver al sistema financiero como una palanca enorme de cambio de paradigma económico". Es que las entidades financieras, banca, aseguradoras, Asset Management, etcétera, grandes y pequeñas, incorporen en sus decisiones de inversión, en su misión y propósito, en su cultura, en sus procesos, en todo lo que hacen, el paradigma de la sostenibilidad y de la responsabilidad social.
El mundo financiero tiene una enorme capacidad de transformar la economía. Si millones de ciudadanos invierten su dinero con criterios de calidad y contratan productos con criterios de sostenibilidad, las entidades bancarias producirán una "riqueza sostenible". Nuestras decisiones afectan al entorno. Se han producido avances bastante relevantes en esta dirección, especialmente en los últimos tres o cuatro años, pero aún hay mucho margen de mejora, camino por recorrer, y hay que seguir dando pasos adelante.
La pregunta clave es qué hace nuestra entidad financiera o el fondo de inversión con nuestro dinero. Si se está dedicando a aquellas iniciativas y proyectos que son acordes con nuestros valores como ciudadanos, si los activos en los que invertimos son más sensibles a las cosas que nos preocupan como la lucha contra la contaminación. Es ser un consumidor responsable.
En definitiva, las finanzas sostenibles son claves para alcanzar una economía más respetuosa con las personas y el planeta. Para contribuir a su desarrollo, Banco Santander, líder en financiación de energías renovables, ha publicado el Sistema de Clasificación de Finanzas Sostenibles; un documento inspirado en la Taxonomía de la Unión Europea (UE), pero complementado con otros criterios verdes y sociales recogidos en estándares internacionales como los Principios de los Bonos Verdes y Sociales del ICMA, el Estándar de Bonos Climáticos o la Taxonomía de Febraban en Brasil para adaptarlo a su presencia geográfica y sectorial.
A través de este informe, revisado por Sustainalytics, busca ofrecer y dar transparencia al criterio que está aplicando para valorar como verdes, sociales o sostenibles algunos de los productos, servicios e inversiones que pone a disposición de sus clientes.
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