
Dentro de los factores Ambientales, Sociales y de Buen Gobierno, quizá sea este último el que menos presencia propia ha tenido siempre en las finanzas sostenibles. Sin embargo, no es posible alcanzar los objetivos fijados en materia medio ambiental o social si no se cuenta con una base de gobernanza sólida. Consulte más artículos en elEconomista Inversión sostenible y ESG.
El gobierno corporativo es el tercer pilar del trinomio ASG, que permite a accionistas, inversores, clientes y demás agentes económicos interesados, discriminar y seleccionar dentro del mercado a las organizaciones que están más alineadas con sus políticas y sensibilidades. Es más, las políticas que se siguen en materia ambiental y social dependen en gran parte de una gobernanza ajustada a principios de transparencia.
Las cuestiones de gobernanza son más complejas de abordar que las ambientales y las sociales, ya que en las primeras hay métricas científicas objetivas (i.e. calentamiento global) y en las segundas, existen arraigados consensos en materia social (i.e. derechos de los trabajadores). Debido a ello, en la gobernanza procede poner el foco en el regulador, en la normativa sobre transparencia, y, sobre todo, en las buenas prácticas, alineadas con las recomendaciones de los Códigos de Conducta. En este sentido, las referencias normativas en España, han evolucionado en línea con sus comparables internacionales, desde el primigenio Informe Olivencia, de 1998 hasta el actual Código de buen gobierno de las sociedades cotizadas, de 2020.
¿Qué entendemos por gobierno corporativo? Podríamos decir que es el conjunto de políticas o procedimientos que regulan la estructura y el funcionamiento de los órganos de gobierno de una empresa, estableciendo y clarificando las relaciones entre los grupos de interés y los procesos de toma de decisiones sobre la compañía. La gobernanza como se entiende hoy en día, ha sido fruto de sucesivas evoluciones como consecuencia de las diferentes acontecimientos económicos (ej. crack del 29, crisis económica global de 2008, impacto económico del Covid-19,…) que han supuesto ir enriqueciendo la regulación, las buenas prácticas y los códigos de buen gobierno de las sociedades cotizadas, para aportar transparencia, credibilidad y estabilidad a los mercados internacionales.
Asimismo, el buen gobierno comprende tanto una dimensión interna hacia la propia empresa u organización, como una dimensión externa hacia toda la sociedad. En la dimensión interna, se contemplan y monitorizan aspectos relativos a la composición de las Juntas Directivas y su remuneración, el reparto de los órganos de administración, dirección y supervisión de la empresa, incluyendo las cuestiones de sostenibilidad, y su composición; la ética empresarial y la cultura corporativa, incluida la lucha contra la corrupción y el soborno; la gestión y la calidad de las relaciones con los socios comerciales, afectando a las prácticas de pago y los sistemas internos de control y gestión de riesgos de la empresa... Y por lo que se refiere al comportamiento de la entidad ante la sociedad, destaca lo relacionado con información sobre el respeto de los derechos humanos, los compromisos políticos de la empresa, las actividades con sus grupos de interés, la fiscalidad…
Al igual que en la 'A' y en la 'S', para poder considerar los factores de gobernanza anteriormente referidos, es fundamental disponer de datos comparables y medibles, así como de herramientas y equipos especializados. De ahí la importancia de la transparencia y la aportación de datos por parte de las compañías, de cara a poder contemplar en el análisis sostenible, la parte de gobernanza. Así, según el estudio La Dimensión Social de la Inversión Sostenible, elaborado por Spainsif en 2021, la mayoría de las entidades encuestadas utilizan guías para la elaboración de sus memorias de sostenibilidad, donde la gobernanza viene recogida.
Finalmente, en el desarrollo y evolución de la G desempeñamos un papel muy relevante los gestores de inversiones, ya que no sólo tenemos que preocuparnos de la dimensión ambiental o social, sino también de la gobernanza en nuestro análisis de inversiones y diálogo con las compañías. No importa sólo el resultado económico, sino cómo se ha alcanzado y sobre todo qué o quiénes han podido verse afectados en el proceso.