El límite de las aportaciones a los planes de pensiones ha supuesto un nuevo impulso a estos seguros de ahorro más líquidos y con grandes ventajas fiscales.
Nacieron hace apenas 10 años al calor de una de las reformas de IRPF del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y aunque la última década no ha sido quizá la más adecuada para fomentar el ahorro financiero, y más el finalista, debido a la crisis económica que aún sacude a nuestro país, los PIAS (Planes Individuales de Ahorro Sistemático) han conseguido ganarse un hueco en la cesta del ahorro pensado para la jubilación. De hecho, solo en los últimos dos años las provisiones que acumulan los PIAS han crecido de los 5.738 millones de euros con los que contaban al cierre de 2014 hasta los 10.222 millones con los que cuentan en la actualidad, según los datos de Unespa. La cifra supone un crecimiento del 78% y es infinitamente superior al crecimiento que han acumulado en el mismo periodo otros seguros de ahorro -las mejores cifras están en los seguros de capital diferido y el alza ha sido del 11%- y también al protagonizado por los planes de pensiones, cuyo patrimonio solo ha crecido un 6,3 por ciento.
Pero, ¿qué son los PIAS y, sobre todo, por qué han crecido a tasas superiores al 20% en los últimos años? Desde la patronal Unespa, consideran que este crecimiento obecede "a una mayor concienciación sobre el ahorro", pero en realidad tres son los factores que han impulsado a estos productos. El primero es la liquidez, ya que permiten el rescate pasados cinco años -hasta la última reforma eran 10, pero con esta reducción han buscado igualarlos a los SIALP- desde la fecha de la primera aportación frente a los planes de pensiones, donde ahora se permite el rescate de las aportaciones, no de todo el plan, con una antigüedad superior a los 10 años.
Una doble ventaja fiscal
La segunda, y según los expertos la más importante, es la fiscalidad. "La fiscalidad es lo más importante, ya que pasados cinco años los intereses no tributan si se transforma en rentas vitalicias", apunta Carlos Herrera, socio fundador de EFPA. Es decir, su ventaja fiscal está en el momento de rescate y no de las aportaciones, como sucede con los planes de pensiones, el único producto financiero junto con los PPAS que permite deducciones fiscales. Para calcular esta ventaja fiscal, desde el Instituto BBVA Pensiones han realizado un ejemplo: un inversor que decide contratar un PIAS con 55 años y aporta todos los años 3.000 euros. Al llegar a los 70, y teniendo en cuenta que el producto le hubiera rentado un 1,5% anual, habría acumulado un capital de 50.797 euros, 5.795 solo por los intereses generados. Si lo rescatara en forma de renta vitalicia, esos 5.795 euros no tributarían, mientras que si hubiese generado ese ahorro en cualquier otro producto financiero tendría que pagar un 19% o, lo que es lo mismo, 1.130 euros. "Solo es considerado como rendimiento del capital mobiliario el importe resultante de aplicar a la renta los porcentajes establecidos en la Ley del IRPF para rentas vitalicias sin que sea necesario sumar la rentabilidad que se pone de manifiesto entre las aportaciones y la constitución de la renta", afirma Santiago Arechaga, director técnico de Aegon España. Pero es que, además de esta fiscalidad, hay que tener en cuenta que estos productos, y cualquier seguro de rentas vitalicias, también tienen otra ventaja fiscal como es que permiten dejar exento un importante porcentaje de la renta vitalicia obtenida en función de la edad y que alcanza a partir de los 70 años el 92%.
Además, la tercera causa que explica que cada vez sean más los españoles que recurren a este producto está precisamente en una regulación que, lejos de fomentar, limita la inversión en planes de pensiones. Hablamos de la que entró en vigor hace dos años y por la que el Gobierno recortaba de 10.000 a 8.000 euros las aportaciones máximas anuales que se pueden realizar a los planes de pensiones. "Hay que tener en cuenta que había muchos inversores de pensiones que iban al máximo de 12.000 euros -se permitía esa cantidad para los mayores de 55 años- en aportaciones a pensiones y ahora con el límite de los 8.000 euros se han quedado cortos y puede que parte se haya ido a los PIAS", apunta Carlos Herrera. De hecho, solo en 2015, año en el que entró en vigor la reforma, las provisiones de los PIAS aumentaron cerca de un 40%, lo que supone el doble de crecimiento del que había registrado en años anteriores. Por el contrario, las aportaciones a planes de pensiones cayeron un 7 por ciento en ese mismo ejercicio.
Su talón de aquiles, la rentabilidad
Aunque la fiscalidad y la liquidez son las dos grandes bazas que juegan a favor de los planes individuales de ahorro sistemático, estos productos no salen tan victoriosos en lo que se refiere a la rentabililidad, sobre todo en el contexto actual de tipos al 0%, ya que, como confirmaba recientemente Julio Martínez, director de inversiones de CNP Partners, "los tipos de interés bajos durante 10 años han impedido a las aseguradoras crear productos de ahorro".
Y es que, aunque los PIAS son productos que aseguradoras y bancos construyen ad hoc en función casi de cualquier cliente, lo que dificulta realizar cualquier tipo de ranking de una manera sencilla, los que garantizan la rentabilidad -también se venden en formato unit linked incluyendo carteras de fondos con más riesgo- suelen ligarla a los tipos que en ese momento ofrezca el bono español al plazo contratado, que ahora no es que sean muy boyantes. Por ejemplo, desde Aegon ofrecen con su Cuentaegon una rentabilidad del 1,25% TAE durante los primeros 4 meses y lo revisan cada tres meses, aunque "como mínimo será del 0,25 por ciento TAE", afirman desde la aseguradora. Una rentabilidad segura pero quizá poco atractiva desde el punto de vista financiero en un contexto de inflación y tipos de interés al alza que penalizará en ahorro muy conservador.