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Elecciones EEUU: todas las claves de las legislativas que decidirán el futuro de la 'Era Trump'

  • Los resultados marcarán los dos años restantes de mandato de Trump
Un votante en California. Foto: Reuters.

El próximo 6 de noviembre se abrirán las urnas en EEUU para uno de los momentos clave de todo Gobierno: las elecciones legislativas de medio mandato. En 2016, junto a su victoria presidencial, Donald Trump celebró sendas mayorías absolutas en el Congreso y el Senado, que le permitieron, entre otras cosas, aprobar la reforma fiscal en diciembre de 2017 o nombrar a dos jueces conservadores al Tribunal Supremo. Pero todo puede cambiar este año, en un día que marcará el futuro de su presidencia: o carta blanca para llevar adelante su programa dos años más, o un bloqueo absoluto en Washington.

Sin embargo, al igual que en las presidenciales, las retorcidas leyes electorales y la actitud política de los ciudadanos estadounidenses pueden influir de forma decisiva en el resultado. Estos son los puntos claves para entender qué votarán los habitantes de EEUU y cuáles son las opciones de Trump y de la oposición.

¿Qué cargos se votan en las elecciones?

Las elecciones legislativas ponen en el aire una cantidad enorme de cargos. Para empezar, a nivel nacional los 435 escaños de la Cámara de Representantes -el Congreso- estarán en disputa, como cada dos años. A eso se le suman 35 escaños de los 100 que componen el Senado, que se renueva por tercios cada dos años: los 33 que corresponderían a este año, más otros dos vacantes que se votarán también ese mismo día.

Esas elecciones son las que decidirán el rumbo de la política nacional hasta 2020. Pero, por debajo, nada menos que 36 estados elegirán a su gobernador para los próximos cuatro años. Además, 87 de los 99 parlamentos estatales -un congreso y un senado por cada uno de los 50 estados, salvo Nebraska, que es unicameral- celebrarán también elecciones. También salen a votación numerosos jueces de tribunales estatales, sheriffs de condados, fiscales de distrito y cargos locales en miles de municipios.

La media de los sondeos sitúa a los demócratas con una ventaja de entre 8 y 9 puntos

Por último, numerosos estados aprovecharán para hacer referéndums sobre temas como cambios en los impuestos, reformas en el registro electoral o la legalización de la marihuana. La cantidad de cargos y plebiscitos en juego hace que las papeletas lleguen a tener varias páginas de tamaño en estados como Florida donde, además, las preguntas van redactadas tanto en inglés como en español.

Una papeleta electoral en Florida junto a un portátil
Una papeleta electoral en Florida junto a un portátil, para comparar el tamaño. Foto: Angélica C. para ElEconomista

¿Cómo funciona el sistema electoral de EEUU?

En Estados Unidos no hay listas ni sistemas proporcionales. Cada cargo, desde senador a concejal, se elige entre un puñado de candidatos individuales -normalmente un demócrata y un republicano, aunque puede haber candidatos independientes o de pequeños partidos-, y el aspirante más votado, independientemente del porcentaje que obtenga, resulta elegido.

Hay algunas excepciones: en media docena de estados, entre ellos California, las elecciones se celebran a doble vuelta, para asegurarse de que el ganador obtiene mayoría absoluta de votos. Mientras, en Maine, se probará una "elección por preferencias", en la que los votantes no elegirán a un candidato sino que harán una lista de sus preferidos. Si ninguno obtiene mayoría absoluta, se eliminará el candidato menos votado y se contará la segunda preferencia de los que le eligieron como primero; así hasta que alguien supere el 50%. Pero son excepciones.

¿Qué puede pasar en cada cámara?

Con todos los escaños en juego y una asignación de diputados proporcional a la población de cada estado, el Congreso es la cámara que más debería reflejar los cambios de opinión populares. Actualmente, los republicanos tienen una ventaja de 23 escaños. La media de los sondeos sitúa a los demócratas con una ventaja de entre 8 y 9 puntos en intención de voto, lo que les coloca como favoritos, en lo que parece una reacción de protesta contra Trump. Pero la clave que más puede afectar al resultado, para desgracia de los demócratas, es algo tan arcano como el diseño de las circunscripciones.

Como cada elección es individual, es necesario dividir a los estados en tantas partes como escaños haya en juego, para que cada votante tenga "su" representante. En la gran mayoría de estados, los encargados de hacerlo son los propios parlamentarios estatales, que pueden escoger a sus votantes cada 10 años. Y como en 2010, cuando tocaba rediseñar los mapas, había mayorías absolutas republicanas en gran parte de ellos, el resultado es que una gran cantidad de circunscripciones están diseñadas por los republicanos para favorecerse a ellos mismos, haciendo que los escaños les salgan más 'baratos' a ellos que a los demócratas. Como consecuencia, en 2012, los demócratas ganaron las elecciones por dos puntos pero los republicanos mantuvieron su mayoría.

Esto significa que, para obtener una mayoría en el Congreso, la oposición necesita ganar como mínimo por 6 puntos de ventaja, según los analistas. Cualquier resultado inferior daría como favoritos a los republicanos, y dejaría el resultado final a merced de lo que ocurra en un puñado de circunscripciones muy ajustadas. Lo que significa que la ventaja actual en las encuestas puede ser insuficiente para los demócratas si se reduce en apenas un par de puntos. A cambio, si amplían su ventaja un poco más, pueden ganar una cantidad enorme de escaños.

Si el Congreso funciona a corto plazo, el Senado es completamente distinto. Allí, los escaños se renuevan por plazos, un tercio cada dos años, y cada senador se mantiene en el cargo durante 6 años. Además, cada estado elige a dos senadores, independientemente de su población, lo que da un peso desproporcionado a los estados rurales y poco poblados que tradicionalmente votan a los republicanos.

Y es en ese territorio, precisamente, donde se juega la Cámara Alta este año. Actualmente los republicanos tienen una mínima mayoría de 51 a 49, que les permite nombrar jueces y ministros del Gobierno de Trump -necesitan 50 votos- y aprobar reformas fiscales, pero no aprobar el resto de leyes, lo que requiere de 60 votos. Pero los 35 escaños en juego este noviembre favorecen desproporcionadamente al partido de Trump: los demócratas ponen en juego 26 escaños, 6 de ellos en estados en los que Trump ganó por goleada -más de 10 puntos- en 2016. Por contra, los republicanos solo arriesgan dos en estados más centristas.

Si los republicanos pierden el Senado, se quedarían sin la capacidad de nombrar a jueces

La situación es muy negativa para los demócratas: necesitan mantener todos sus escaños en territorio conservador y ganar los dos republicanos en juego (Arizona y Nevada). Si pierden alguno de los suyos, deberán romper los pronósticos en lugares como Texas o Tennessee, en los que han encontrado candidatos carismáticos capaces de plantar cara. Los republicanos, por contra, necesitan ganar la mayor cantidad de escaños posibles para crear un colchón y que en dos años, cuando ellos pongan en juego muchos asientos 'sensibles', no pierdan la Cámara Alta.

¿Cuál es la importancia del resultado?

Lo que ocurra en noviembre tendrá cuatro efectos. Primero, sobre la legislatura: si los republicanos pierden la mayoría en alguna de las dos cámaras, las posibilidades de que aprueben alguna ley caen al mínimo. Quizá Trump podría aliarse con los demócratas para aprobar una ley de inversión en infraestructura, pero poco más. Segundo, los demócratas podrían abrir infinitas comisiones de investigación sobre los numerosos escándalos que envuelven al Gobierno y obligar a Trump a entregar documentos sensibles como sus declaraciones de la renta o los resultados de sus empresas, además de llamar a declarar a cualquier miembro de su gabinete cuando quieran.

Si los republicanos perdieran el Senado, también se quedarían sin la capacidad de nombrar a jueces tan polémicos como Brett Kavanaugh, acusado de abusos sexuales, tanto al Tribunal Supremo como a las cortes federales inferiores, que Trump está llenando de magistrados conservadores. Además, también pondría en riesgo al Gobierno mismo, ya que los ministros y directores de agencias clave como la CIA, el FBI o la NASA deben ser confirmados por el Senado.

Por último, las elecciones estatales tienen dos vertientes: por un lado, un contraataque demócrata les impediría diseñar mapas para el congreso tan favorables para los republicanos en 2020, cuando toque rehacerlos. Pero lo mas importante es la cantera: de los parlamentos estatales suelen salir los candidatos a diputados y senadores nacionales, y los gobernadores suelen ser candidatos estrella a presidente. Después de años de 'sequía' de candidatos e ideas en el banquillo demócrata, la crisis puede cambiar de bando.

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