El partido Fidesz (derecha) del primer ministro Viktor Orbán ha logrado un 49,29% de votos en la votación de listas según los resultados oficiales parciales una vez escrutado el 85% de los votos, según ha publicado la Oficina Nacional Electoral, con lo que obtendría una mayoría de dos tercios en el Parlamento.
El propio Orbán ha proclamado ya su victoria tras la votación y ha destacado que la alta participación "despeja todas dudas". Para Orbán, estos resultados suponen "una oportunidad para defender Hungría". "Hemos ganado. Hungría ha conseguido una gran victoria", ha apostillado.
El segundo partido más votado ha sido la formación de extrema derecha Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), que ha logrado un 19,94% de votos, según los datos oficiales recogidos por la agencia de noticias oficial, MTI.
La tercera fuerza política sería el Partido Socialista de Hungría (MSZP) con un 12,19% de los votos a listas de partido a nivel nacional, seguido de dos partidos menores de izquierda, el ecologista Otra Política es Posible (LMP 6,75%) y Coalición Democrática (DK, 5,48%).
Con estos datos, Fidesz lograría 133 de los 199 escaños de la Asamblea Nacional, seguido de Jobbik, con 26 escaños, y de los socialistas, con 20 asientos. DK habría conseguido nueve plazas y LMP, ocho.
La participación ha sido de en torno al 70%, con lo que se despejan las dudas sobre la legitimidad de la victoria de Orbán, ya que superan los datos de las tres últimas citas legislativas, según ha destacado el viceprimer ministro Zsolt Semjen.
Contra la UE y la inmigración
La victoria podría animar a Orbán a impulsar una alianza centroeuropea contra las políticas migratorias de la Unión Europea. Orbán, el primer ministro que lleva más tiempo en el cargo en la época poscomunista húngara, se opone a una integración más profunda en la Unión Europea.
Héroe precisamente anticomunista para muchos en su día, Orbán se ha desviado de sus iniciales puntos de vista liberales para convertirse en un firme oponente a la inmigración admirado por la extrema derecha en toda Europa.
Alcanzó su mayor cota de protagonismo cuando en enero de 2015, meses antes del pico migratorio que tuvo la UE con la llegada de refugiados, dijo que la inmigración en Europa debía frenarse tras los atentados islamistas en París, pese a que los terroristas habían nacido en Francia.
"No deberíamos mirar la inmigración económica como si fuera útil, porque sólo trae problemas y amenazas a la gente europea", dijo en la televisión estatal. "Por lo tanto, la inmigración debe detenerse. Esa es la postura húngara", remachó.
"No queremos ver una minoría significativa entre nosotros que tenga características culturales y antecedentes diferentes. Nos gustaría mantener a Hungría como Hungría", dijo también.
En agosto de 2015, cientos de miles de solicitantes de asilo ingresaron a Hungría desde los Balcanes, rumbo a Europa occidental. En septiembre, el gobierno de Orbán erigió una valla en la frontera de Serbia para mantenerlos fuera, y la postura implacable contra la inmigración ha sido el centro de sus políticas desde entonces.