Economía

La vergüenza de Orban: el Banco Central de Hungría reparte 1.000 millones a sus amiguetes

  • Se trata del mayor caso de corrupción de los últimos años
  • Gyorgy Matolcsy ha usado el emisor para enriquecerse
  • No se descarta que el propio Viktor Orban esté implicado
Viktor Orban (derecha) intentó tapar el escándalo y ahora se niega a cesar al Gobernador del Banco Central (a la izquierda).

Mucho se ha escrito del milagro económico del pragmático y xenófobo primer ministro de Hungría, Viktor Orban, que permitido al país encajar los golpes más duros de la Gran Recesión. Pero hay otro milagro en marcha a orillas del Danubio, y es mucho más prosaico: el Gobernador del Banco Central de Hungría ha desviado cerca de 1.000 millones de euros a amigos y familiares, ante la pasividad del ejecutivo magiar y el estupor de la Unión Europea.

Para entender de dónde sale el flujo de dinero primero hay que tener en cuenta dos factores. Uno: que si conocemos estos datos es gracias al Tribunal Constitucional, porque Orban se resistió como gato panza arriba a revelarlos. Dos: que en 2014 el Banco Central de Hungría registró un asombroso beneficio cercano a los 1.800 millones, y que es de allí de donde ha estado bebiendo la familia ampliada de Gyorgy Matolcsy, el gobernador.

El atraco a mano armada a los contribuyentes húngaros ha sido tan escandaloso que hasta quienes están acostumbrados a los frecuentes episodios de corrupción en Europa del Este, desde Budapest hasta Moscú, se han quedado con la boca abierta ante la gravedad y la extensión del fraude cometido con el consentimiento (si es que no el apoyo) del polémico Viktor Orban.

"Hay, literalmente, un camino de papeles que conectan directamente pagos cuestionables por parte del Banco Central de Hungría a personas relacionadas directamente con su Gobernador. Incluso para lo que es habitual en Europa del Este, esto va más allá de la habitual definición de capitalismo de amiguetes", explica Otilia Dhand, analista de riesgos políticos en Teneo Intelligence, en Bruselas.

Puesto que el Banco no está obligado a pagar dividendos, lo que Matolcsy hizo para apropiarse del dinero público fue crear una red de fundaciones nada discreta -muchas de ellas aseguraban dedicarse a promover la educación financiera-, y utilizarlas como manguera con la que trasvasar fondos.

El trabajo estaba ya hecho. Matolcsy, por ejemplo, prestó 90 millones a un banco del que nadie había oído hablar, el NHB Novekedesi Hitel Bank. Con el empujón, la entidad cuadruplicó su base de depósitos y no ha dejado de crecer. El banco está controlado por Tamas Szemerey, que a sus 63 años no contaba con experiencia previa en el sector financiero... pero que es primo hermano del gobernador. Y hay mas: la entidad financió el pasado año por una cifra que no ha sido detallada una fábrica de muebles que es propiedad del hijo de Matolcsy.

El dinero del NHB salió de Pada, que es la mayor de las fundaciones creadas por el Gobernador para robar el dinero de los contribuyentes. Junto e ellas están Padoc, Pads, Padi, Padma y Pageo. Esta es sólo una de las muchas maniobras que se han detectado, y todas ellas apuntan al entorno de Matolcsy.

El fiscal no quiere investigar

¿Y qué opina Orban de todo esto? El polémico mandatario no se ha imutado ni siquiera cuando todo el pastel ha salido a la luz, y ha advertido de que defenderá la posición de Matolcsy "hasta que tierra y cielo choquen".

A los indignados húngaros les quedaría el recurso a la Justicia, si no fuese porque la Fiscalía no ve indicios de delito. Esta postura se entiende no sólo por las vinculaciones con el Gobierno... sino porque el jefe de los fiscales de Hungría es marido de la jefa de recursos humanos del Banco Central que, además, está a sueldo de una de las seis fundaciones de la vergüenza.

A otros observadores, en cambio, la actual situación no les sorprende. Las abrumadoras mayorías obtenidas por Orban en las elecciones de 2010 y 2014 ha permitido a Orban intervenir de forma creciente en la economía del país, en un movimiento que el primer ministro ha calificado como un cambio político tan profundo como lo fue la transición del comunismo, hacia lo que Orban llama "el estado iliberal": una economía teóricamente moderna, alejada de las democracias liberales y que tiene como ejemplos a Turquía. Y a Rusia, claro.

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