
Decía el hispano-estadounidense George Santayana que "aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo". El filósofo señalaba la necesidad de aprender de los errores, pero el estudio de la historia a menudo da las claves de cómo será el futuro. Este es el método que usó el analista político Douglas Schoen, que en 2015 adivinó casi al pie de la letra lo que ocurriría un año después en las elecciones primarias y los comicios presidenciales en Estados Unidos.
En su libro The Nixon Effect: how Richard Nixon's presidency fundamentally changed American politics (Encounter Books, febrero de 2016), Schoen hace un repaso laudatorio a la influencia del presidente Nixon sobre el sistema de partidos estadounidense, la política exterior, las medidas sociales y la perspectiva económica, una impronta que permanecería presente en la Casa Blanca durante el resto del siglo XX. Pero es en el epílogo donde se aventura a vaticinar lo que iba a ocurrir meses después.
Schoen usa su experiencia como habitual asesor político de los demócratas - trabajó para Bill Clinton desde 1994, para Hillary Clinton en 2008 y para el exalcalde neoyorquino Michael Bloomberg, entre otros - y su conocimiento del presidente republicano manchado por el Watergate para acercarse a los dos principales partidos y sus candidatos a primarias desde la perspectiva que habría usado el propio Nixon.
Así, el autor recomienda a los candidatos "adaptar el modelo de Nixon a los temas y condicionantes actuales". En inmigración, afirma que el ganador "debería presionar hacia un programa de reforma migratoria que tuviera un camino para lograr la ciudadanía pero que priorice la seguridad fronteriza". En competitividad, señala que deberían apostar por ampliar la competitividad americana "no sólo en educación, sino también en el mundo de los negocios" y luchar contra las "sofocantes estructuras reguladoras y fiscales". Y en política exterior, adivina que el candidato debería "reconectar a los votantes con el papel del poder estadounidense en el mundo". Las promesas del ya presidente Donald Trump sobre el muro con México, la desregulación del sector financiero, la bajada del impuesto de sociedades, el proteccionismo para favorecer a las empresas americanas y el eslógan "Hacer América grande de nuevo" responden con precisión a los vaticinios de Schoen.
En cuanto a las primarias demócratas, da a Clinton por vencedora y ni siquiera menciona a Bernie Sanders, que plantó cara a la ex secretaria de Estado durante meses. Schoen se pone en la piel de Nixon para recomendar a la candidata "una filosofía económica y social que lidie con el problema de que, mientras la izquierda quiere luchar contra la desigualdad, el resto del país quiere crear algunos malditos empleos". Y efectivamente, esta confrontación protagonizó buena parte de los debates presidenciales... pero Clinton no supo convencer con sus propuestas de creación de empleo.
Quizá más sorprendente aún es su predicción sobre las primarias republicanas. De nuevo en los zapatos del expresidente, Schoen va descartando candidatos: "Chris Christie (...) no está listo para el escenario nacional (...) y no ganará la base conservadora. Rand Paul (...) su política exterior aislacionista no es viable. (...) El republicano más listo en cuanto a ideas es Ted Cruz (...) pero está demasiado escorado a la derecha. (...) Marco Rubio es un talento tremendo (...) pero es otro niño prodigio. ¿Queremos otro, después de Obama?" (...) Ben Carson en una persona increíble (...) pero no es material presidenciable". Descarta también a Jeb Bush porque cree que "giró a la izquierda cuando debería haber girado a la derecha" y porque "los estadounidenses no quieren otro Bush".
En consecuencia, aunque Schoen no apuesta por su victoria, el mejor posicionado era Donald Trump: "Es algo más. Es la expresión encarnada de la mayoría silenciosa (...) Es una fuerza política". El autor subraya que en el pasado ciclo político "los votantes republicanos tienen una fascinación" con los candidatos que no son políticos profesionales, y que Trump ha conseguido canalizar "la ira y la frustración" del votante.
Finalmente, el asesor político vuelve a pensar como Nixon para recomendar a quien fuera candidato republicano que encontrase una forma de enfocar esa ira "positivamente". "Tienes que dar a la gente una razón para creer de nuevo. Necesitas reclamar la visión de Reagan y apelar a 1980". Trump siguió la orden al pie de la letra y copió el eslógan de Reagan de aquel año, que rezaba "Let's make America great again".
Y Schoen, un año antes de las elecciones, da las claves de la victoria presidencial: "Hillary es vulnerable. Cualquiera puede verlo. Necesitas argumentar que ella representa las políticas fallidas del pasado y que la presidencia de su marido permanece anclada en la controversia, y que tienes las ideas y el liderazgo para el futuro de América (...). Si puedes hacerlo, ganarás en 2016". Trump lo hizo. Y, efectivamente, ahora ocupa la Casa Blanca.