Internacional

May da a los conservadores su mayor margen en los sondeos en décadas

  • Los 'tories' centran la campaña en su candidata y los laboristas en ideario
Theresa May. Foto: Reuters

La incontestable ventaja que los conservadores disfrutan en las encuestas ha convertido las generales que Reino Unido celebra el 8 de junio en un laboratorio de pruebas con el que el bipartidismo británico pretende comprobar qué decanta el imaginario del votante, si la táctica personalista, o la priorización de las ideas. La derecha, que nunca había disfrutado de un margen tan amplio en tiempos modernos, ha decidido comprobar hasta dónde llega el efecto Theresa May, una política alérgica a los artificios notablemente más popular en los sondeos que su propio partido.

De ahí la apuesta por una campaña marcadamente centrada en la candidata a continuar en el Número 10, frente a la estrategia del Laborismo, que en lugar de maximizar el potencial de apelación de su líder, prefiere poner el acento en las propuestas programáticas. Aunque el manual con el que concurre a los comicios lleva el sello distintivo del patrón ideológico de Jeremy Corbyn, la percepción de éste en los sondeos, que prueban reiteradamente que ni siquiera el votante laborista encuentra en él material para primer ministro, ha llevado a la formación a reducir su exposición y focalizar en las medidas su intentona de revertir las dos derrotas consecutivas sufridas desde 2010.

La decisión, con todo, complica sus aspiraciones, debido a la fórmula elegida por los tories, empeñados en exprimir la popularidad que su cabeza de lista revela en los sondeos, incluso a pesar del descrédito padecido por la demoscopia desde las generales de 2015 e, inevitablemente, la inesperada victoria del Brexit. Muchos candidatos laboristas han preferido reducir a la mínima expresión la presencia de Corbyn no solo en sus campañas individuales, sino en el material que comparten en sus circunscripciones, convencidos de que su líder podría ser un lastre en su carrera por un asiento en Westminster.

Por ello, han denunciado la técnica personalista de su rival, basada en la consciencia de que los diez meses que May lleva en la residencia oficial no solo no han afectado a su percepción como una política cabal y con determinación, sino que la han reforzado. Una de las claves de esta reputación radica precisamente en la manera en que se presenta ante un electorado hastiado de batallas cainitas y culto al líder: la mandataria británica aprovecha cada ocasión para reivindicar sus orígenes, ajenos a los privilegios a los que tradicionalmente se vincula al poder conservador, y defender su tesis por un Reino Unido que "funcione para la mayoría, no solo para unos pocos", un lema con una crítica velada a su antecesor, que no logró su objetivo de eliminar la toxicidad de la marca tory.

El cuadro es astuto, puesto que le permite entrar en bastiones históricamente vetados a los suyos, también territorialmente, ya que, según los sondeos, la derecha podría poner una pica en Escocia y apunta a ser mayoritaria en Gales, hasta hace poco feudo laborista. Materializarlo en las urnas sería un hito, pero si algo ha evidenciado May desde el insospechado adelanto electoral es una alergia inusitada a la imposición de límites, especialmente sorprendente en una política famosa por su aversión al riesgo.

Como prueba, se ha atrevido a manejar material inflamable incluso para la izquierda, como la propuesta de imponer un máximo para las facturas de la energía, un planteamiento que, cuando lo había defendido el aspirante laborista en 2015, había sido tildado de "marxista". La premier sabe que ninguna fórmula que recuerde al intervencionismo estatal puede hacer daño a una formación conocida por su connivencia con la laxitud regulatoria y el libre mercado.

Así, May se puedepermitir emplear una retórica tendente a la dialéctica laborista tradicional para arañar los votos con los que aspira a apuntalar su hegemonía parlamentaria. Los mandarines de su partido han identificado hasta 70 escaños que el próximo 8 de junio podría arrebatar a su eterno rival y, con ello, garantizar el objetivo último de obtener un incontestable margen de maniobra para la negociación del Brexit.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky