
Tras días de espera, el Gobierno de EEUU presentó este viernes su proyecto de presupuestos para 2022, en un giro de 180 grados a las prioridades de su predecesor. En su proyecto, Joe Biden dispara el gasto social, con aumentos del 41% en Educación, del 23% para Sanidad y del 22% para Medio Ambiente, hasta alcanzar una cifra de 6 billones de dólares. Pero lo que más llama la atención son las grandes cifras del cuadro macroeconómico: prevé un déficit del 16,7% para este año y una inflación de solo el 2,1%, menos de lo que esperan los mercados. Los tipos de interés, también, subirían con calma: la deuda a 10 años no superaría el 2% hasta 2024.
El giro respecto a las prioridades de Donald Trump se ve tanto en las partidas que aumenta como en las que no: el gasto para Seguridad Interior cae un 0,1% y el de Defensa apenas sube un 2%.
El plan incluye ya los dos grandes proyectos de gasto y subidas impositivas que presentó a finales de marzo, y que probablemente se debatirán en el Senado este otoño, junto con los presupuestos. Las expectativas del Gobierno es que, aun con las subidas a Sociedades y Renta, el déficit no baje del 4% en la próxima década, pero que el aumento de la actividad "pague el coste de la inversión en 15 años", en palabras de la presidenta del Consejo Económico de la Casa Blanca, Cecelia Rouse.
"Los tipos de interés históricamente bajos hacen que este sea el momento adecuado para sumir deuda para modernizar la economía y expandirse", afirmó Rouse. Biden ha insistido en que sus proyectos de infraestructuras quieren aprovechar "una oportunidad en una generación" de invertir.
Esa confianza se ve en los datos macroeconómicos. El Gobierno Biden confía en que la inflación se mantenga estable entre el 2,1% y el 2,3% a lo largo de los próximos años. El bono a 10 años terminaría 2021 en el 1,2%, alcanzaría el 2% en 2024 y terminaría la década en el 2,8%, según estas estimaciones. Y el desempleo caería al 4,7% este año, al 4,1% en 2022 y al 3,8% el año siguiente.
Críticas de ambos lados
La izquierda demócrata ya ha protestado porque el plan no incluye la creación de un seguro público voluntario de salud, una de las promesas a largo plazo de Biden, aunque la Casa Blanca dijo que quiere negociar con el Congreso ese asunto en el futuro. Los republicanos, por su parte, piden subidas en Defensa e Interior comparables a las de Sanidad y Educación. El proyecto necesita de al menos 10 republicanos para salir adelante.
Aun así, lo más importante del proyecto es que, aunque los planes de gasto social y reforma fiscal de Biden no se aprueben por mayoría reforzada, su mera aprobación permitirá a los demócratas debatir esas leyes de gasto aparte, con un mecanismo especial que permite modificar los presupuestos por mayoría simple, como hizo Trump con su reforma fiscal de 2018. Pero eso será a partir del 1 de octubre.