
Desde que el Reino Unido rechazó pedir una última prórroga al Brexit, el reloj no ha dejado de correr para cerrar un acuerdo comercial que fije la nueva relación con la UE. Y este jueves, el negociador jefe europeo, Michel Barnier, advirtió de que las líneas rojas británicas hacen "poco probable" encontrar un punto de acuerdo antes de octubre, la fecha límite para poder tramitarlo todo antes de final de año.
En concreto, Barnier apuntó a los dos principales focos de conflicto entre ambas partes: el establecimiento de un "terreno de juego justo", que impida una competencia desleal por parte de las empresas británicas, y un acuerdo pesquero que permita a las flotas europeas seguir faenando en aguas inglesas de forma más o menos similar a la actual.
"El Reino Unido no ha mostrado una voluntad de romper el bloqueo. No ha habido ningún avance en los temas de ayudas estatales a empresas ni en el control de subsidios. Y el tiempo para hallar respuestas se está agotando", advirtió Barnier.
Si no hay un pacto, el negociador recordó lo que ocurrirá: "Además de nuevos papeleos aduaneros", que Reino Unido estima que supondrán un coste añadido de 7.000 millones de libras anuales, "habrá cuotas y aranceles". E insistió en que los controles aduaneros internos británicos entre Inglaterra e Irlanda del Norte deberán estar activos el 1 de enero de 2021, "sin un periodo de gracia que valga". "Esta es la realidad del Brexit y seguiré diciéndolo", cerró Barnier.
Por su parte, su homólogo británico, David Frost, insistió en que el Reino Unido pide mantener su soberanía y ser tratado como un igual por la UE, y se lamentó de que Bruselas no se haya movido de sus exigencias iniciales. "Nosotros lo que queremos es un acuerdo como el que tiene la UE con Canadá, y no entendemos la resistencia europea a ofrecerlo", y recordó que están dispuestos a salir con acuerdo si es necesario.
Aun así, ambas partes han prometido seguir negociando hasta el final. El primer ministro británico, Boris Johnson, sigue convencido de que la UE cederá en el último instante, como cree que hizo el año pasado con el acuerdo de salida. El problema es que la UE 'cedió' entonces porque Johnson aceptó la propuesta inicial de Bruselas de poner una frontera interna en Reino Unido. Propuesta que su predecesora, Theresa May, había rechazado de plano y que Johnson había calificado de "inaceptable" hasta el día en que la firmó. La UE, desde luego, confía en lograr una "cesión" similar. El riesgo es que esta vez ninguno se mueva y el choque de trenes por fin se haga realidad.