
¿Quién manda exactamente en Reino Unido? La enfermedad del primer ministro, Boris Johnson, ingresado en la UCI desde el lunes con un caso grave de covid-19, ha abierto de nuevo el melón de la intangible Constitución británica justo unos días después de que descansara tras cuatro años de estrés por la crisis del Brexit. Con el jefe del Ejecutivo fuera de combate, nadie sabe exactamente quién tiene el poder de sustituirle, y la posibilidad latente de que Johnson se una a la larga lista de fallecidos por el coronavirus está haciendo a los expertos desempolvar sus teorías de qué debería pasar en una situación para la que no hay antecedentes ni normas escritas.
La clave que hace del Reino Unido un país tan curioso para los temas políticos es que no tiene una Carta Magna escrita como tal. En su lugar, el funcionamiento del país se rige mediante leyes ordinarias, que el Parlamento puede cambiar en cualquier momento por mayoría simple, y por costumbres y tradiciones. Una de esas costumbres es que el de primer ministro es un cargo permanente y con plenos poderes hasta la dimisión de su titular. No existe la figura de "primer ministro en funciones" recogida como tal ni hay sesiones de investidura que se alarguen meses. Los traspasos son instantáneos: en el momento en el que pierde las elecciones, el titular debe dimitir y recomendar a la reina que designe inmediatamente como sustituto al candidato ganador, como ocurrió aquí con la moción de censura de 2018. En 2010, de hecho, hubo un escándalo cuando Gordon Brown se resistió dos días tras el resultado electoral antes de pasar el cargo a David Cameron, a la espera de que el entonces líder 'Tory' cerrara su acuerdo de coalición con los liberales.
El sistema británico tiene una capacidad fantástica de generar 'números dos' del Gobierno sin que haya un rango claro entre ellos
Con esos antecedentes, Reino Unido se encuentra en una situación inédita en siglos: no hay un primer ministro en activo. Hay uno, pero está incapacitado para actuar o para dimitir y designar a un sustituto. Johnson dejó escrito de antemano que su reemplazo interino debía ser el 'número dos' del Gobierno, el primer secretario de Estado y ministro de Exteriores, Dominic Raab. Pero nadie sabe exactamente qué autoridad tiene para actuar como primer ministro suplente, un cargo que no existe.
A eso se suma el hecho de que el sistema británico tiene una capacidad fantástica de generar 'números dos' sin que haya un rango claro entre ellos, al contrario que entre los vicepresidentes en España. Junto a Raab, en las últimas horas otras dos figuras han dado un paso al frente. El primero es Michael Gove, Canciller del Ducado de Lancaster -un cargo básicamente inventado y sin funciones, pero con prestigio- y ministro del Gabinete (equivalente al ministro de la Presidencia español), encargado de dirigir los Consejos de Ministros y coordinar el Gobierno, unas tareas más relevantes para el día a día gubernamental que las de Exteriores.
El otro es el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, nombrado hace apenas dos meses. Su cargo, en sentido estricto, es el de Segundo Lord del Tesoro, solo por detrás del primer ministro, cuyo título oficial no es este, sino el de Primer Lord del Tesoro, que es lo que aparece escrito en la puerta del Número 10 de Downing Street. Para dejarlo claro, Sunak es su vecino y residente en el Número 11. Y hay otra entrada más al Número 10: la que hay desde el Ministerio del Gabinete, el de Gove. Constitucionalmente hablando, hay tres personas que pueden alegar ser el 'número dos' de Johnson y su sustituto natural.
¿Quién manda? Nadie lo sabe
Por el momento, Gove ha salido para explicar que no hay una lucha abierta y que las decisiones las tomará el Consejo de Ministros en pleno. Pero eso no aclara quién firmaría, y en qué calidad, cualquier documento que comprometa a Reino Unido y que deba hacerse estos días, uno de los poderes del primer ministro, o quién tendría la autoridad de pedirle a la reina que cesara a ministros o nombrara a nuevos cargos de primer nivel, dado que esta solo puede actuar bajo "el consejo del primer ministro", un cargo vacante en la práctica.
Y si eso ya es un problema, la pregunta a la que nadie sabe responder es qué ocurriría en caso de que Johnson muriera. De hacerlo, el primer ministro titular no podría presentarse ante la reina y designar a su sucesor ante ella. En ese caso, la ventaja la tendría Raab, al ser la persona que Johnson dejó señalada antes de ser ingresado, pero habría que crear un nuevo precedente nunca visto antes. Y, acto seguido, el Partido Conservador tendría que celebrar primarias para elegir a un nuevo líder, que podría ganar cualquier otra persona. Por si no hubieran tenido suficiente caos en el último año, la Constitución británica está de nuevo en otra crisis.