
Hasta hace nada, era el favorito. Joe Biden, el que fuera vicepresidente de EEUU con Barack Obama, era el hombre moderado capaz de arrastrar votos de republicanos desencantados y de izquierdistas que quieren derrotar a Donald Trump por encima de todo. Pero dos derrotas sonadas en las dos primeras votaciones -Iowa y New Hampshire- llevaron a dar su carrera por muerta. Sin embargo, Biden aún tiene un as en la manga. Su esperanza es arrasar este sábado entre los votantes negros de Carolina del Sur, donde lidera las encuestas, y llegar al próximo 'Súpermartes' en plena forma.
La fortaleza de Biden siempre ha estado entre los votantes negros, uno de los pilares del Partido Demócrata. Muchos de ellos guardan una gran simpatía por el que fuera la mano derecha del único presidente negro del país. "Si Biden era lo suficientemente bueno para Obama, lo es también para mí", afirmaba una votante en una entrevista en televisión. Y las encuestas lo ratifican: el veterano político es el favorito de los votantes negros y lidera la carrera en Carolina del Sur, el último estado previo en votar antes del día clave, y el primero con una alta población afroamericana.
El miércoles, de hecho, recibió un apoyo clave de una de las figuras más influyentes del partido. Jim Clyburn, número tres del partido en la Cámara de Representantes y diputado por el estado sureño desde 1993, anunció que votaría por el exvicepresidente y pidió a sus conciudadanos darle una victoria el sábado.
Último tren para los rivales de Sanders
Pese a sus dos derrotas, Biden sigue teniendo muchas posibilidades de ser el rival definitivo de Bernie Sanders. El otro gran ganador en los primeros encuentros, Pete Buttigieg, no ha logrado atraer apenas a votantes negros y está totalmente desinflado en las encuestas para los estados del 'Súpermartes', en las que este grupo demográfico tiene un gran peso. Y el exalcalde de Nueva York y multimillonario, Mike Bloomberg, lleva días de retroceso en los sondeos tras hundirse en el debate de la semana pasada.
Su gran oportunidad es, precisamente, que un triunfo rotundo en Carolina del Sur le permita recoger el apoyo de los votantes moderados que desconfían de Sanders y que aún no se han decidido por una sola de las muchas opciones que tienen. El objetivo es superar el 15% del voto en todos los estados, el mínimo para obtener delegados: si lo consigue, evitará que Sanders arrase definitivamente y se convierta en invencible a la primera oportunidad.
Pero el exvicepresidente tiene un reto: lograr animar a los votantes, a los que no ha llegado a entusiasmar en ningún momento, prometiéndoles un Gobierno tranquilo y moderado. Mientras que Sanders lo apuesta todo a movilizar a jóvenes progresistas que nunca antes habían votado, Biden confía en arrancar a exrepublicanos decepcionados con Trump. Y aún tiene una última oportunidad de demostrar que su plan funciona, este sábado.