Internacional

El coronavirus podría ser la sorpresa que lleve a Bernie Sanders a la Casa Blanca

  • Un frenazo provocado por el virus llegaría en el peor momento
  • Los planes de Sanders para una sanidad pública se verían impulsados
Bernie Sanders. Foto: Reuters

En la política estadounidense, hay una categoría especial dedicada a las llamadas "sorpresas de octubre": eventos inesperados que estallan justo antes de las elecciones presidenciales y cambian los resultados de las votaciones. Este año, aún quedan muchos meses -algo menos de 9- para que abran las urnas en el gigante norteamericano, pero el inesperado coronavirus, cuyo efecto apunta a que vaya a extenderse unos cuantos meses, puede hacer daño al presidente, Donald Trump, y acabar llevando a la Casa Blanca al izquierdista Bernie Sanders, actual favorito demócrata.

Hay varios motivos por los que el virus puede sacudir el camino de las elecciones. El primero es el gran daño que la epidemia está haciendo a la economía china y, en consecuencia, mundial. Con una fuerte ralentización de la economía del gigante asiático en el primer trimestre del año, que puede extenderse al segundo, sus repercusiones internacionales se verán también en EEUU, que, pese a la guerra comercial, sigue siendo uno de los principales socios comerciales de China.

Los datos pueden llegar en el peor momento: un posible brusco frenazo del PIB -y, en el peor escenario, una recesión, como puede pasar ya en Italia- en los dos primeros trimestres sería anunciado en medio de la campaña electoral. Eso dañaría a la principal fortaleza de Trump: el sostenido crecimiento de la economía y del número de empleados durante su mandato. De acabar la racha, el peor momento sería justo en este cuarto año.

A eso se suma otro aspecto: la crisis sanitaria en sí. A día de hoy aún no hay ningún fallecido en EEUU ni grandes focos de contagio más allá de viajeros infectados en china, pero hasta un solo caso puede dañar gravemente al Gobierno si aparece la más mínima alerta informativa. En octubre de 2014, el descubrimiento de tan solo cuatro personas contagiadas del ébola en Texas, tras haber visitado los países africanos donde se desarrollaba la epidemia del virus, acaparó la atención de los medios en la recta final de las legislativas. El resultado fue una paliza republicana sobre un Gobierno Obama que había liderado las encuestas durante los primeros meses del año.

El deporte nacional: culpar al Gobierno

Y en este caso, no es solo el hecho de que, históricamente, los votantes se han desfogado votando en contra del Gobierno por cualquier tipo de problemas locales, desde ataques de tiburones en Nueva Jersey a la derrota del equipo de fútbol americano de la ciudad. Esos castigos han sido mayores si se puede responsabilizar al partido en el poder, y Trump tiene en su haber recortes multimillonarios al presupuesto de los Centros para el Control de Enfermedades, la institución encargada de investigar y frenar este tipo de virus, y el cese del alto funcionario encargado de coordinar la respuesta a estas crisis sin buscar a un sustituto: su plaza en el Ministerio de Sanidad sigue vacante desde hace tres años.

El efecto acumulado de estos casos puede ser pequeño, pero suficiente para dar el vuelco a unas elecciones que en 2016 se decidieron por apenas 70.000 votos de entre más de 140 millones de papeletas emitidas. Y Sanders, pese a ser el favorito por sus recientes victorias, ni siquiera es todavía el candidato oficial demócrata -aún queda el 'Súpermartes' 3 de marzo y su secuela del día 10, que realmente decidirán el vencedor definitivo-. Pero si hay algún momento en el que su mensaje a favor de un sistema de sanidad pública puede resonar en EEUU es durante una posible pandemia: los casi 30 millones de estadounidenses sin seguro médico serían un caladero electoral de primer nivel en medio de una crisis sanitaria. Todavía no sabemos qué pasará de aquí a noviembre, pero Trump puede acabar convertido en población de riesgo para el virus, tanto por su edad como políticamente.

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