"No quiero saber nada del Servicio Nacional de Salud británico. Ni aunque me lo ofrezcan en bandeja de plata". Así de rotundo se expresó el presidente de EEUU, Donald Trump, en Londres, que visita en el marco de la cumbre de la OTAN de este mes. Sus palabras, una enmienda a las que pronunció en junio -"todo está sobre la mesa para un acuerdo comercial"- suenan a un intento de salvar a su aliado, el primer ministro Boris Johnson, de las acusaciones laboristas de que pretende vender la joya de la corona británica, su sanidad, a las multinacionales estadounidenses.
Trump, cuya popularidad entre el electorado británico apenas ronda el 20%, dijo que no quería entrometerse en las elecciones del país, pero no pudo resistirse a dejar claro que, en su opinión, "Johnson es muy hábil y hará un buen trabajo" si gana.
El líder 'tory' aprovechó la negación de Trump para insistir en que su partido no está interesado en negociar con EEUU la privatización de la sanidad y acusó a los laboristas de "inventarse cosas del triángulo de las Bermudas". La oposición reveló la semana pasada centenares de documentos de las negociaciones preliminares entre ambos países en las que los representantes de EEUU pedían, entre otras cosas, más control sobre los precios de los medicamentos bajo patente.
Movimiento en las encuestas
Johnson también mencionó la necesidad de "recordarle a la gente de qué van estas elecciones", en referencia al Brexit, porque, en su opinión, "se está perdiendo el foco". Ese era precisamente el objetivo de los laboristas, más vulnerables por su indecisión sobre la salida de la UE pero con más propuestas en el terreno de la política económica y social, sobre las que el programa 'tory' pasa de puntillas.
El resultado se está viendo en las encuestas: en los últimos días, la brecha entre ambos partidos se está reduciendo, de una forma sorprendentemente similar a la de 2017. En aquel momento, Theresa May partió con unos 20 puntos de ventaja en los sondeos, que se redujeron a unos 6 en la jornada previa a la votación, y se convirtieron en apenas dos al abrir las urnas.
A falta de una semana, la media de los sondeos pronostica una victoria conservadora por unos 10 puntos, que serían suficientes para otorgar a Johnson la mayoría absoluta. Pero el nivel clave son los 7 puntos de diferencia, a partir de los cuales el siguiente Gobierno quedaría a merced de quién triunfe en las circunscripciones más ajustadas, en las que tanto laboristas como liberales apuestan por el voto útil de los partidarios del otro para echar a los 'tories'.
En Londres, la empresa Yougov pronosticó este mismo martes una victoria laborista de 17 puntos tras haber recuperado 8 en las últimas dos semanas, casualmente el mismo dato de la misma encuesta en la víspera electoral de hace dos años. Y uno de los diputados 'tories' londinenses que pueden estar en peligro si hay voto útil anti-Brexit es Boris Johnson, cuya derrota podría dejar la situación británica en el caos más absoluto, más aún del que había hasta ahora.