Internacional

Un 'lobby' de familias lucha por el modelo económico de Hong Kong

  • La ciudad ha entrado en crisis, con el riesgo de ser absorbida por China
El 'skyline' de Hong Kong. Foto: iStock

El año 2019 se ha convertido en un momento de gran relevancia histórica en el cual han eclosionado tres movimientos de forma simultánea: el primero, la celebración de los 70 años de la creación de la República Popular de China; el segundo, la intensificación de las protestas de la sociedad de Hong Kong hacia Beijing, conforme se va acercando la total integración del sistema propio dentro del chino y, por último, la llamada guerra comercial China-EEUU que se está traduciendo en cambios significativos en la estrategia y consolidación territorial de China.

La oleada de protestas actuales no ocurre en un entorno aislado sino en un caldo de cultivo complejo y bajo un sistema de equilibrio inestable tras episodios anteriores de revueltas como fue la denominada Revolución de los Paraguas de 2014. En este sentido, hay voces que ven el asunto Hong Kong como un problema exclusivamente de libertades civiles y políticas. Sin embargo, es un error hurtar del análisis no sólo el entorno sino muy especialmente la raíz de fondo del conflicto y su solución.

En virtud de los pactos firmados en 1997, el modelo 'Un País, Dos Sistemas' tiene fecha de caducidad, que es 2047, momento en que se producirá la plena integración con China. Conforme se va acercando la fecha, y a pesar de estar a casi 30 años vista, las tensiones van en aumento. En los primeros diez años, la excolonia británica no tuvo problemas significativos con las nuevas autoridades chinas. Sin embargo, conforme la influencia y el soft-power chino han ido en aumento y acompañados de cambios en el estatus político, las quejas han ido creciendo hasta convertirse en revueltas violentas como las que se registran en este momento. Sospechan que China quiere acelerar el proceso de integración.

Peo, ¿cuáles son las raíces de fondo de esta problemática? Sin duda, como se menciona anteriormente, no es sólo una cuestión de libertades y conservación del statu quo.

Por un lado, se trata de la conservación del actual modelo económico e institucional. A diferencia de China, Hong Kong tiene una legislación independiente del Gobierno. Y, además, disfruta de una economía con divisa propia e instituciones relativamente independientes. Parte de un nivel de desarrollo muy alto: Hong Kong es actualmente la octava economía con más renta por habitante del mundo, medida en términos de paridad de poder de compra. Y, para preservar su estatus de hub financiero en Asia, lógicamente, debe haber seguridad jurídica.

Sin embargo, su posición actual se debe y mucho a su relación con China Continental. En este sentido, la isla es un hub clave para canalizar tanto la entrada como la salida de inversión directa exterior de China. Según reflejan históricamente las estadísticas, el primer destino de la inversión china en el exterior es Hong Kong, lo cual significa que China necesita a este territorio para realizar sus inversiones en otros países (es, en el fondo, un vehículo para gestionar la inversión).

Bloqueo de la inversión

Este grado de dependencia económica de China es tan elevado que en el momento en que se ha producido una primera restricción fuerte de la inversión china fuera de sus fronteras ha provocado un importante daño económico. No están sabiendo adaptarse a la pujanza de ciudades chinas como Shanghái o la propia Shenzhen.

Es probable que la primera reemplace a Hong Kong como hub financiero de referencia en China en el momento en que se produzcan las reformas correspondientes que conduzcan a la liberalización de la balanza de capitales en 2021. Y la segunda dentro del sector manufacturero, junto con otras muchas grandes ciudades de la provincia de Cantón, ya tiene más músculo tecnológico y financiero en comparación con Hong Kong.

Y, por otro lado, está la batalla por la conservación del poder económico por parte de las familias tradicionales hongkonesas, que están en franco declive. La diplomacia económica china puso como principal objetivo el control de los principales sectores de la excolonia británica, dado que existía el peligro de que una eventual independencia de Hong Kong tras 1997 dejara a China sin el control de un hub financiero clave para su economía como éste.

Después de años de continuas operaciones corporativas, una parte de las viejas familias se han colocado en una posición de resistencia pero con fuertes presiones del Gobierno chino para abandonar la oposición, dado que estos tienen la capacidad de perjudicar los intereses económicos de estos inversores dentro de China Continental.

Precisamente, una de sus manifestaciones reside en la presión que están ejerciendo grupos de políticos y funcionarios provenientes de la tradición anterior, y apoyados tanto por Estados Unidos como por Taiwán. Los que se dedican a los negocios no se manifiestan, mientras que los que trabajan para la ciudadanía sí lo hacen. Enfrente de estos se colocan otras grandes familias tradicionales que directamente están alineadas con Beijing como es el caso de la familia Li y a su cabeza Li Ka-shing, uno de los hombres más ricos de Asia y dueño del imperio Hutchison Whampoa.

Lo que ha entrado en crisis, por tanto, es el modelo hongkonés, corriendo un serio riesgo de verse relegado a un segundo o tercer plano dentro de una futura China plenamente reunificada.

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