Infraestructuras y Servicios

El campo andaluz pide 200 nuevas balsas para paliar la escasez de agua

  • La Asociación de Regantes Feragua propone destinar los 2.000 millones de euros que acumula la comunidad en déficit de obra hidráulica a crear un sistema de balsas de regulación y microembalses
  • La medida permitiría dar soporte a la difícil situación que atraviesa la cuenca del Guadalquivir tras ocho años de sequía
El proceso de licitación de las balsas es mas sencillo y rápido que el de otras infraestructuras. Europa Press

El déficit hídrico en la cuenca del Guadalquivir crecerá casi un 64% hasta 2039 si no se toman medidas adicionales a las que contempla la actual planificación hidrológica. En concreto, el cambio climático y el incremento de la demanda ambiental harán que la falta de este recurso en los próximos 15 años pase de 218,8 a 358,5 hm3, tal y como revela un estudio elaborado por la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua) y San Telmo Business School con datos oficiales extraídos de los planes hidrológicos.

La del Guadalquivir es ya la cuenca andaluza más afectada por el déficit hídrico y se espera que el desequilibrio entre oferta y demanda continúe creciendo en el medio plazo debido al escaso potencial de aplicación que tienen en la zona los recursos complementarios, como la desalación y la regeneración.

Los embalses han comenzado el año hidrológico con una reserva del 30%, una cifra que, si bien coloca a la cuenca en situación de prealerta por sequía, garantiza el agua de boca durante los tres próximos años sin restricciones, pero deja un año más al campo en una situación comprometida en la que no se descartan nuevos recortes.

Por primera vez desde que se tiene constancia estadística, el regadío del Guadalquivir encadena ocho años de sequías prolongadas e intensos periodos de escasez que han provocado restricciones especialmente severas en los últimos cuatro. Entre 2018 y 2022 los regantes del Sistema de Regulación General se vieron obligados a desarrollar su actividad con menos de la mitad del agua que necesitan sus cultivos y en 2023 la dotación normal se vio recortada hasta el 12%, dejando una gran cantidad de superficie sin plantar y optando por cultivos menos demandantes de agua pero también menos competitivos.

En los últimos meses la situación ha conseguido sostenerse gracias las obras de emergencia impulsadas por el Gobierno central y autonómico para afrontar con inmediatez los problemas derivados de la sequía en la demarcación. Sin embargo, los regantes advierten de que la evolución del déficit hídrico que experimenta la cuenca del Guadalquivir podría empezar a revertirse si se ejecutaran las obras de regulación aprobadas en la planificación hidrológica.

La asociación denuncia que el déficit de inversión en obra hidráulica que acumula Andalucía en los últimos 15 años equivale a una inversión de 2000 millones de euros y recuerda que ninguno de los tres embalses aprobados en el plan del Guadalquivir (Recrecimiento de la Presa del Agrio, Presa de San Calixto y Presa de Cerrada de la Puerta) ha comenzado a ejecutarse ni tiene un proyecto cerrado, por lo se tardará todavía mucho tiempo en poder contar con ellos para incrementar la oferta. Así, piden que toda esta inversión acumulada se destine a la construcción de balsas y microembalses, unas infraestructuras que cuentan con un proceso de licitación más sencillo y menos dilatado en el tiempo. La agrupación andaluza calcula que con 2.000 millones de euros se podría poner en marcha un plan de 200 nuevas balsas que permitirían alcanzar el equilibrio hídrico en la comunidad.

Más recursos y seguridad de suministro

Según Feragua, las balsas de regulación no sólo permitirían garantizar la disponibilidad hídrica, sino también contribuir al incremento de los recursos puesto que son capaces de aprovechar las escorrentías cuando llueve y acumular aguas superficiales dando al campo capacidad de respuesta en épocas de escasez. Asimismo, la asociación señala que las balsas funcionan como infraestructuras de almacenamiento de energía, una característica que ayudaría a mejorar la eficiencia energética de los sistemas de riego optimizando su coste económico. También sirven como elementos de decantación de las aguas turbias que llegan, favoreciendo el funcionamiento de los equipos de filtrado y la utilización de sistemas de riego más eficientes, como es el riego localizado.

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