
No es ningún secreto que la población mundial crece a un ritmo vertiginoso. Si ahora somos 8.000 millones de personas, en 2050 la ONU cree que ya alcanzaremos los 9.700 millones, pudiendo llegar a un pico de cerca de 10.400 millones para mediados de 2080.
Es obvio, también, que esta evolución implicará que se necesitará más de todo: un aumento sin precedentes de la demanda de agua, tierra, materiales de construcción, alimentos, medidas de lucha contra la contaminación, gestión de los residuos... Una realidad que aumenta la presión sobre las infraestructuras envejecidas. Sobre todo, teniendo en cuenta que el futuro de la humanidad es, indudablemente, urbano.
A este respecto, se espera que el número de ciudades en los países de ingresos bajos crezcan un 76%, en los países de ingresos medios-bajos un 20% y en los países de ingresos medios-altos un 6%. Con todo, casi el 70% de la población mundial vivirá en ciudades dentro de 27 años.
De hecho, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 9 se centra en la industria, la innovación y las infraestructuras, ya que "el crecimiento económico, el desarrollo social y la acción contra el cambio climático dependen en gran medida de la inversión en infraestructuras, del desarrollo industrial sostenible y del progreso tecnológico".
Como recuerdan desde Deloitte, "los avances económicos representan poco progreso real si degradan el aire, el agua y el suelo". No en vano, las ciudades son responsables de más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales, mientras que sólo ocupan el 3% de la superficie de la tierra.
"La mayoría de las ciudades están ubicadas cerca del agua, lo que supone un peligro por el potencial aumento del nivel del mar y las tormentas. Al mismo tiempo, dado su destacado papel como centros de innovación y creatividad, también esperamos que nos proporcionen respuestas. Las soluciones e innovaciones en los sectores de energía, construcción, movilidad y planificación de las ciudades tienen el potencial de reducir considerablemente las emisiones", señalan desde la ONU.
Casi el 70% de la población mundial vivirá en ciudades dentro de 27 años
Como recoge el ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), la rápida urbanización está dando como resultado un número creciente de habitantes en barrios pobres, infraestructuras y servicios inadecuados y sobrecargados (como la recogida de residuos y los sistemas de agua y saneamiento, carreteras y transporte), lo cual está empeorando la contaminación del aire y el crecimiento urbano incontrolado. Por tanto, hacer resilientes las ciudades a través de la tecnología es clave para reforzar su sostenibilidad en el futuro. Son las conocidas como smart cities o ciudades inteligentes.
No se trata de coches voladores o de multitud de robots que conviven con nosotros. Como define la Unión Internacional de Telecomunicaciones, una ciudad inteligente y sostenible es una ciudad innovadora que utiliza las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y otros medios para mejorar la calidad de vida, la eficiencia de las operaciones, los servicios urbanos y la competitividad, asegurando que responda a las necesidades de las generaciones presentes y futuras respecto a aspectos económicos, sociales, ambientales y culturales.
Por tanto, se trata del uso de las TIC y el big data para gestionar de forma eficaz y sostenible aspectos como el funcionamiento del transporte, el uso de los recursos energéticos o hídricos, los espacios públicos o la comunicación con los habitantes. A modo de ejemplo, desde Iberdrola destacan innovaciones como los sensores en farolas para medir la calidad del aire u optimizar el gasto eléctrico; la instalación de paneles fotovoltaicos en semáforos o señales de tráfico; la monitorización digital de los contenedores para mejorar la recogida de residuos; los contadores inteligentes de agua y luz o la promoción del vehículo eléctrico y la bicicleta.
Desde Naciones Unidas prevén que la demanda de soluciones y sistemas de ciudades inteligentes aumente anualmente un 25% con un valor aproximado de mercado de 517.000 millones de dólares.
Infraestructuras inteligentes
Las infraestructuras inteligentes constituyen los cimientos de las ciudades del futuro. La característica principal es que están conectadas y que generan datos que pueden utilizarse para optimizar el uso de los recursos y mejorar su rendimiento.
Hace unos años la ONU ya catalogó algunos de los principales componentes de la infraestructura de una ciudad inteligente. Es el caso de los edificios inteligentes. Éstos integran sistemas de gestión inteligente que pueden mejorar la eficiencia energética del inmueble, reducir el despilfarro y garantizar el uso óptimo del agua, por ejemplo.
Igualmente importante es la movilidad inteligente, que abarca distintos enfoques para reducir la congestión del tráfico y fomentar posibilidades de transporte más rápidas, económicas y ecológicas. Como explicaba el organismo en su informe, los sistemas inteligentes de transporte normalmente se componen, entre otros elementos, de una red de transporte público controlada por sistemas de posicionamiento global, semáforos dinámicos, paneles de información al pasajero, lectores automáticos de las matrículas de vehículos, sistemas de circuito cerrado de televisión, puntos de navegación, sistemas de señalización y, lo más importante, la capacidad de integrar datos reales procedentes de la mayoría de esas fuentes.
Las iniciativas de ciudades inteligentes generarán una inversión anual de casi 70.000 millones de dólares en 2026
Otro elemento importante es la inteligencia energética. Estos sistemas utilizan sensores, contadores avanzados, fuentes de energía renovables, instrumentos digitales de control y análisis para automatizar, monitorizar y optimizar la distribución y el uso de la energía. Este tipo de sistemas optimizan el funcionamiento de la red al equilibrar las necesidades de las distintas partes (consumidores, productores y proveedores).
En su caso, un sistema inteligente de gestión del agua utiliza la tecnología digital para no malgastar este recurso, reducir los costes y mejorar la fiabilidad y la transparencia de la distribución de agua. Asimismo, es relevante la gestión inteligente de los residuos. Los sistemas de gestión de residuos permiten reducir los desechos y clasificarlos por tipo en la fuente y elaborar métodos para su tratamiento adecuado. Se puede optar por este tipo de sistemas para aprovechar los residuos como recurso y crear así una economía circular.
Ciudades del presente
Conscientes de la importancia que tendrán las ciudades inteligentes en el desarrollo de la humanidad, ya hay varias que se han puesto manos a la obra para ir construyendo núcleos urbanos resilientes y sostenibles. A tenor del Smart City Index, realizado por Juniper Research e Intel, las cinco ciudades que mejor están incorporando este modelo son: Shanghái (China), Seúl (Corea del Sur), Barcelona (España), Beijing (China) y Nueva York (Estados Unidos). La investigación tiene en cuenta aspectos diferentes que abarcan el transporte y las infraestructuras, la energía y la iluminación, la gestión y la tecnología de la ciudad y la conectividad urbana.
En el caso concreto de Shanghái, reconocida como urbe más inteligente del mundo, destaca, por ejemplo, el Shanghai´s Citzen Cloud, una plataforma de datos donde se pueden encontrar más de 1.200 servicios que pueden necesitar los ciudadanos de la ciudad. Este sistema es la mejor forma para contactar también con el gobierno de la ciudad.
En su caso, la capital surcoreana actualmente está realizando diversos proyectos como es la utilización de robots patrulla autónomos y la utilización de balizas inteligentes para impedir la desaparición de niños al transmitir señales constantes para seguir la ubicación en tiempo real.
Por su parte, Barcelona es la única ciudad europea que entra dentro del top 5. Destaca un sistema de transportes que utiliza en su mayor parte un sistema renovable y que funciona con rutas diagonales por la ciudad. Además, el alumbrado público es LED y los residuos son enviados en contenedores inteligentes.
Por otro lado, Beijing ha sido reconocida por una tarjeta virtual encargada de gestionar todos los documentos de identidad de los ciudadanos, mientras que todo el transporte público puede pagarse a través de los teléfonos. Respecto a la notable contaminación en la ciudad, se han identificado las mayores fábricas contaminantes y están obligadas a cerrar por completo siempre que no tengan producción.
Por último, Nueva York ha progresado en los principales problemas de consumo de energía y de agua que tenía hasta hace unos años, incluyendo un sistema de lectura automática de los contadores. Igualmente, ha conseguido mejorar la eficiencia de la recogida de basura gracias a chips y contenedores que funcionan con energía solar.
Según el Informe Mundial de las Ciudades 2022, de Naciones Unidas, las ciudades prósperas del futuro serán aquellas que reconozcan y aprovechen las oportunidades para actuar como plataformas de innovación. En este sentido, según el estudio de Juniper Research e Intel, las iniciativas de ciudades inteligentes generarán una inversión anual de casi 70.000 millones de dólares en 2026, frente a los 35.000 millones de 2021. Gran parte de esta inversión se centrará en iniciativas de redes inteligentes, que permitirán ahorrar más de 1.000 teravatios-hora (TWh) de electricidad en 2026.