
Celsa no reactivará la búsqueda de un inversor español tras la espantada de CriteriaCaixa. La siderúrgica controlada por un pool de fondos que lideran SVP y Attestor ha tomado la decisión de suspender la entrada de un socio vistas las ofertas recibidas en el anterior procedimiento y ante la dificultad de encontrar un inversor que haga frente a las necesidades de capital del segundo grupo industrial de Cataluña detrás de Seat. La operación además se da en un momento bajo del ciclo del acero, que ha llevado a la compañía a unos números rojos de 281 millones de euros.
El presidente de la empresa con sede en Castellbisbal (Barcelona), Rafael Villaseca, y su consejero delegado, Jordi Cazorla, comparecieron este lunes para explicar los planes de futuro de la firma después de la retirada de Criteria hace dos semanas como comprador del 20% del capital. Dar entrada a un socio español fue un requisito impuesto por el Gobierno para aprobar la entrada de los fondos a la acerera hace casi dos años, pero la firma asume que no es posible encontrar a este comprador.
"El compromiso era poner todos los medios para encontrar un socio, pero no lo hemos encontrado", dijo Villaseca. Así, el dirigente cerró la puerta a retomar la búsqueda de socios realizada por Citi debido a la falta de músculo de las compañías industriales que pujaron en el proceso.
Celsa se topó con dos dificultades que se cruzaron en su camino: la falta de un comprador español con la potencia de fuego suficiente y la debilidad actual del sector siderúrgico, cuyo consumo cayó el 1,1% en la Unión Europea el año pasado por el flojo desempeño del sector de la construcción (-3,7%) y la industria del automóvil (-6,2%). Después de ver frustrada la entrada de Criteria, la compañía realizó otra operación corporativa y vendió más del 40% de las plantas de cerramientos MRT Gijón y Cerdanyola al grupo francés Picot para incrementar su producción.
Las cifras de Celsa en 2024
Más allá de por la búsqueda de un socio español -sí logró desprenderse de sus fábricas en Reino Unido y Noruega- el año de Celsa estuvo marcado por unas pérdidas de 281 millones de euros, que contrastan con los 459 millones de beneficios de 2023, provocados por la capitalización de la deuda que hicieron los fondos para quedarse con la compañía.
En este contexto de debilidad, la empresa catalana registró unas ventas de 3.360 millones de euros y un ebitda de 274 millones de euros. La firma justificó la diferencia entre el resultado operativo y el resultado neto por un resultado financiero de -322 millones de euros heredado de varios ajustes de la reestructuración del año 2023.
Para 2025, la firma sostiene que la marcha del negocio es buena, con un incremento de las toneladas vendidas del 3% y un ebitda que sube un 34% en los cinco primeros meses de ejercicio frente al mismo periodo del ejercicio anterior. Aunque no se cierre en negro esta campaña, Celsa sí tiene el objetivo de volver a dar beneficios durante el próximo ejercicio 2026.
En paralelo, la firma sigue focalizada en reducir su deuda, un objetivo que hasta el momento ha afrontado con ampliaciones de capital de sus socios o con la venta de activos, como se hizo con la desinversión de Reino Unido y Noruega. Tras esta venta, el pasivo era de 1.896 millones de euros y la organización trabaja en una refinanciación de sus obligaciones que podría comportar una emisión de bonos. El grupo aspira a rebajar la ratio entre deuda y ebitda hasta las 2,5 veces en el año 2028 frente a las 8,4 veces en la que estaba antes de aplicar el plan de reestructuración.
Más allá de rebajando el pasivo, Celsa pretende hacerlo incrementando también el ebitda. Según su plan de negocio, el resultado operativo sería de 659 millones de euros para 2028.
Sobre la mesa la siderúrgica tiene todavía la carta de vender su filial en Polonia; una operación que espera a acometer cuando termine la guerra de Ucrania debido a la cercanía de la acerera con la frontera, lo que la podría convertir en clave para la reconstrucción del país.