Industria

El dueño de Sargadelos marea a Trabajo: matiza ahora que no cierra la fábrica de Cervo y obliga a los trabajadores a coger vacaciones

  • Segismundo García fija un periodo vacacional para "proteger a los trabajadores"
  • El Ministerio de Trabajo solicita una reunión "urgente" con la dirección del grupo
  • Rueda insta a que entre en razón y avisa: "Si no ya sería otro tipo de planteamiento"
Trabajadores se concentran frente a la fábrica de Sargadelos. Foto: Europa Press.

El miércoles anunció el fin de la actividad en la fábrica de Sargadelos en Cervo (Lugo), ahora matiza que no pretende cerrar y fija la semana que viene como periodo vacacional para "proteger la salud de los trabajadores". Segismundo García, el dueño de emblemática empresa de porcelana, ha enviado varias comunicaciones a la Inspección de Trabajo, la última ha sido este viernes para anunciar las vacaciones obligatorias de su plantilla "en tanto no se resuelven convenientemente las faltas y deficiencias detectadas".

En este nuevo escrito, Segismundo García enumera toda una serie de circunstancias de la planta que podrían afectar a la salud de los trabajadores, aparte de las 36 deficiencias ya detectadas por Inspección de Trabajo que conllevaron una multa de 5.000 euros. Todo ello, después de que se abriera un expediente tras comprobar que dos trabajadoras han desarrollado silicosis.

La inspección detectó esos dos casos de enfermedad laboral desarrollada en la factoría y pidió a la dirección que adoptara medidas para que el sílice no siga afectando a la plantilla. Segismundo García se refiere ahora en su escrito a más "problemas de higiene laboral que pueden afectar gravemente a la salud" de quienes trabajan en la empresa.

Con el mismo tono que caracteriza sus textos, explica hasta trece nuevas cuestiones relativas a la fábrica, la primera de ellas "que las cubiertas son de uralita, y es posible que la presencia de amianto también pueda acabar deteriorando" la salubridad de empleados y dirección.

"Que los hornos de cocción funcionan a temperaturas muy elevadas sin que los empleados a su cargo dispongan de trajes ignífugos, ni las salas en donde se encuentran estén convenientemente señalizadas y aisladas", prosigue.

En tercer lugar, añade que los suelos son "de baldosa deslizante" y asegura que esto puede "ocasionar resbalones, fracturas y accidentes de todo tipo". En esta línea, apunta que la pantalla de los ordenadores "carece de encubridores adecuados por lo que el personal administrativo se ve expuesto a fatiga ocular y posibles trastornos cognitivos y emocionales (sic)".

Incluso, Segismundo García indica que "al carecer de aire acondicionado, en los meses de invierno se pasa mucho frío y calor en verano". "Que las sillas existentes, viejas y desgastadas, no proporcionan el confort ergonómico mínimo exigible, para impedir posibles dolores lumbares o traumatismos vertebrales", dice, en relación a asuntos que no tienen que ver con las medidas que le pide Inspección de Trabajo, sobre la presencia de sílice y su efecto en la salud de los empleados.

Otro guión lo dedica a "que las puertas y ventanales no cumplen la normativa actual" y uno más a que "las pasarelas de acceso a las plantas de producción son de madera, tienen goteras y, en caso de incendio, no permitirían una evacuación adecuada".

En el departamento de fabricación de pastas, según el escrito de García, "los sistemas de evacuación de aguas tardan tiempo en desaguar y siempre hay agua en el suelo, así como exceso de decibelios por el ruido de los tambores de mezcla". En el de embalaje, según apunta, los operarios permanecen "demasiadas horas de pie con el consiguiente deterioro locomotriz".

En este punto, advierte de que, por estar la fábrica en un edificio BIC (bien de interés cultural) -hecho al que ya aludió en anteriores misivas-, "es imposible adecuar un plan de evacuación a la normativa vigente, con el consiguiente peligro en caso de contingencia grave".

"Habitualmente, los componentes de la dirección trabajan mucho más de 40 horas semanales sin facturar horas extra", afirma, y vuelve a referirse a aspectos relativos a los gestores de la empresa al señalar que "a veces la dirección llama por teléfono fuera del horario de trabajo, e incluso en festivo, para preguntar o interesarse por asuntos de trabajo".

Todo esto lo pone en conocimiento de la Inspección de Trabajo "a los efectos oportunos" y también informa a la autoridad laboral de las vacaciones fijadas por la dirección para la semana que viene -notificación que se produce a menos de 72 horas del comienzo de dicho periodo, lo que lo hace legalmente inviable-.

Trabajo pide una "reunión urgente"

En medio de esta incertidumbre, según detalla Europa Press, el Ministerio de Trabajo y Economía Social ha solicitado una reunión urgente con la dirección del Grupo Sargadelos, "dada la trascendencia de la decisiones empresariales adoptadas en las últimas horas en la planta de Cervo".

Fuentes del departamento señalan que no es descartable que sea la propia titular del ministerio, la gallega Yolanda Díaz, la que se vea con el dueño de Sargadelos, en caso de que este acepte mantener esta reunión. En cualquier caso, el cargo de Trabajo que se entrevistaría con la dirección del grupo se determinaría en función de lo que marca el protocolo, precisan desde Trabajo.

Esta petición de reunión urgente se produce después del cierre de uno de los espacios económicos y culturales emblemáticos de Galicia y uno de los pilares centenarios de su acervo cultural.

Al respecto, las fuentes del Ministerio de Trabajo argumentan que "esta decisión se ha tomado por la trascendencia de los hechos que afecta directa y subsidiariamente a muchas personas en Galicia".

Rueda insta a "entrar en razón"

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ha manifestado que espera que el administrador único de Sargadelos "entre en razón" y lo más pronto posible "las cosas vuelvan a la normalidad" en la factoría de Cervo.

A preguntas de los medios, tras mantener un encuentro con la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, a quien ha regalado un peregrino de cerámica de Sargadelos, precisamente, Rueda ha subrayado que, aunque se pueda flexibilizar, "la legislación laboral está para cumplirla" y, "si hay alguna deficiencia, debe ser corregida".

"Yo pedía flexibilidad para poder verificar ese cumplimiento, pero el cumplimiento no tiene ninguna duda", ha enfatizado, para añadir que esta postura es aplicable "en este caso y en todos" los que puedan ser similares. "Pero siempre con la frontera de que las cosas deben ser cumplidas y, si hay alguna deficiencia, debe ser corregida", ha advertido.

Asimismo, ha añadido que espera que "estos días, en este periodo que se abre, sirvan para que todo vuelva a su normalidad" y ha concluido que las consellerías "más directamente implicadas" de su Gobierno están actuando para intentar que se llegue a una "buena solución".

"Si no, lógicamente, ya sería otro tipo de planteamiento y ahí estaría la Xunta también", ha avisado, antes de concluir que, en todo caso confía en que la situación "se arregle".

Los trabajadores vuelven a la fábrica

Por su parte, los trabajadores han vuelto este viernes a la factoría en torno a las 7:15 horas, cuando comienza su turno, pero han permanecido a las puertas, ya que la factoría sigue con la producción parada -no así otros departamentos y oficinas-.

La producción quedó suspendida este jueves, después de que el propietario, Segismundo García, lanzase este desafío a la Inspección de Trabajo ante sus requerimientos. La plantilla carece de comité de empresa después de años con conflictos internos y denuncias de represión sindical como la protagonizada por la por entonces presidenta del comité Rogelia Mariña.

Tanto el jueves como este viernes, representantes de CCOO, CIG y UGT se han desplazado hasta la factoría para asesorar a los trabajadores, que también fueron informados de sus derechos y pasos a seguir por un inspector de Trabajo que el primer día se personó en el lugar.

En declaraciones a los medios de comunicación este viernes, Xorxe Caldeiro (CIG) ha calificado la situación de "esperpento" y "caos". "No hay comunicación directa con los trabajadores y no se quiere dar la cara. Ayer se hizo una reunión que fue más una reprimenda que otra cosa", ha censurado.

Respecto a las vacaciones, ha asegurado que los trabajadores que se encuentran a las puertas durante toda la mañana no han recibido tampoco ninguna comunicación.

Por su parte, José Antonio Zan (CCOO) también ha hablado de una situación "esperpéntica" y ha constatado que "para poder poner unas vacaciones se necesitan dos meses". "Si es un permiso retribuido no tenemos problema ninguno, pero si son vacaciones de su calendario laboral en ese caso creemos que sería ilegal, con lo cual no se podría hacer", ha expuesto.

Para Zan, "lo que tienen que hacer -la dirección- es hablar con los trabajadores y no imponer", ya que "hoy mismo podrían estar trabajando y produciendo".

Una empresa emblemática

La historia de Sargadelos comienza a escribirse en 1806 cuando Antonio Raimundo Ibáñez, el Marqués de Sargadelos, inicia un proyecto que cambiará para siempre el panorama gallego.

Además de la fábrica de Cervo, que está declarada como Bien de Interés Cultural (BIC), el patrimonio propio de Sargadelos se completa con auténticas obras de arte de Luis Seoane y de otros artistas que plasman el alma gallega. La firma ceramista dispone de numerosos locales de venta en muchas partes de España y salió en 2016 del concurso de acreedores declarado en abril del 2014.

También están las implicaciones a nivel sociocultural, ya que Sargadelos es una empresa emblemática de Galicia desde el momento de su creación por Isaac Díaz Pardo y Luis Seoane.

Gracias al impulso de actividades novedosas para la época como la constitución de la Real Compañía Marítima o la creación de una potente siderurgia que revolucionó la España del siglo XVIII, Antonio Raimundo inaugura una fábrica de loza en el Lugar de Sargadelos (Cervo) aprovechando los yacimientos de caolines existentes en la zona.

Esta cerámica se caracterizaba por su color blanco con un esmalte azulado de estilo neoclásico inspirada en la loza inglesa Bristol. Tiempo después José Ibáñez, hijo del fundador, amplió la fábrica original e instala tres hornos de producción. Ya en los años 30 la producción se elevaría a 20.000 piezas anuales.

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