
El reloj sigue corriendo en contra de la factoría de Thyssenkrupp en Sagunto, después de que tras varios meses desde que se anunciara el cierre de la planta y la multinacional alemana se abriese a estudiar posibles alternativas con las Administraciones públicas. La propia compañía considera que no ha habido avances en esas conversaciones y que mantiene sus planes de cesar la actividad en la antigua Galmed, con cerca de 120 trabajadores.
Según ha informado el comité de empresa, la dirección de la filial les ha trasladado que aunque la multinacional sigue abierta al diálogo con las Administraciones, "en estos momentos las negociaciones están en vía muerta". Thyssenkrupp se mantiene así en su postura inicial de cerrar las instalaciones y deslocalizar la producción.
Lo cierto es que al paso del tiempo sin buenas noticias se suma que el gigante siderometalúrgico alemán ha anunciado un duro plan de ajuste para los próximos años, que incluso afectará de lleno a su núcleo industrial en la propia Alemania. En concreto, el grupo desveló la semana pasada su intención de reducir cerca de un 20% la producción de acero, algo que definió como una "realineación planificada".
Una fuerte reestructuración de calado que reconoce que "implicará recortes de empleo que aún no pueden cuantificarse" en sus grandes instalaciones productivas de su propio país. Un panorama que deja el cierre de la planta saguntina en un segundo plano muy lejano de las preocupaciones que ahora mismo tiene la cúpula del grupo alemán.
La dirección mundial del grupo ha justificado el recorte de producción del mayor fabricante europeo de acero por la "trayectoria ascendente de los costes de la energía debido a los objetivos de la política climática, así como el aumento descontrolado de la presión de las importaciones, principalmente de Asia, y un continuo deterioro de la balanza comercial del acero".
De hecho, todo el proceso actual recuerda demasiado al cierre que la planta ya vivió en 2013. La multinacional entonces también se mostró dispuesta a buscar alternativas con la Administración, pero tras meses de conversaciones e incluso de que se presentasen ofertas para la compra de la planta, Thyssenkrupp optó por cerrar y recolocar empleados en Alemania. Una decisión que le valió las críticas del Gobierno valenciano de entonces, en manos del PP, que le acusó de preferir el cierre a traspasar a un posible competidor. La opción de recolocar en sus plantas en Alemania es otras de las que ahora también ha vuelto a plantear, aunque el ajuste anunciado hace que parezca una salida poco viable.
El comité convoca huelga
Precisamente ante la falta de avances el comité de empresa que encabeza CCOO ha vuelto a convocar huelgas en la planta para rechazar el cierre y cualquier negociación para el mismo. Un final de la actividad que la compañía fijó para noviembre y que debido a la planificación y la operatividad de este tipo de complejos industriales, tardó más de un año en reactivarlo, se inicia con mucha antelación.
Las asambleas de los trabajadores han aprobado convocar nuevas jornadas de huelga y protestas para mostrar su rechazo. Según CCOO, a los trabajadores les consta que las Administraciones han hecho propuestas a la multinacional y, aunque no se han agotado todas las opciones, consideran que Thyssenkrupp "debería plantear un proyecto sostenible más allá de las ayudas públicas".
Precisamente ante la sensación que se repite la historia del cierre anterior, desde el sindicato consideran que la solución "pasa por una Ley de Industria que proteja a la industria y a los empleos de calidad que genera frente a estrategias empresariales que, más que mejorar la competitividad y la productividad de sus grupos, parecen estar orientadas a eliminar competidores". Incluso plantean que esa legislación obligara a su venta o a incluir un control por parte del Gobierno español a través de la SEPI para "evitar chantajes".