La crisis energética global ha forzado a la industria automovilística a inclinarse por la producción de coches eléctricos, dando lugar a una carrera en la que algunos países europeos están pisando fuerte. Si bien Berlín se encuentra en cabeza, en París tampoco pierden de vista que Budapest ya cuenta con seis plantas operativas o en construcción. Por ello, el país galo está dispuesto a hacer de Dunkerque el valle de las baterías de coches eléctricos.
No obstante, ésta no es una competición cualquiera. En esta carrera, cuyo trazado pasa por Europa pero se extiende por todo el mundo, las subvenciones estatales y los beneficios fiscales están a la orden del día. En agosto de 2022, EEUU aprobó la Inflaction Reduction Act con el objetivo de incentivar la producción de estos vehículos, provocando que en febrero de este año, la Comisión Europea relajara las restricciones sobre las ayudas estatales para poder competir en este ámbito tanto con Washington como con Pekín.
En este contexto, algunos países europeos como los recién mencionados Alemania y Hungría han aprovechado la situación para posicionarse de forma óptima y aumentar la capacidad total de sus instalaciones de baterías para coches eléctricos, que, según datos de la Universidad Técnica de Aquisgrán citados por Reuters, en el primer caso ascienden a 545 Gwh y en el segundo a 215 Gwh. Se tratan de cifras elevadas respecto a la de Francia (169 Gwh), que está decidida a aumentarlas mediante una estrategia que pasa por persuadir a los productores con condiciones muy ventajosas.
Para ello, el gobierno francés decidió aprobar el pasado mes de mayo un crédito fiscal capacitado para financiar hasta el 40% de las inversiones de aquellas firmas que decidieran apostar por sectores como la energía eólica, solar o las baterías de los coches eléctricos. El día 12 de ese mismo mes, ProLogium, compañía taiwanesa dedicada a la fabricación de baterías empleadas en coches eléctricos, anunció la apertura de una gigafactoría valorada en 5.200 millones de euros ubicada en Dunkerque.
Por otro lado, es preciso añadir que a ProLogium no sólo le convenció aquel crédito fiscal anunciado por el mandatario galo en mayo. Un asesor presidencial francés señaló en declaraciones a Reuters que, el mes anterior, Macron se comprometió a acudir a una ceremonia pública en la cual se firmaría el acuerdo, publicitando así a la propia empresa asiática ante la opinión pública. Además, el CEO Vincent Yang confirmó a la agencia británica que la energía barata generada por la central nuclear ubicada en Gravelinas, cerca de Dunkerque, había sido clave en la decisión de la firma.
Hay que señalar, adicionalmente, que esta estrategia de persuasión por parte de Francia fue similar a la aplicada en junio por Alemania para convencer a Intel de que estableciera una planta de fabricación de microchips en Magdeburgo. En ese caso, el gobierno alemán aumentó en 10.000 millones de dólares el total de ayudas públicas para la construcción de la factoría.
Además de ProLogium, otras firmas como la china Envision AESC y el consorcio ACC, que incluye a Mercedes y Stellantis, están estableciendo gigafactorías en la misma región del norte de Francia. En este sentido, Verkor, una start-up francesa dedicada a la producción de baterías para coches eléctricos, comunicó el pasado 14 de septiembre la obtención de 2.000 millones de euros -mediante una ronda de financiación serie C, créditos bancarios y subvenciones- para la construcción de su primera gigafactoría en Dunkerque.
Adicionalmente, este mismo viernes, las firmas galas Eramet y Suez han anunciado la construcción de una planta de reciclaje para baterías de coches eléctricos en Dunkerque. Adicionalmente, la llegada de estas firmas a la ciudad gala permite a Macron justificar las medidas que el gobierno galo ha tomado en los últimos años, tan contestadas y protestadas por la población, como la bajada del impuesto sobre los dividendos o la reforma de las pensiones.
En definitiva, Francia ha convertido Dunkerque en un polo de atracción de la industria de fabricación de baterías para coches eléctricos. Así, París pisa el acelerador en una carrera en la que Pekín y Washington siguen en cabeza a nivel global.