
El año de 2021 fue un ejercicio de recuperación para el Grupo Roca. Tras salir del coronavirus y antes de entrar en la guerra de Ucrania, la compañía líder en baños triplicó beneficios e incrementó las ventas por encima del 20%. La empresa catalana logró unas ganancias de 179 millones de euros y una facturación de 2.053 millones.
La organización consiguió multiplicar el resultado neto por tres: desde los 60 millones de 2020 a los 179 millones, una cifra superior a los 69 millones de 2019. La cifra de negocio creció el 21,9% frente a los 1.684 millones de 2020 y mejoró los 1.861 millones de 2019. El Ebitda alcanzó los 401 millones, el 31% más.
La compañía señala que la mejora de los procesos industriales y las medidas tomadas para optimizar costes fueron las claves de la escalada de las ganancias.
El avance tuvo como motor España, que se mantiene como el principal mercado para la empresa y recupera el crecimiento –pausado por la pandemia- que registraba desde 2014. La compañía destacó también la expansión en Brasil e India, pese a la devaluación de sus monedas. China fue la otra cara de la moneda, afectada por las restricciones impuestas en el país.
"Esta recuperación se ha conseguido a pesar de operar en un contexto de inflación por el aumento del coste de la energía y las materias primas", destacó Albert Magrans, consejero delegado de la firma.
Además del crecimiento orgánico, Roca mantuvo una política de adquisiciones en la que sobresale la compra del 75% del negocio de muebles de baño de la valenciana Royo, una planta de porcelana en Ceará (Brasil) y la compañía alemana Sanit.
La entrada a 2022 de Roca
La vuelta a la normalidad duró poco. La compañía fue una de las más afectadas por la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente al Kremlin. La firma cerró las siete fábricas que tenía en el país tras semanas de bloqueo a las importaciones y exportaciones de materiales, aunque continuó pagando el salario a los 2.800 trabajadores que tenía.
Como avanzó elEconomista.es, la pasada semana firmó una carta de intenciones con la dirección local en el territorio para desprenderse de las siete plantas. El acuerdo eso sí está pendiente del visto bueno de las autoridades.
La firma catalana dirá adiós a los tres centros que tenía en Cheboksari, los dos de Davidovo y los que ostentaba en Tosno y Kaluga.
La factura de la guerra no solamente será la venta de las siete plantas. Roca ya se vio obligada a cerrar la fábrica de Alcalá de Henares (Madrid) por el aislamiento del mercado ruso. El centro exportaba prácticamente allí las bañeras de hierro fundido que producía.