
Roca fue una de las compañías españolas más afectadas por las sanciones a Rusia. El grupo especialista en baños y grifería ya se vio obligado a cerrar las siete plantas en el país en marzo por las limitaciones a la importación de materiales, pero el golpe traspasa fronteras. La guerra dio la puntilla a la fábrica de Alcalá de Henares (Madrid), que ya sufría por sus bajas producciones y que bajará la persiana en las próximas semanas.
La compañía catalana tomó la decisión tras comprobar cómo las ventas de las bañeras producidas en la instalación caían prácticamente a cero por culpa del conflicto bélico. Por ello, opta por suspender la actividad industrial de uno de sus centros históricos en España. Aunque ahora ocupaba ya apenas a 150 trabajadores, en los años 80 llegó a tener 2.000 empleados.
La organización que dirige Alberto Magrans pretende mantener eso sí una cierta actividad en la instalación. En su hoja de ruta está continuar con el almacén logístico contiguo a la fábrica. El centro que luego repartiría piezas a las otras cuatro plantas que tiene en España, según comunicó a la plantilla.
El cambio no será indoloro: el grupo presentó un ERE que ya negocia con los sindicatos. Afectará a 46 personas, aunque 19 podrán ser recolocadas. Los despidos se concentrarán en los mayores de 53 años, que actualmente son 27. Fuentes de la compañía explica a elEconomista que todos los afectados son trabajadores destinados a la producción de bañeras.
La crisis de la planta madrileña no viene de nuevo. La invasión de Ucrania dio solo la puntilla. El centro elabora bañeras de hierro fundido, un producto que se exportaba en un 90% a Rusia y que desde hacía años ya había visto cómo su demanda se desplomaba por la devaluación del rublo y el descenso de la obra nueva. La empresa se pasó de optimista en sus expectativas y el stock se acumulaba en la instalación sin poderle dar salida.
Con las bajas ventas y la llegada de la pandemia se generó un cuello de botella y Roca se abonó a los Ertes para sobrevivir a la escasa producción. No obstante, dos años y medio después, buena parte de los trabajadores ya agotaron el paro, por lo que la medida ya no servía.
Baja la persiana en Rusia
La organización había anunciado en marzo el cierre temporal de las fábricas que tiene en Rusia "en cumplimiento de las sanciones impuestas por la comunidad internacional". En el país cuenta con 2.800 empleados -ninguno español- a los que todavía paga el salario.
Desde el inicio de la guerra, Roca tuvo que paralizar todas las importaciones y exportaciones vinculadas con Rusia. También frenó todas las inversiones en la región. Por semanas funcionó debido a que muchas piezas necesarias para la producción, especialmente bañeras y grifos, se adquirían localmente.
El grupo exportaba al mercado ruso el 90% de las bañeras producidas en la fábrica madrileña
El apagón no solo se produjo en las fábricas, también en el área comercial. Roca suspendió todas las inversiones de márqueting y frenó la venta de sus productos, aunque estuvieran hechos en el extranjero, en las tiendas del país.
La llegada del conglomerado español al país se remonta a 2005, cuando abrió su primera fábrica en Tosno -a 50 kilómetros de San Petersburgo-. En 2010 adquirió el fabricante de porcelana Ugrakeram y en 2011 compró el grupo Akvaton, especialista en muebles de baño.
En 2020, Roca facturó 1.683,5 millones y obtuvo un resultado neto de 58,1 millones.