
Con la pandemia hemos reinventado nuestros hábitos y es una necesidad hacerlo también con nuestra seguridad. Es un deber para las empresas poner rejas digitales por todo lo que están creando y generando, investigando también quién es el que pone las rejas para poder ver si es responsable para realizar este trabajo.
Hemos construido una economía cibernética que nos ha hecho progresar y hay quien ha aprovechado nuestra seguridad para crear un cibercrimen organizado. Estas bandas crean una disrupción que usan para autofinanciarse a través de, en muchos casos, las pequeñas y medianas empresas y de sus brechas de seguridad. Estos ataques, pueden generar auténticas crisis entre países y por ello es necesario hacer una inversión basada en el sentido común, para poder mejorar la seguridad de todas las empresas. Debemos preguntarnos qué pasaría mañana si sufrimos un ataque de este tipo en nuestras empresas. De esta forma, podremos llegar a comprender la gravedad de las consecuencias que nos pueden llegar a generar.
La seguridad cambia, siempre se ha definido por capas dependiendo de la entidad y la importancia que nuestros datos tengan. Debemos llegar al usuario para dotar a esa capa de verdadera protección para que la sociedad no sufra daños de ningún tipo. Ahora mismo, estamos un paso por detrás del problema y debemos colocarnos un paso por delante para descubrir de dónde pueden venir nuestras grietas para poder evitarlas.
Del mismo modo, el defendernos en contra de estos ataques, debe ser un trabajo de equipo entre todas las empresas y organismos que se encarguen de esta protección. Hay compañías que, por su entidad, tamaño o presupuesto, no tienen la capacidad para obtener este tipo de seguridad, pero todas tienen derecho a poder estar bien informadas de los posibles problemas que puede ocasionar una grieta, para así poder protegerse de la mejor forma posible.
Hay muchos ángulos desde el punto de vista de la seguridad, siendo las contraseñas uno de los eslabones más débiles en ciberseguridad. La biometría, que se encarga de analizar determinadas características físicas de las personas para, en este caso, reconocernos en distintos dispositivos. Esta herramienta usada de manera responsable, utilizando el teléfono móvil como certificador de accesos rápidos sin necesidad de contraseñas tanto para usuarios como para empresas, puede ayudar a completar los procesos de forma más segura.
Iniciarse en ciberseguridad
La transformación digital está impulsada por normativas que ayudan a llevar a las empresas por el buen camino y deben ser las empresas las primeras interesadas en sumarse a esta ola, ya que, quien no lo haga, correrá el riesgo de no sobrevivir. Los bancos llevan años ya dentro y el resto debe adaptarse. La transformación digital va más allá de toda la tecnología. Debemos adaptarnos a corrientes que sean válidas y evitar repetir procesos que ya están obsoletos. El punto más importante es combinar una correcta adaptación digital unida a la ciberseguridad. Para ello, debemos integrar las tecnologías en un ecosistema de ciberseguridad para proteger a las empresas independientemente de su tamaño.
En cuanto a las pequeñas y medianas empresas, hay que diferenciar las pequeñas de las medianas para afrontar las amenazas en la ciberseguridad, porque no es lo mismo ser 15 que 150. Como comentábamos, lo básico comienza en la concienciación y hay que volver a la pregunta de qué ocurre si mañana se ha caído la ciberseguridad de nuestra empresa.
Ataques a las pequeñas empresas
"Los ciberdelincuentes aprovechan cualquier situación para 'hacer negocio'. En 2020, de repente, tuvimos que trasladar prácticamente todos los negocios al mundo virtual y no todas las empresas estaban preparadas para ello. Esto fue aprovechado por los criminales, que han impulsado sus operaciones de robo de identidades, de secuestro de información o ataques de denegación de servicio", afirma José María Soler, director general de Soler GDI. Según la Guardia Civil, las pymes son el objetivo del 70% de los ciberdelitos en España. "Por eso, es fundamental que las empresas, especialmente las medianas y las pequeñas, se adapten lo antes posible a esta situación que perdurará en el tiempo.