Ni Pedraza ni Peñafiel: el pueblo más pequeño de España con título de ciudad tiene un castillo medieval sobre un abismo
Un pueblo con título de ciudad
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1. Un pueblo con título de ciudad

El responsable de que esto sea así fue Juan II de Castilla, quien en el año 1435 denominó a Frías, capital del valle de Tobalina, villa con categoría de ciudad. Lo que no podemos negar es el encanto especial que le otorga esta situación: una pequeña ciudad con alma de pueblo medieval.

Con una silueta inconfundible
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2. Con una silueta inconfundible

Quien conoce Frías lo sabe, todas las miradas apuntan a su inconfundible Castillo de los Duques de Frías. Esta construcción del siglo XII tuvo un gran valor estratégico, sobre todo al tener en cuenta que está levantado sobre el cerro de La Muela.

Con el paso del tiempo, fue ampliándose hasta ser completada con una muralla que rodeaba la villa, símbolo indiscutible de cualquier ciudad medieval que se precie.

A día de hoy todavía es posible conocer las huellas de su pasado, a través de sus tres accesos: la Puerta de la Cadena, Medina y la del Postigo.

Una ciudad que rebosa personalidad
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3. Una ciudad que rebosa personalidad

Ahora bien, Frías tiene mucho más que ofrecer. La mejor forma que comprobarlo es paseando por sus callejuelas empedradas. Por ejemplo, la arquitectura de sus casas es el claro ejemplo de cómo supieron adaptarse al entorno y aprovechar el espacio que había.

A día de hoy, esta es una de las particularidades que le otorgan personalidad al pueblo, junto con su estética medieval y sus balconadas de madera.

Más detalles
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4. Más detalles

Sus casas colgadas recuerdan a una de las estampas más típicas de España, las de Cuenca, pero estas con una sobriedad que caracteriza a la zona geográfica en la que estás ubicadas. Eso sí, sus balconadas repletas de flores le aportan el toque.

Sin duda alguna, Frías se consolida como el lugar perfecto para una escapada alejada de las masificaciones y donde disfrutar del lento paso del tiempo, de la calma y del ruido de la naturaleza


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