Existen dos nombres míticos dentro de la industria de inversión y los dos han revolucionado a su manera un sector que hasta hace poco estaba acostumbrado a la opacidad y los elevados costes de gestión que aplican al inversor. Uno es Warren Buffett, conocido como el Oráculo de Omaha, y que ha inspirado junto a su socio Charlie Munger a cientos de gestores activos en todo el mundo. El otro, John Bogle, quizá sea menos conocido para el inversor español medio, pero ha permitido que se pueda beneficiar de una importante reducción de costes a la hora de invertir.
Bogle, quien falleció el pasado miércoles a los 89 años de edad en EEUU, fue el fundador de Vanguard, una de las firmas de gestión pasiva más importantes del mundo. Su idea fue aparentemente sencilla: creó en 1975 el primer fondo que replicaba el S&P 500 sin preocuparse de batirlo. Y a un coste mucho menor que la supuesta gestión activa de sus competidores. Esta idea supuso toda una revolución en el mundo de la gestión de activos y ha forzado en los últimos años, a raíz de la crisis financiera, a reducir las comisiones que aplican las gestoras a los fondos de inversión para retener a unos clientes cada vez más insatisfechos con las rentabilidades que obtienen.
En España, el legado de Bogle se traduce en que un inversor puede ahorrarse más de un punto porcentual de coste si opta por un fondo de renta variable europea indexado o en formato ETF en lugar de uno activo (ver gráfico). Mientras en un fondo normal, el inversor asume un TER (ratio de costes totales) medio del 1,5%, en un fondo indexado de la misma categoría, éste se reduce al 0,37% y baja aún más en un ETF, hasta el 0,17%, según los datos de Morningstar.
Una diferencia similar a la que se puede encontrar a la hora de contratar un fondo de bolsa global. En uno activo, el TER medio que aplican los fondos comercializados en España es del 1,45 %, muy por encima del 0,35% que cobran los fondos indexados de esta categoría o el 0,37% de los ETF. Y lo mismo ocurre con los fondos de renta variable de EEUU.
En los fondos de renta fija que invierten en las áreas geográficas mencionadas, las diferencias del coste total son menores, pero quizá es donde los inversores se han percatado de las consecuencias de elegir entre un producto u otro, sobre todo teniendo en cuenta la escasa rentabilidad que han ofrecido los activos tradicionales de renta fija en un mundo inundado por la liquidez de los bancos centrales.
En un fondo activo de renta fija europea, el TER medio es del 0,81%, cuarenta puntos básicos más elevada que la aplicada por un ETF y 60 puntos básicos más que en un fondo indexado.
Tal es la fuerza que la gestión pasiva ha adquirido en los últimos años que todas las grandes firmas están apostando de manera decidida por este segmento de inversión. Incluso el gigante BlackRock, una de las más importantes en ETF con iShares, ha anunciado recientemente que va a reducir un 3% su plantilla global. Todo un aviso para navegantes.