La tan esperada lectura nacional de los resultados en Andalucía nos guardaba sorpresas inesperadas en la segunda noche de este gélido mes de diciembre. La primera conclusión tiene unas consecuencias importantes y proyecta una sombra decisiva sobre los procesos electorales que habrá en 2019: la izquierda no tiene el apoyo de la mayoría de los ciudadanos, y nace una mayoría alternativa a la que gestó Pedro Sánchez en su moción de censura primaveral. Bien es cierto que esta nueva mayoría tiene también mucho de inspiración en Mary Shelley, y que será harto difícil, por no vaticinar que imposible, que se ponga de acuerdo para que en San Telmo haya un gobierno que recoja el testigo del ya difunto de Susana Díaz.
1. El PSOE pierde su bastión más ancestral por el desgaste de seis meses de gobierno en Moncloa apoyado por independentistas y extrema izquierda. Cualquier dirigente europeo responsable que estuviera en esta situación, tras el varapalo sufrido en la primera cita electoral de su mandato cogido con pinzas, disolvería el Parlamento y convocaría elecciones para después de la Navidad. Sánchez no lo hará. Escuchar a Díaz y a Ábalos bien entrada la noche del domingo apelando a un acuerdo de las fuerzas constitucionalistas ha sido el mejor abono para la alucinación colectiva: es el mismo pacto que el PSOE ha ignorado en el Congreso prefiriendo el entendimiento con ERC y JxCat entre otros.
2. En Andalucía ha caído el último dique que le quedaba al conservadurismo político en España, eso llamado de forma absurda bipartidismo, tras cuatro años de irrupción de las nuevas fuerzas de la posmodernidad. Podemos ya tiene su antagonista, que tardaba en aparecer pero al final ha hecho acto de presencia. Vox, entra en España por el sur, y provoca que en la mayoría de foros se defienda la increíble ecuación por la cual el partido de Abascal es la extrema derecha pero Podemos no tiene nada de extrema izquierda. Parece obvio que eso se lo cree hoy muy poca gente, aunque seguiremos oyéndolo durante meses, años tal vez. Esa teoría hará creer que hay cuatrocientos mil andaluces fascistas, ultras, xenófobos, machistas y retrógrados. No sabía nadie que existían, ni donde estaban, ni que de la noche a la mañana se fueran a manifestar como lo han hecho, con un instrumento tan antidemocrático e inconstitucional como el voto. Prepárense para la mayor sobreactuación que puedan imaginar contra la libre elección de sus representantes que han hecho esos cientos de miles de andaluces. En Andalucía ha nacido el primer antifascismo del mundo que no tiene ningún fascismo en frente.
3. Lo lógico sería un pacto de las dos primeras fuerzas, como ocurre en Alemania. Lo mismo que ocurre en el Congreso. Un mínimo de sensatez en los principales dirigentes del país propiciaría ese pacto de unidad ante el rompecabezas e que se ha convertido el escenario público. Pero la lógica impuesta por el líder socialista, y por esta nueva y lamentable política donde el partidismo se antepone al interés general, ponen en bandeja que esa opción razonable no sea ni siquiera tenida en cuenta, ni valorada en los cientos de análisis que salen a la luz. ¿Han escuchado a alguien mencionarle desde anoche?.
4. Juanma Moreno no es aún el presidente andaluz electo. Y va a tener muy difícil serlo. Juan Marín ha dicho que liderará el cambio en Andalucía y que va a presentar su candidatura, desde la novedosa posición de Ciudadanos que ahora defiende el gobierno no de la primera fuerza más votada, ni de la segunda, sino de la tercera. Cs puede poner en riesgo los resultados que ponen fin a casi cuatro décadas de socialismo, reclamando la presidencia de la Junta con el apoyo de PSOE y PP, lo que provocaría nuevas elecciones en un par de meses. No descarten esta opción porque a quien suscribe le parece la más plausible pocas horas después de abrirse las urnas.
5. Pablo Casado salva los muebles del liderazgo en el centro derecha pese a la caída muy acusada del apoyo al PP en esas mismas urnas. Los populares tienen un verdadero problema en Sevilla, donde son la cuarta fuerza política, aunque Almería les ha dado una alegría al colocarles en cabeza. Pero la decisión muy meditada y puede que hasta contradictoria de mantener a Moreno como candidato, pese a que era el hombre de su rival Soraya Sáenz de Santamaría, e implicarse en su campaña en cuerpo y alma, ha tenido el premio de una posible presidencia en Andalucía, que no es poco botín.
Y una pregunta final: ¿cesamos ahora a todos los responsables de la información en la radio y la televisión públicas andaluzas porque cambia el signo del gobierno?. ¿Echamos a la calle o dejamos orillados a profesionales que han llevado las riendas de los programas de ese canal autonómico?. Pongan ustedes la respuesta.