
Desde la crisis de 2007, el sector bancario no ha parado de transformarse, reestructurando sus fundamentos con procesos nunca vistos. Básicamente el proceso de reconversión se llevó a cabo (al margen del saneamiento de balances), mediante reducciones de tamaño y personal o a través de movimientos corporativos de concentración, destacando las fusiones respaldadas por el Banco Central Europeo (BCE).
Actualmente, aunque el número de bancos se ha reducido en 2.275 desde la crisis, aún perviven más de 6.000 entidades. Sin embargo, las perspectivas se muestran a favor de una reducción drástica de ese número por la necesidad de obtener mejores resultados en eficiencia y rentabilidad, conforme a lo que respaldan las principales instituciones, organismos y expertos europeos; al frente, la conocida como la "Tríada Europea", esto es, la formada por el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea.
¿A favor? En primer lugar, la baja rentabilidad de la banca, en torno al 6,7% frente a un coste de capital del 10%. Esto obstaculiza la posibilidad de ofrecer atractivos dividendos a sus inversores debido a la todavía existencia de toxicidad de algunos de sus activos, paradójicamente considerados libres de riesgo.
La segunda perspectiva a favor es la necesidad de obtener mayores retornos en productos financieros; un ejemplo: en Europa hay 43 fondos y su cobertura oscila entre el 0,14% y el 3,16% de los depósitos. Sin embargo, ello podría entrañar riesgos debido a la necesidad de ofrecer alternativas que resultarían menos atractivas para los inversores, que prefieren la comodidad de sus ahorros a opciones menos conocidas.
En tercer lugar, es necesario agilizar y flexibilizar las fusiones internacionales ya que la banca europea carece de la dimensión competitiva en este ámbito, frente al tamaño de las entidades estadounidenses o chinas y del carácter transnacional de empresas como Google, Amazon, Facebook o Apple. Además, Los principales bancos están perdiendo peso e importancia en sus respectivos países. Un caso es el paradigmático Commerzbank que dejará en breve de formar parte del DAX 30, el principal índice germano, por baja capitalización, y se especula una megafusión con otro gigante del país, el Deutsche Bank. O la pretendida unión de Unicredit, el primer banco italiano, con otro grande: Société Générale, BBVA o ABN Amro, son las alternativas que se están barajando. Por último, controlar la actividad de bancos sistémicos, es decir, aquellos que tienen capacidad de desestabilizar su mercado doméstico o incluso el internacional, en caso de quiebra; el caso más relevante, Lehman Brothers. En España, Banco Santander o BBVA son considerados sistémicos.
¿En contra? Primero, todavía no está consolidada la implantación homogénea de Basilea III y la creación del Fondo Único de Garantía. Además, el sector sigue reacio a la consolidación internacional que le podría suponer pérdida de identidad y cierta independencia. También el Supervisor Único, según el sector, se excede en sus prácticas regulatorias lo cual impide aumentar márgenes rentables. Por último, las expectativas de más subidas paulatinas de tipos que ofrece aumento de márgenes y la digitalización de la banca con la incorporación de nuevas tecnologías ahorradoras de costes y de más amplia cobertura de clientes.
En todo caso, el proceso está en marcha. En 2018, se está consiguiendo nivelar el coste de capital de las entidades, que ronda el 11% de media frente a una rentabilidad en torno al 9,5%, debido mayormente al desprendimiento de elementos poco rentables gracias a la existencia de los "bancos malos" que los absorben, y no a la existencia de productos más acordes con el proceso bancario.
Las consecuencias financieras del proceso se antojan claras: es muy positivo para el sector y parece inevitable. Pero ¿y las sociales? Esto provocará mayor desempleo, menor personalización de la clientela con un descenso de la proximidad de la entidad a sus usuarios y la imposición de la estrategia comercial de la nueva entidad resultante de la fusión Son aspectos a tener en cuenta.