
A estas alturas del mandado insospechado de Pedro Sánchez se ha convertido en un deporte nacional buscar sus declaraciones, escritos originales o no, tuits y gestos del pasado lejano o reciente, para demostrar sus flagrantes contradicciones. La evolución política del presidente ha consistido en mutar muchas de sus consideraciones sobre los más importantes asuntos, lo que ha permitido acuñar la teoría monclovita de que hay que juzgar a Sánchez sólo por aquello que haya hecho o dicho desde que prometió su cargo, e ignorar lo anterior como si fuera obra de un extraño que pasaba por allí casualmente. Entre las perlas de mayor valor escuchadas jamás en una rueda de prensa en la sede presidencial se encuentra ya la defensa de Carmen Calvo de la existencia de dos Pedros Sánchez, el actual con su peso institucional y otro anterior cuyas opiniones deben quedar sepultadas en el limbo de la historia.
Hoy se le recuerdan al presidente del gobierno sus palabras, escritas no hace tanto en las redes sociales que todo lo guardan, en relación a las dificultades del anterior gobierno de aprobar los Presupuestos Generales del Estado, algo parecido a lo que le ocurre ahora a él mismo aunque con compañeros de viaje sensiblemente distintos. Hay, es cierto, un actor común a ambos procesos: el PNV de Ortuzar y Urkullu, el partido que siempre cae de pie como los gatos. Pero salvo esa coincidencia, todos los demás acompañantes del gobierno son nuevos: Podemos, ERC, PDeCAT, Bildu. Articular el apoyo de esas fuerzas políticas en el momento judicial decisivo del proceso al procés le está costando sangre, sudor y lágrimas al presidente, con lo que el ejecutivo ha empezado a difundir su intención de prorrogar las cuentas del presente ejercicio, las que hace pocos meses eran consideradas inadmisibles por su mismo partido.
En ese ejercicio de poner al presidente ante su espejo que tantas páginas y minutos llena, hoy conviene recordarle el mensaje que publicó en Twitter del 5 de marzo pasado: "O Presupuestos o elecciones. Si Rajoy no aprueba los Presupuestos le exigiremos que se someta a una cuestión de confianza. Si la pierde, no tendrá excusa para no convocar elecciones". Aquella propuesta, contraria por lo demás a lo que estipula la Constitución que exige la dimisión del presidente que pierda una cuestión de confianza en la Cámara, y no la convocatoria de elecciones, podría aplicársele ahora al actual presidente con mayor motivo aún dado que su grupo político no fue el mayoritario en las urnas y además se sirvió de apoyos poco recomendables, como día tras día se puede comprobar.
Sánchez nunca ha pensado en disolver las Cortes y convocar elecciones y no lo va a hacer tampoco ahora aunque no tenga Presupuestos. El objetivo de su moción de censura está alcanzado y no corre peligro pese a que las cuentas sean las de Rajoy estiradas y matizadas de forma propagandística a golpe de decretos. Ninguno de los grupos nacionalistas, independentistas o de izquierda extrema que le auparon al poder va a poner en riesgo la legislatura de forma anticipada, esperarán a que el mandato termine y sea ya obligatorio ir a las urnas. El jefe de gobierno podrá escudarse esta vez de nuevo, como ya es costumbre, en que aquellas palabras exigentes publicadas en mayo no fueron escritas por el presidente del gobierno, sino por la sombra alargada que le persigue tenazmente en cada una de sus decisiones.