
Bajo quinientos puntos. Subo doscientos, luego bajo otros cien. En la pasada semana, la calma un poco extraña de la que se beneficiaron los mercados durante la mayor parte de este año se ha roto de forma decisiva. La volatilidad ha vuelto, con vaivenes diarios en todos los índices principales.
Por supuesto, a nadie le gusta cuando las acciones se derrumban. Los inversores sufren grandes pérdidas y las OPV se paralizan, al tiempo que se ahoga el suministro de capital a las empresas. Un choque a gran escala, si eso es en lo que se convierte, no ayudará a nadie. Pero de hecho, el retorno de la volatilidad, si no es exactamente bienvenido, tiene su lado positivo. ¿Por qué? Porque demuestra que se está produciendo un debate real; porque elimina parte de la euforia falsa en el mercado; y porque significa que los inversores tienen la oportunidad de comprar a precios más bajos. No durará para siempre, y los mercados estarán en mejor forma una vez haya concluido el proceso.
El detonante de la repentina liquidación de la última semana podría ser debatido sin parar. Es muy posible que la Reserva Federal esté endureciendo la política monetaria demasiado rápido, como cree Donald Trump (aunque puede que se arrepienta de haber vinculado su presidencia al S&P 500 tan estrechamente). Tal vez el resto del mundo está entrando en el mercado bajista que ha sido evidente en China durante semanas. Probablemente, hay algún opositor al Brexit que, sin ninguna base, culpa en Twitter a la salida de Reino Unido de la UE. Cualquiera que sea la razón, los índices han caído. Ya no parece un mercado alcista. Si las pérdidas se aceleran y se convierten en un choque a gran escala, la economía mundial sufrirá inevitablemente. Sin embargo, de forma más plausible, estamos asistiendo simplemente a una corrección importante del tipo de las que se producen regularmente en cualquier subida a largo plazo de las cotizaciones bursátiles. Y eso no es necesariamente algo tan malo. Aquí está el porqué.
Primero, muestra que la gente está realmente pensando en algunos de los problemas que enfrentamos. Desde las guerras comerciales, pasando por el rápido avance de la tecnología, hasta la normalización de los tipos de interés desde niveles históricamente bajos, se están produciendo algunos cambios enormes en el funcionamiento de la economía mundial. ¿Son para bien o para mal, o siquiera relevantes? Son preguntas difíciles para las que no hay respuestas fáciles, y sobre las que es perfectamente legítimo que la gente tenga puntos de vista muy diferentes. Pero nada de eso se refleja en una bolsa de valores que simplemente navega serenamente hacia arriba año tras año o asume que todo saldrá bien al final. De hecho, es completamente normal que los precios se muevan violentamente a medida que la gente trata de encontrarle sentido a esto.
Lo que fue extraño fue el mercado completamente sosegado que hemos presenciado durante la mayor parte del año 2018 hasta ahora -no el que ha girado salvajemente en la última semana-.
Luego, debemos hablar de la euforia sin sentido. Algunos sectores del mercado, como los gigantes de la tecnología, por ejemplo Apple, Amazon, Netflix y otros, se habían vuelto realmente locos. Pueden ser grandes empresas, pero eso no justifica que se les valore a dos cientas veces sus beneficios actuales o más. Muchas de las compañías de tecnología tienen grandes productos y muchos clientes leales, pero no hay un camino real a la rentabilidad y los inversores lo han estado ignorando ciegamente.
Asimismo, es posible que China se esté convirtiendo en la economía dominante del mundo, pero de ninguna manera está claro que los compradores del mercado de Shanghai compartan esa riqueza, al menos a los precios que se les están exigiendo. Hay que eliminar esos castillos en el aire, y cuanto antes suceda, mejor -porque una vez que se aparta la espuma, entonces los inversores pueden averiguar si hay una base firme debajo y si es así, dónde está-.
Por último, significa que los inversores pueden ganar algo de dinero. Se necesitan caídas en el mercado para atraer al dinero fresco. En realidad, los precios en la mayoría de los principales mercados eran muy altos para cualquier estándar histórico. Después de lo que ya era el mercado alcista más largo de la historia, en duración aunque significativamente no en fuerza, probablemente no fue muy sorprendente.
Pero también se puso muy difícil para los fondos de inversión y de pensiones y para otros gestores de activos comprar en un mercado que parecía muy, muy caro. Después de todo, nadie quiere ser la persona que compra acciones el día antes de una caída importante. En estos niveles, la gente puede invertir de nuevo con al menos alguna expectativa de que resulte ser un negocio rentable.
Claro, algunos de los movimientos en el mercado son desgarradores. Muchos inversores se sentirán nerviosos, y algunos sin duda tendrán ganas de vender todo antes de que empeore. Pero los mercados bursátiles deben ser volátiles, por la sencilla razón de que reflejan un mundo que cambia rápidamente y un choque de puntos de vista sobre cómo es probable que esto se desarrolle. A medio plazo, una corrección es saludable, aunque no se sienta exactamente así cuando se está en medio de una.