Firmas

El error de estar vivo

Foto: Archivo

Qué inmenso error han cometido los políticos que forman parte del Pacto de Toledo cuando decidieron cargarse la reforma de pensiones de 2013. El hecho de que todos los partidos hayan acordado recomendar al Gobierno de turno que indicie las pensiones pone en grave riesgo la Seguridad Social.

El pacto del IPC supone un grave atentado para las futuras generaciones. Es cierto que una sociedad es más civilizada en la medida en que cuida de sus mayores. También, que hay un pacto intergeneracional para garantizar las pensiones de nuestros predecesores. Pero ésta es una cosa y otra es prometer pensiones que no podrán pagarse. Una pequeña subida de la "masa salarial" se convertirá en una pesada carga en menos de una década.

La gran pregunta que debemos hacernos no es qué pensiones queremos, sino cuáles podemos pagar. Es un disparate apostar por revalorizar las pensiones en función del IPC como único factor en cuenta. Aunque se congelaran las prestaciones de forma nominal, el gasto aumentaría un 3%, más de lo que crecerá la economía.

¿Y por qué? Porque hay más pensionistas (los nuevos superan las bajas por fallecimiento ya que mejoran las expectativas de vida); y, por si fuera poco, la recaudación por cotizaciones ha disminuido por la pérdida de productividad. A ambos factores hay que sumar el "efecto sustitución", dado que las nuevas pensiones son de mayor cuantía que las que cobraban nuestros mayores.

¿Y qué hacen nuestros políticos? Echan leña al fuego. En breve nos vamos a encontrar con una bomba: un gasto en pensiones creciendo más que el PIB. No hay país que lo resista.

La solución que dan algunos de pagar este gasto aumentando impuestos significa que habrá menos dinero para financiar nuestro desarrollo. ¿Es lo que queremos? Y ya sabemos que no podemos recurrir a un aumento de la deuda, pues somos el país más endeudado del mundo.

Por tanto, lo único que va a garantizar que no tengamos una vejez pobre es el ahorro. Se trata de evitar pensar, como en la película de Carlo Ludovico Bragaglia, en El error de estar vivo (1945). En una sociedad envejecida, los mayores no pueden imponer su ley hipotecando a los jóvenes.

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