
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, no podía ocultar el miércoles pasado, mientras acompañaba a los Reyes en el estreno de la temporada en el Teatro Real, su satisfacción por la proposición que permitirá tener Presupuestos este año. Ella fue la que se empeñó, en contra del criterio de otras ministras, como la de Hacienda, María Jesús Montero, en utilizar todas las armas a su alcance.
Una enmienda a una proposición de ley sobre la violencia de género, para enmendar otra ley orgánica. La jugarreta muestra las maneras torticeras a las que recurre el Gobierno para mantenerse en pie. Una iniciativa con olor a naftalina y a golpe en la mesa. Una práctica que Zapatero había suprimido para defender los valores democráticos, que ahora se resienten.
El plan del Gobierno es que no tiene un plan. Todo vale con tal de seguir en el machito. Sánchez quiere aprobar los Presupuestos como sea, demonizar a lo que él llama ricos y enviar un mensaje a su electorado de que puede gobernar con Podemos. Sabe que por mucho que alargue la legislatura no conseguirá los votos necesarios para seguir al frente en solitario.
Por eso, está semana cambio su discurso. En la entrevista en La Sexta con Ana Pastor admitió la posibilidad de adelantar los comicios si no saca adelante sus reformas. Entonces, acusaría a Pablo Casado y Albert Rivera de impedir la aprobación de los Presupuestos, por defender a los ricos.
La oposición está noqueada. Con Casado pendiente de la decisión del Supremo sobre su máster en la Universidad Rey Juan Carlos (este viernes recibió un espaldarazo del fiscal) y Rivera, en busca de un espacio electoral. Ambos pujan por parar la controvertida enmienda de nuevo en la Mesa del Congreso y luego recurrirla al Constitucional. Pero ni una ni otra cosa garantiza que no se aprueben los Presupuestos.
Un gol a la democracia, que puede convertirse en un golpe de gracia a la economía . Como advirtió el presidente de la patronal, Joan Rosell, el alza del gasto en estos momentos podría acabar con el control del déficit.
Sánchez dio marcha atrás en el impuesto a la banca después de que Botín amenazara con trasladar fuera del país parte de sus estructuras, mientras que el del diésel quedará reducido a algo simbólico, tres euros al mes para el conductor medio (15.000 kilómetros al año), debido a que es muy impopular..
Paradójicamente, se sigue adelante con aquellas medidas más dañinas. Incrementará los gravámenes a grandes sociedades, rentas altas y la fiscalidad del ahorro. Las grandes firmas y sus directivos son los que deciden las inversiones y a partir de ahora lo harán fuera de España. Además, son los únicos con capacidad de ahorro para sostener el crecimiento.
En contrapartida, prometen reducir la fiscalidad a los autónomos y a las pequeñas empresas. Un alivio insustancial, porque son las medianas y grandes corporaciones las que actúan como motor de tracción para el resto y no las pequeñas y menos los autónomos. Van a crear el súper país de las pymes, pero ¿a quién van a vender sus productos si las inversiones se van fuera? Un desastre de planificación.
Uno de los problemas de la economía española es la falta de ahorro. Tenemos una de las tasas más bajas de Europa, lo que nos deja muy vulnerables para afrontar las próximas crisis, porque las familias no tendrán un colchón para mantener su consumo. Si se penalizan las plusvalías del capital y se quitan incentivos a planes de pensiones, se favorecerá el vivir al día, como hacen en Turquía o en Argentina. Ya solo le queda instaurar un régimen de ordeno y mando, que se salte las leyes como en Venezuela, como apuntan sus actuaciones para burlar al Congreso.
Para edulcorar la imagen de izquierda radical, el aparato de Moncloa, con Iván Redondo al frente, que no descansa ni de noche ni de día, ideó el encuentro de Sánchez con los del Ibex. La primera foto se produjo hace un par de semanas, con motivo de la reunión de la junta directiva de la Fundación Carolina, y la segunda, para conmemorar los cien días de Gobierno. ¡Qué cinismo! Los invita a almorzar y después intenta apuñalarlos por la espalda. Ni Calígula soñaría con un escenario igual.
Me recuerda a los encuentros que mantuvo Zapatero con los grandes banqueros en Moncloa, antes de empujar al país a la mayor debacle económica desde la Segunda República. Los empresarios acuden como corderos mansurrones donde les llame el presidente, aunque sea al matadero, porque temen sufrir las consecuencias si protestan o rehuyen la invitación.
Aun así, esta vez fue muy llamativa la ausencia de los presidentes de los dos grandes bancos, Ana Botín y Francisco González, Este último se permitió la licencia de cantarle las verdades del barquero. En una entrevista desde Singapur, con ABC, señaló que un aumento del gasto es lo peor en este momento de desaceleración económica. Un aplauso para González, por ese rayo de clarividencia que tuvo, aunque inexplicablemente después se deshizo en elogios hacia la caótica política de Erdogan en Turquía.
Hasta el consejero de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía, Antonio Rodríguez Arellano, heredero de la consejería de la ministra de Hacienda, advirtió, en una entrevista con elEconomista, que "demonizar a los empresarios no conduce más que a la miseria". No me extraña, el éxito del susanismo en esta región.
Con este panorama, muchos socialistas sensatos presionan para un adelanto electoral antes de que se produzca un mayor deterioro. El siguiente paso será atraerse a los partidos catalanes de la extinta Junts pel sí. Su apoyo es imprescindible para los Presupuestos. ERC pone condiciones, quiere que suelten a los presos, por lo menos hasta que se celebre el juicio, mientras que PDeCat no está dispuesto a tragar con la confiscatoria subida del IRPF a los directivos.
Sánchez busca concesiones que ofrecerles para llevarse el gato al agua. La oferta de alargar los plazo del pago de la deuda prácticamente sine die a la Generalitat es una estratagema para ganarse sus votos. Los Presupuestos siempre fueron el instrumento que utilizan los gobiernos para introducir medidas controvertidas, porque no se votan de manera separada, sino conjunta.
El coste de las medidas económicas y las concesiones políticas no hace más que crecer y con los impuestos anunciados no se podrán sufragar y cumplir con Bruselas. La ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, esta semana admitió que no se puede blindar por ley la subida de las pensiones al IPC. Tarde o temprano, la lógica de los números acabará imponiéndose. No todo vale para mantenerse al mando.
PD.- La operación empresarial de la semana es la salida de La Caixa del accionariado de Repsol tras 22 años. Una venta que, en esta ocasión, no viene motivada por los dimes o diretes entre los presidentes de ambas corporaciones, aunque se hizo por sorpresa, sino por la necesidad de CaixaBank de cumplir con su plan estratégico de centrarse en la actividad de banca-seguros. ¡Zapatero a tus zapatos! Brufau tendrá así las manos libres, después de desprenderse de la participación en la antigua Gas Natural, para diseñar un plan de crecimiento sin ataduras ni pleitesías. La reciente adquisición de gas fuera del ámbito de Naturgy es una muestra de esta nueva libertad, que Repsol deberá manejar con inteligencia para seguir creciendo sin un socio de referencia.