
Estoy seguro de que a muchos (y muchas) de ustedes (y ustedas, como marcan estos tiempos de correción política a costa del sentido común) les habrán dicho la siguiente frase en algún momento de su vida: ¿Y si tu amigo se tira a un pozo te tiras tú detrás? La preguntita, que solía ir acompañada por la aviesa mirada de tu madre, quería llamar tu atención sobre lo importante que es tener personalidad, decidir por ti mismo. ¡No hagas esto o lo otro sólo porque lo haga tu amigo! ¡Piensa por ti mismo! ¡Puede que lo que a tu amigo le vaya bien no sea lo más indicado para ti!
En fin, saben de lo que hablo. Pues estas últimas horas he notado a faltar que alguien le dijera eso mismo a la ínclita alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Quien debía ser la primera interesada en que un evento de nivel planetario como el Mobile World Congress (MWC) continuara, sin ningún género de dudas, en Barcelona, es la primera que encabeza la manifestación , aunque no sea de forma literal, para torpedearlo. Inconcebible. La decisión, supongo que tomada por ella misma, de dar plantón al Rey en la inauguración es una gravísima irresponsabilidad que contribuye a generar inestabilidad, que aunque a corto plazo no vaya a significar una ruptura, es justo el factor principal que puede provocar que los gestores del MWC decidan en 2019 cambiar de aires y dejar a Barcelona sin una enorme fuente de ingresos y un evento que la sitúa en el codiciado mundo del turismo de negocios.
Y no me vale con la explicación habitual de que Colau se debe a su público. ¿Qué publico es ese? ¿Un público que quiere borrar Barcelona del mapa? ¿Un público que si puede elige ser ciego para que los demás se queden tuertos? Colau demuestra muy poca visión política, pese a que corto plazo su presuntamente valiente decisión le sirva para que la jaleen los extremistas radicales de siempre. Y lo demuestra porque une su camino al del presidente de un Parlament que ya se cubrió de gloria siendo él mismo plantado por la cúpula judicial, y al del presidente de una imaginaria (¿o era simbólica?) república independiente catalana que más que en un exilio real está en un exilio también imaginario, esperando solo que alguien con dos dedos de frente en el soberanismo le haga ver, como en el cuento, que está desnudo.
Colau haría bien en centrarse en gobernar la ciudad para todos los catalanes. Independentistas y no independentistas, que además parecen ser mayoría en la urbe, pese a que los otros se dejan ver más. Barcelona tiene suficientes problemas en su día a día como para andar generando otros por un errado cálculo político. Acuérdense de los pisos de alquiler y de la turismofobia, que seguro que exigen una atención que la alcaldesa no parece estar dedicándoles ahora. Si quiere protestar ante el Rey por cualquier agravio que ella imagine, que se acerque a Zarzuela, verá como no le dan plantón.