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Europa supera a China

Europa es el mayor exportador neto del mundo. El superávit de la balanza por cuenta corriente de la Eurozona en 2017 ha sido de 420.000 millones de euros. Sustancialmente comercial, el excedente se ha desatado partiendo de niveles que hasta 2012 eran escasamente negativos o positivos. El dinamismo y el importe del excedente europeo sorprende, pues. Debido a su benéfico influjo en el empleo y la renta de las personas ésta es, sin duda, una situación feliz.

La evolución y el tamaño actual del excedente exterior de la Eurozona contrasta con los de China. Efectivamente, en 2017 superávit de la balanza por cuenta corriente de China ha sido de solo 120.000 millones de euros (casi cuatro veces menos que el de la Eurozona) mientras que en 2009 fue de 400.000.

Para ver las dimensiones relativas del saldo exterior de la Eurozona y de China recordemos que en 2017 la eurozona-19 ha sumado 342 millones de personas, un PIB total de 11 billones de euros y un PIB per cápita de 29.000 euros. Mientras, China ha sumado 1.380 millones de personas, un PIB total de 9,3 billones de euros y un PIB per cápita de 6.900 euros. El saldo por cuenta corriente de la eurozona supone el 3,8% de su PIB y el de China el 1,3%. Por otra parte, sobresale que la balanza bilateral entre la Eurozona y China registre un saldo positivo y creciente para la primera: en 2009 fueron 20.000 millones de euros, en 2017 han sido 60.000.

En estas dinámicas de las balanzas por cuenta corriente europea y china se sintetizan profundas tendencias globales y de estas dos economías: su lugar en la cadena global de valor, su competitividad, el precio de las materias primas y en particular del petróleo y la energía, los tipos de cambio, sus tasas de ahorro e inversión, la fase del ciclo económico en la que se hallen, así como su nivel de desarrollo y estructura productiva.

Detengámonos, en primer lugar, en el efecto combinado del nivel de desarrollo y del ciclo. Entre 2009 y 2012, la crisis económica, aun siendo global, afectó relativamente mucho más a los países más avanzados. Los países emergentes redujeron también su crecimiento, pero algunos como China lo mantuvieron en niveles cuatro veces superiores a los de Europa.

Luego, los países avanzados redujeron las importaciones, también por el menor consumo y menor precio de la energía, y trataron de mantener la actividad, internacionalizándose y exportando más. En cambio, al estar China en una fase media de desarrollo y poco afectada por la crisis, sus importaciones del resto del mundo, y especialmente medios de producción y de consumo de calidad de la eurozona, siguieron creciendo mientras que decrecieron sus exportaciones a los países avanzados en crisis.

Desde el punto de vista de la balanza por cuenta corriente, pues, la crisis europea ha tenido un destacado efecto positivo. Europa ha mejorado su competitividad y su empleo. Las tasas de empleo crecieron, las tasas de paro se situaron por debajo del 5% en… Alemania, Holanda… En Alemania la tasa de paro de 2009 era de 7,6% y en 2017 ha sido de 3,7%. Pero en España estos respectivos valores son 11,3% y 17,4%. En la Eurozona-19 son 9,6% y 9,1%, semejantes a los de Francia (9,1% y 9,5%) y en Holanda son la mitad (4,4%y 4,8%).

Por consiguiente, el éxito global de la eurozona en competitividad se debe a una contribución muy diversa de sus economías. De este modo, Alemania alcanzó en 2017 a tener un superávit del 7,8% del PIB con el resto del mundo, Francia tiene un déficit del -3,0% y España e Italia superávits de 1,7% y 2,5%. Fijémonos, pues, que estos dos países euromediterráneos han logrado superávit con el resto del mundo, lo que es meritorio habida cuenta de la larga inclinación al déficit exterior y, especialmente, a pesar de tener un déficit con el conjunto de la eurozona, y señaladamente con Alemania.

A falta de las balanzas por cuenta corriente interiores a la eurozona (por ejemplo, entre Alemania y el resto de la eurozona), las estadísticas del Target2 del BCE atestiguan los severos desequilibrios internos al eurosistema. Alemania acumula un saldo acreedor de +846.000 millones de euros, mientras que España, Francia e Italia tienen un saldo deudor de -365.000, -18.000 y -433.000. Observamos, pues, cómo el déficit de unos es el superávit de otros y los grandes desequilibrios financieros existentes entre el centro-norte y el sur del euroárea.

Obviamente no es consuelo, pero en China los desequilibrios interiores entre las primorosas regiones de Shanghai y la costa y las más tradicionales zonas del interior son, ciertamente, muy superiores a los de Europa. Pero en este punto, China tiene una ventaja: la efectiva movilidad interna de su población impide que en las zonas más cuitadas la tasa de paro alcance y permanezca en niveles cuatro veces superiores a los de las zonas más boyantes, como sí ocurre en Europa, por ejemplo, entre Alemania y España.

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