Rodrigo Rato acusa directamente al Gobierno de orquestar la detención que sufrió en 2015. El ex vicepresidente se presenta así como víctima de una operación política. Se trata de una estrategia de defensa a la que también recurre por otros medios, como el informe pericial, que él mismo encargó, presentado ante los tribunales para desmontar las acusaciones del fiscal.
Sin duda, Rato puede alegar a su favor que, casi tres años después de la detención, no hay condena por ninguno de los presuntos delitos que se le atribuían (alzamiento de bienes y fraude fiscal). Es posible, por tanto, que el exdirector del FMI pueda eludir la cárcel en este proceso concreto. Ahora bien, su situación es aún complicada debido a otros procesos, como el relativo a las tarjetas black de Bankia.
