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May o Corbyn: lo malo o lo peor

  • Reino Unido elige entre dos candidatos que podrían ser malo para el país
Jeremy Corbyn y Theresa May, tras votar en la jornada de hoy. Fotos: Reuters

EN DIRECTO |  Siga toda la jornada electoral. Los casi 47 millones de electores que están decidiendo el futuro de esa gran potencia venida a menos que es el glorioso Reino Unido tienen ante sí una decisión complicada sobre la que han ido mutando su posición. Deben decidir entre una candidata conservadora subida al caballo ganador de un Brexit contra el que luchó, o un candidato de izquierdas cuyo mensaje se asemeja al populismo extremo que cabalga por el mundo a lomos del desencanto y la fobia a los políticos tradicionales.

Eso, por emplear un símil al hilo de la época del año en que nos encontramos, a pocos días de que la aristocracia y la realeza británicas se den la mano, pamelas al viento y vestidos largos, en el Royal Meeting de Ascot entre purasangres y negocios.

A un lado del escenario tendrán a Theresa Mary May, 60 años, nacida en Eastbourne en el condado de Essex, graduada en Oxford y con experiencia laboral en el Banco de Inglaterra. Ni mucho menos una émula de Margaret Thatcher, sino todo lo contrario. Ha lapidado con su torpe campaña electoral el patrimonio oportunista que ella misma sembró con su anti europeísmo sobrevenido. El error de cálculo de May ha sido de los que hacen época, comparable si pierde a los de su antecesor y felizmente jubilado a los 40 David Cameron.

Al volver de las vacaciones de Semana Santa anunció a su pueblo que convocaba elecciones anticipadas, para aprovechar el hundimiento del laborismo y su feliz recorrido sobre la espuma de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, decidida prácticamente por la mitad más uno de los ciudadanos en una división de la sociedad que sólo va a perjudicar a esa misma sociedad. Seis semanas después, la Premier llega al final de la recta electoral con la lengua fuera, exhausta y reclamando la hora.

Considero injusta la crítica que su oponente le hace a la favorita, aprovechando electoralmente la tragedia del Puente de Londres y Borough Market, en relación su decisión de eliminar 20.000 plazas de agente de policía en las calles británicas. El aspirante no recuerda que, cuando se tomaron estas decisiones siendo May ministra de Interior, él y sus compañeros reclamaban menos policía aún y que la vigilancia y seguridad desaparecieran de esas mismas calles donde los radicales yihadistas ya campaban a sus anchas. ¿O nadie se acuerda ya del soldado Lee Rigby, asesinado a puñaladas en plena calle ante las cámaras de televisión por dos islamistas? Aquél atentado terrorífico de 2013 marcó el camino de espinas que ahora transitan los británicos.

Jeremy Bernard Corbyn es la otra desdichada opción. Tiene 68 años y nació en Chipenham, en el condado de Wiltshire. Ha sido activista de causas ecologistas y políticas desde que echó los dientes, pero en su haber no encontramos dedicación profesional alguna en ninguna de las empresas que pueblan el tejido productivo de su gran país. Siempre en el sindicato, siempre en el partido, siempre en la Cámara de los Comunes de cuyas estructuras anquilosadas ahora reniega. Uno de sus aciertos es no haber cambiado su chaqueta según soplaran los vientos de la opinión pública, como sí ha hecho su adversaria. Él siempre ha defendido el gratis total para los ciudadanos, pagado por unos impuestos que generarán a buen seguro, en caso de que llegue a Downing Street, un peregrinaje constante de contribuyentes a las Islas Vírgenes, que por cierto son Británicas. Ahora promete miles de policías más en las calles y un Banco de Inversión público dotado de medio billón de libras esterlinas que sólo él sabe cómo financiará. La propiedad privada quedará relegada en su imaginario político y los ferrocarriles serán nacionalizados.

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