
Observen la diferencia. Cuando el pasado mes de marzo el Fútbol Club Barcelona logró clasificarse in extremis para los cuartos de final de la Champions League metiendole seis goles al PSG la televisión autonómica madrileña habló de remontada histórica. En sus secciones deportivas, los informativos de Telemadrid destacaron sin ambages la épica que tuvo el encuentro y el único comentario adverso fue sobre la desastrosa estrategia del entrenador francés y la vergonzosa actuación del árbitro pitando dos penaltis inexistentes a favor del Barca más el que se tragó al equipo rival.
Algo que por cierto vió el mundo entero. Esa misma tónica sobre el encuentro fue la mantenida por el resto de las televisiones públicas incluida TVE. Un proceder que contrasta con el de TV3 en relación con la final que disputaron el pasado sábado el Real Madrid y la Juventus. La televisión autonómica catalana, que decidió emitir el partido, no dudó en montar una promoción en la que apostaba a tumba abierta por desear la victoria de la Juve. No les importó que el equipo italiano fuera el verdugo que decapitara al Barça en la Champions.
"Solo hay 11 hombres capaces de evitar lo inevitable", rezaba el anuncio. "11 hombres preparados para cambiar el destino y hacer vivir una noche negra al todopoderoso conjunto blanco". Así ponía TV3 a su audiencia a favor del equipo italiano y en contra del español. Me podrán decir que esto es sólo fútbol y que el fútbol es solo un juego y así debería ser, pero para el fundamentalismo independentista el deporte es un instrumento en pro de sus objetivos y su estrategia es el rencor, el odio a lo español. Solo así se explica que un club de fútbol que tiene seguidores en toda España, y de los más diversos tintes políticos, se adhiriera de forma oficial al llamado Pacto Nacional por el Referéndum o participe en el Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña, ese engendro que parió la Generalitat para difundir el independentismo por el mundo.
Se trata de poner los sentimientos deportivos y sus devociones en favor de la secesión. A ello están entregados sin el menor pudor quienes dirigen la televisión autonómica de Cataluña pasándose por el arco del triunfo su condición de medio de comunicación de carácter público y por tanto al servicio de todos los catalanes y no solo de los que desean la independencia.
TV3, que consume unos recursos públicos disparatados en comparación con los del resto de los canales autonómicos, es una potente máquina de propaganda al servicio de una causa hasta ahora minoritaria en Cataluña. Sus informaciones han de pasar necesariamente por esas "horcas caudinas" manipulando la realidad a conveniencia. El tratamiento informativo que recibe cualquier asunto o personaje dependerá siempre de lo que interese en la Generalitat. Es el mismo sectarismo mezquino que indujo al diputado de la CUP David Fernández a acompañar cortésmente a Marta Ferrusola en su comparecencia ante la comisión de investigación del parlamento catalán mientras que, en el mismo escenario, a Rodrigo Rato le mostraba amenazante su mugrienta alpargata. Da igual que la Ferrusola sea percibida hoy como la bruja codiciosa que manejaba la trama de los Pujol, al secesionismo talibán siempre le parecerá una respetable marquesa.
Nada hay tan subjetivo como el rencor ni que te ciegue tanto el sentido de la realidad. Lo hemos comprobado estos días ante la respuesta obtenida por Carles Puigdemont a la carta que remitió a la Comisión de Venecia informando de la voluntad del gobierno catalán de convocar un referéndum y contar con la colaboración del organismo europeo. La respuesta de Gianni Buquicchio, presidente de esta comisión radicada en Estrasburgo, no ha podido ser más adversa para los anhelos de Puigdemont. Porque en su contestación, y después de celebrar el que el Parlament se interese por el código de buenas prácticas de la Comisión, lo que le deja meridianamente claro es que toda cooperación con este organismo ha de llevarse a cabo de acuerdo con las autoridades españolas y que cualquier plebiscito debe realizarse "en pleno cumplimiento con la Constitución y la legislación aplicable". Un respuesta demoledora para la hoja de ruta secesionista y que sin embargo la Generalitat dice haber recibido con cierta satisfacción porque consideran que "toman conocimiento del conflicto catalán". Es decir que, aunque les digan que lo que pretenden hacer es ilegal y que su único interlocutor válido es el Gobierno de España, como les contestan y no les insultan ya están contentos.
Esta semana es clave para el proceso independentista. El martes reunión del Pacto Nacional por el Referéndum para repasar la situación. Además del "zasca" de la Comisión de Venecia está la resistencia de la Catalunya en Comú de Ada Colau a aceptar el referéndum por la vía unilateral. Puigdemont ha de anunciar también la fecha y la pregunta de la consulta, el concurso para comprar las urnas y si va o no al Congreso y en qué condiciones. Una semana de mucho trabajo para la televisión autonómica. Tiene que ayudar a la causa y agitar el rencor.