
Se cumple prácticamente un año desde que el precio del petróleo acaparó la atención de todo el mundo. Recordarán que en aquellos momentos el ámbito económico y financiero se puso muy nervioso con el marcado desplome de su cotización. En aquella época se vieron precios del barril por debajo de 25 dólares, hoy estamos ligeramente por debajo de 50 para el Brent, referencia en Europa, y prácticamente en 45 para el West Texas, la referencia americana.
Desde diferentes tribunas, en elEconomista, intenté comentar a qué obedecían los nervios. En aquellos momentos el crecimiento en el mundo no estaba afianzado, es más, muchas economía emergentes estaban en recesión o con crecimientos muy bajos. Estos países, como saben, dependen muchísimo del precio de las materias primas pues son exportadores de ellas y en caso de caída de los ingresos se comprometen no solo los presupuestos de esos países, sino incluso el pago de su deuda pública y la de las empresas y familias nativas. Combinen a estas previsiones el efecto preocupación y lo que eso supone para los mercados financieros y tendremos una aproximación, a mi juicio, de lo que en aquellos momentos vivimos.
La situación fue remitiendo. Despacio, sin ninguna prisa, el precio del barril de petróleo comenzó a subir. La decisión de la OPEP a la que se unieron algunos países que están fuera de ella, caso de Irán o Rusia, tuvo efecto balsámico y serenó la situación. Únase a ello que el mercado estaba con una fuerte sobreventa en sus mercados de futuros y el cierre o vencimiento de esas posiciones tranquilizó aún más a aquel convulso mercado.
Fueron muchos los comentarios que hablaban en aquellos momentos de una nueva subida del precio del oro negro. Algunos tendrán en su retina previsiones de precios de barril por encima de 60 dólares, incluso se hablaba de 80 en las previsiones más optimistas. Nuevamente y a mi juicio, tal y como nuevamente volví a escribir en este diario, me parecían precios demasiado abultados, muy altos. Mis previsiones en medio y largo plazo se centraban en una banda 40-45, máximo, en todo caso, sobre 50. En la actualidad y después de haber estado ligeramente por encima de los 50, el petróleo parece dirigirse a esa banda comentada de 40-45.
Llamará la atención a algunos que tan solo hace un año el mundo estaba muy pendiente del petróleo, sin embargo ahora no parece haber esa tensión. En principio me parece lógico. Como he comentado, la recuperación del precio del petróleo tenía y tiene unos límites claros. Las economías emergentes hoy están en una situación de crecimiento bajo para lo que necesitan, pero no con fuertes problemas de actividad. China, al contrario de lo que aventuraban los mas agoreros, no se ha derrumbado, no ha entrado en recesión, continúa creciendo sólidamente. No parece pues que vayan a dispararse los impagos de deudas, se aleja el miedo de los mercados financieros. Al alejarse el miedo los inversores más cortoplacista, los conocidos como especuladores no toman fuertes posiciones porque el precio del petróleo caiga, impidiendo así que se traslade la volatilidad de los mercados financieros al mercado del crudo. Por tanto creo que está habiendo un comportamiento bastante racional, más que el de hace un año, cuando se vivieron escenas de pánico en la cotización de los mercados de futuros sobre el crudo.
Es posible que, de continuar el movimiento de caída de precios, algo que no descarto, volvamos a leer alguna noticia de preocupación sobre el descenso del precio del petróleo. En todo caso creo que no se volverá a lo que se vivió, pues veo improbable que el petróleo se consolide por debajo de los 40 dólares.
¿Qué podemos esperar a partir de ahora del precio del petróleo? Sigo pensando lo mismo: la banda en la que se debe estabilizar los precios es de un barril entre 40-45. Por encima, el techo para mí sigue estando en 50 dólares, con un suelo, que es 35 billetes verdes, precios máximo y mínimo que podríamos ver pero que creo no son consolidables. Hoy existe en el mundo un nuevo jugador muy importante, el fracking, ese petróleo no convencional ha modificado enormemente el mercado del crudo.
La entrada en juego de estas nuevas explotaciones es disruptivo total. EEUU es hoy el país con más reservas del mundo, ha pasado a ser el importador más importe a exportador. El uso de la tecnología está haciendo que sus pozos no convencionales alcancen punto de coste a precios inferiores a los 50 dólares y continua incrementándose el desarrollo de tecnologías que abarantan aún más los precios de extracción.
Por parte de la demanda el petróleo vive ya el ocaso del que otrora fuera la fuente de energía por antonomasia. Los esfuerzos de los Gobiernos, incluido por supuesto China, para erradicar el petróleo; disminuir la dependencia del crudo; aumentar la energía verde o renovable; la utilización de diferentes fuentes de energía para la automoción viene a poner punto y final al consumo masivo de derivados de hidrocarburos. Es el declive de una fuente de energía y eso tiene que tener repercusión en el precio al que se intercambia.
Desde luego para un país como España que prácticamente importa todo el petróleo que consume, es una bendición la contención de precios. El incremento de nuestras exportaciones con el efecto disminución en la factura de hidrocarburos es una buena noticia que ayudará a nuestro crecimiento. Sin turbulencias financieras en el horizonte, parece que ahora sí, la noticia es francamente positiva.