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Turismo: ¿bendición o maldición?

Iniciamos ya la Semana Santa, con ella los medios informativos se llenan de noticias sobre la ocupación hotelera, desplazamientos, gasto medio de los turistas, creación de empleo por sector y mucha más información y análisis. Se prefiere el turismo, porque atrae la atención del público. Esa atención está justificada. El sector turístico es una de las ramas más pujantes y con mejor comportamiento de nuestra economía. Pocos países pueden competir en cualquier segmento o en cualquier rama de su actividad con nuestra potente industria.

Desde que estallara la tremenda crisis vivida en los años más cercanos, la cual aún se deja notar en nuestra clase media, una crisis recordemos no solo española sino mundial, el turismo no ha parado de crecer. Ciertamente, hemos contado con un aliado como ha sido la situación de los países del norte de África y los atentados terroristas en ciudades y playas, competencia directa nuestra, pero el balance es de máxima brillantez. Basta ver algunos números para darnos cuenta de su importancia en nuestra economía. La actividad turística directa representa aproximadamente el 12 por ciento del PIB total del país. Desde 2009 el sector ha incrementado su peso en el PIB en casi un punto. El empleo directo del sector asciende al 13 por ciento del total. El turismo ha sido el sector que más está contribuyendo a la caída del desempleo, el mayor problema económico y social que tiene el país. Hay zonas de España, como son nuestras islas, donde es el motor incuestionable y protagonista de la economía. El interés por parte de inversores extranjeros, especialmente para las corporaciones chinas, centran en España buena parte de su interés y análisis para llevar a cabo adquisiciones e inversiones.

Desde luego el análisis agregado, el de los grandes números, solo puede ser catalogado como impresionante. Es más, se sustraen a estas cifras facilitadas por el INEM algunas directamente relacionadas con esta actividad. Basta el ejemplo de la irrupción de la economía colaborativa, donde encontramos por ejemplo una nueva y pujante actividad como es el caso del alquiler vacacional de pisos privados o compartir vehículo para el desplazamiento.

Sin embargo en un análisis más detenido descubrimos sus puntos negros. Como ustedes saben, el sector, una fuente de empleo, genera precariedad. La mayoría de sus contratos son normalmente temporales y de muy corta duración, totalmente cíclicos, de bajos salarios y de muy baja cualificación. Precariedad en grado máximo. La irrupción, aludida anteriormente, de las plataformas para el alquiler de vivienda vacacional está provocando en algunas zonas, véase Ibiza, que se dispare el precio de las rentas y escaseé la vivienda para alquiler residencial. El personal sanitario en Ibiza debe recurrir en algunos casos, en materia de alquiler, a compartir vivienda, pues los precios son desorbitados. Esto lleva aparejado un movimiento de dinero negro y economía sumergida. Esta subida de precios, hace que el número de nacionales que optan por programar sus vacaciones fuera de nuestras fronteras, aumente, algo que habría que pensar pues los españoles somos de los que más gastamos en vacaciones. Todavía nuestra industria tiene un alto componente de demanda conocida como de zapatilla y mochila, situación que socaba los ingresos y la rentabilidad; además puede incluso crear situaciones sociales conflictivas como es el triste caso de Magalluf.

De una forma apresurada y un tanto desordenada queda reflejado una vez más lo que los economistas llamamos la maldición de la materia prima. Nuestras costas, el patrimonio nacional, nuestro sol, la cultura, la gastronomía son la materia prima de la que se nutre el sector turístico. Esa pujanza, abundancia, riqueza y brillo puede estar ocultando, precisamente, una realidad peor de la que sugieren los grandes número que enumeraba al principio de la columna de opinión.

Esa bipolaridad que existe en el análisis del negocio se da también al analizar otros aspectos. El Brexit es, hoy por hoy, un claro riesgo para nuestro sector. La fuerte depreciación de la libra puede restar atractivo para los turistas ingleses. Inglaterra es nuestro principal mercado exterior en esta materia. Cierto que se esa situación en un futuro puede compensarse con el previsible incremento del turismo chino. Frente a grandes cadenas turísticas que compiten y están presentes por todos los rincones del mundo, el sector presenta una atomización muy marcada. Son innumerables los pequeños negocios familiares, micro pymes. Se resta así un mayor poder de profesionalización que permita elevar la rentabilidad, algo que podría disminuir la precarización del trabajo. Por supuesto hay que contribuir con la inversión y desarrollo de infraestructuras. El corredor del Mediterráneo es una clara necesidad en este sentido, no puede dilatarse más en el tiempo.

En definitiva y como el título expone nuestro sector turístico es una bendición por todos los aspectos detallados al principio del artículo. Sin embargo puede convertirse, incluso presentar, aspectos que llevan a pensar en una cierta maldición, los enumerados en la segunda parte. Terminemos con un ejemplo para hacernos reflexionar: el 13 por ciento de los puestos de trabajo los genera el sector turístico, siendo el sector uno de los que presenta mayor precariedad laboral.

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