
En España, como consecuencia de las medidas de política social de Girón, existía una muy fuerte rigidez en el mercado laboral. Estaba determinada por las Reglamentaciones de Trabajo que la Administración laboral establecía, junto con, prácticamente, una imposibilidad de despido. Las instrucciones que el Ministerio de Trabajo daba a sus Delegados provinciales eran rotundas en ese sentido. El resultado era, por supuesto, unos niveles bajísimos de desempleo, pero en el marco de un escasísimo desarrollo general, con un PIB por habitante y unos niveles de consumo también muy bajos, dentro de un contexto nacional de crisis de comercio exterior.
La escasez de divisas extranjeras convertía a los permisos de importación en los años 40 y 50 del pasado siglo en España, si se lograban, en auténticos premios de lotería. Todos los que nos ocupábamos de estas cuestiones nos escandalizábamos cuando en un café, en las proximidades del entonces Ministerio de Industria y Comercio, existía un auténtico inicio de mercado de esos permisos de importación conseguidos.
Todo esto explica que, por ejemplo, en la etapa del ministerio de Girón de Velasco de 1946 (al terminar las complicaciones bélicas) a 1952 (momento final del aislamiento internacional, que concluyó con la ayuda norteamericana a partir de los Pactos con Estados Unidos) en esos seis años el empleo creció un 4,8%.
Como el consumo por habitante de España en 1952 suponía el 70,2% del de Francia, la mezcla de rigidez y de freno al desempleo, generaba tal procedimiento la magnitud que encubría la aparente escasez de desocupación: la emigración a Europa, en busca de una remuneración más alta.
Por otro lado los salarios estatificados y muy congelados tenían un complemento flexible: las horas extraordinarias, las pagas por productividad, las primas, y todo ello en un abanico amplísimo. El mundo empresarial, cuando tuvo lugar el choque económico de los años cincuenta (de 1950 a 1953 el PIB total creció de 1950 a 1951, un 1,1%; de 1951 a 1952, un 7,6 y de 1952 a 1953 sólo un 0,6) eliminó buena parte de esas adiciones salariales.
Como todo eso se enlazaba con una coyuntura europea muy favorable, se unió lo señalado a un fenómeno de importante emigración de la mano de obra hacia multitud de destinos continentales, con dos complementos. Por un lado un alivio en la escasez habitual de divisas y, por otro, de un inicial incremento del sindicalismo, con dos núcleos en sus comienzos, el falangista -que en el Círculo Manuel Mateo crearía las Comisiones Obreras- y el católico, a través de las Hermandades Obreras de Acción Católica y otras entidades análogas amparadas por la Iglesia.
Además, en aquellos años, a partir de 1954, pasaron a conocerse con cifras aceptables las principales magnitudes macroeconómicas. Torres no solo había escrito una obra muy crítica del modelo salarial existente, titulada Teoría de la política social (Aguilar, 1954). Debo subrayar que siempre se mostró sólidamente partidario del régimen de Franco, como demostró con su famoso artículo La misión intelectual del economista, publicado en Anales de Economía, septiembre 1956, pero, por eso, anunció cómo el error Girón provocaría una seria crisis, por creer que de esa subida de salarios se podría derivar, sin daño, una más igualitaria distribución de la renta.
El cataclismo se amplió porque con la rigidez, se produjo una repercusión alcista de los precios con reducción en el ritmo de crecimiento de la producción y del empleo. Los precios que habían crecido un 4% en 1955, en 1956 lo hicieron un 5,9; en 1957 un 10,6 y en 1958, en un clima evidentemente inflacionario, un 13,5. El 26 de febrero de 1957 fue cesado Girón. Fue el momento, precisamente, del inicio de la enmienda radical del modelo existente en todos sus aspectos, en parte promovida por este intento laboral. Precisamente fue cuando, por inspiración evidente de Manuel de Torres, según nos ha relatado Laureano López Rodó, se creó la llamada Oficina de Coordinación y Programación Económica, la Ocype y, simultáneamente, se reorienta al Banco de España, designándose a Juan Sardá como director de su Servicio de Estudios. Sardá traía, entonces, el mensaje del Plan Rueff, que era el que había saneado a la economía francesa. Y este fracaso de que el alza de salarios resolvía los problemas de los trabajadores lo expuso Torres en una conferencia, que causó mucha impresión.
En 1956 el porcentaje de las remuneraciones de los asalariados en el cuadro de la distribución personal de la renta que era del 50,4%, comenzó a descender y en 1958 significaba este porcentaje algo menos: el 49,9. Precisamente se comenzó a incrementar a partir de 1959 y el Plan de Estabilización, así como del abandono de la vieja política de resolver esto con incrementos salariales.
Debo añadir que, en aquellos momentos, Torres impulsaba a leer a todos los que, en algún sentido nos reuníamos con él, y a tener en cuenta el famoso artículo de Phillips The relation batween unemployment and the rate of change money wage rates in the United Kingdom, publicado en Economica, noviembre de 1958, porque respaldaba sus puntos de vista con toda claridad. Y conviene añadir en estos momentos de debate en España, sobre ese artículo, creador de la curva de Phillips (después vendrá su denominación en un debate en el que participaron Solow y Samuelson) que recientemente, el Premio Nobel de Economía, Akerlof, señalaría que se trataba de una de las mayores, si no la mayor, aportaciones de la macroeconomía.
Por todo eso llama la atención que en la revista Economistas del Consejo General de Economistas, febrero 2017, Coral Martínez y Mario Risquez, en el artículo Políticas de desarrollo en tiempos de crisis. Agenda 2030 y el ajuste estructural, basándose al parecer en un tal Michel Hussen, en una entrevista "realizada por Julio Vázquez" y publicada en Attac -nombre significativo- el 28 de agosto de 2013, sostienen que "la idea de bajar salarios para crear empleo nunca ha funcionado y es una estafa. Cuando se observa a Grecia, España y Portugal, vemos una reducción muy fuerte del coste salarial, pero la contrapartida no es una mejor competitividad en términos de precios a la exportación, sino un aumento de las tasas de beneficios". Esto es, al parecer, lo que conduce en estos momentos a defender una reforma de la reforma laboral porque lo que se deriva de la política actual es (la cita es textual, de la pág. 32 de esta revista) "unos resultados enormemente precarios... en el ámbito de la pobreza y la desigualdad, de la salud y la educación, o del mercado de trabajo".
La réplica a esto se la dan Miguel Cardoso, Rafael Doménech, Juan Ramón García, Jorge Salvá y Camilo Andrés Ulloa en el artículo Por qué seguir reformando el mercado de trabajo, publicado en una revista que también se titula Economistas, pero ésta del Colegio de Economistas de Madrid, marzo 2017. En ella se propone también efectuar una reforma de la reforma laboral, pero precisamente, para que cree empleo con una mayor flexibilización. Por ejemplo se señala que "dado el elevado nivel de desempleo sería bienvenida una flexibilidad salarial duradera y pactada en el marco de la negociación colectiva. Se aconseja la generalización de una parte de salarios que sea variable y ligada al rendimiento y que los convenios tengan en cuenta las diferencias sectoriales en costes laborales respecto a los competidores.
Finalmente, para ampliar la cobertura de los acuerdos colectivos y fomentar la negociación en las pyme, los convenios deberían ser como norma general, extraestatutarios y de eficacia limitada en las empresas de menos de 50 trabajadores". Como alternativa, el acuerdo de empresa podría completarse con la adhesión parcial al convenio de ámbito superior (cláusulas opting-in). Además sería deseable simplificar el contenido de los convenios.
En este momento nos encontramos con que el titular lógico para sintetizar el panorama que ofrece el conjunto de nuestra realidad económica es la expresión que acaba de aparecer en el Informe Mensual de marzo de 2017 de Caixa Bank Research: La economía española mantiene el pulso firme. Finalizo señalando que la realidad de la ocupación muestra que el empleo equivalente a tiempo concreto ha estado aumentando en el año 2016 a un ritmo del 2,7% interanual. En el año 2014, esta favorable coyuntura se encuentra detrás de la creación de 403.000 puestos de trabajo equivalentes a los de tiempo completo. Y el que en enero de 2017 aumentasen en 67.460 la cifra de afiliados a la Seguridad Social en términos desestacionalizados. De momento todos los indicios muestran que este ritmo puede moderarse, pero que continuará siendo robusto. Y no corrijo este párrafo, porque es muy acertado de lo que textualmente señaló Fátima Báñez en su excelente intervención, desde el punto de vista técnico, de la revista Economistas del Colegio de Economistas de Madrid: "Hasta hoy hemos recuperado la mitad de los empleos destruidos por la crisis: hemos conseguido reducir en 2 millones las personas desempleadas en los registros de Empleo, y algo quiero subrayar...Llevamos el periodo más grande de nuestra historia económica, y si no me corrige el señor Velarde, el mayor periodo continuado de incrementos mensuales de la contratación indefinida en nuestro país. La mejor cifra o el mejor registro anterior se remonta a los años 2005-2007 y fueron 34 meses consecutivos". No lo corrijo, repito.
Por todo lo señalado, ¿en qué estado queda esa petición de liquidación de la reforma laboral? Convendría a los que plantean esto que atiendan aquello que Schumpeter dijo agudamente en la biografía John Maynard Keynes (1883-1946), en The American Economic Review, septiembre 1946: que aquellos que creen acercarse a la doctrina keynesiana, por opinar que ésta afirma que "la desigual distribución de la renta constituye la causa última de la desocupación", están equivocados. Pero aunque estuviese Keynes cerca de esto en la Teoría General, posteriormente, ¿no se ha apartado de este inicio de convicción? Y por supuesto Wright, en su artículo The future of keynesian economics en la The American Economic Review, disiente de respaldar esas posturas keynesianas, pero da la impresión de que por aquí algunos creen en eso y que tienen apoyo importante. Conviene que lean a Wright.