Firmas

Necesitamos la innovación más que nunca

Necesitamos la innovación más que nunca. Es una explicación principal del lento crecimiento económico y baja inflación y también una necesidad primordial para mejorar la expectativa de rentabilidad de las inversiones en acciones y bonos las próximas décadas.

Hay que tener en cuenta que el máximo ritmo de crecimiento de la población mundial fue 2% entre los años 50 y 70 y desde entonces ha disminuido hasta 0,1% actual, lo que no promueve el crecimiento económico, que en EEUU y Europa muestra una tendencia claramente descendente.

Tras la II Guerra Mundial llegó a ser del 5% de media, pero en Europa está por debajo de 1% y es posible que continúe así la próxima década. En EEUU, mayor, es sólo de 2%. Al mismo tiempo la evolución de la inflación muestra un comportamiento similar en EEUU y Europa. Alcanzó máximo a principios de los 80 y desde entonces ha estado disminuyendo constantemente en tendencia deflacionaria. A ello ha podido contribuir la innovación.

Dada esta falta de crecimiento e inflación la expectativas de rentabilidad en acciones y bonos de mercados cotizados son muy bajas en términos históricos. Durante cuatro décadas las acciones han proporcionado una rentabilidad media total de 10%, pero si permanecen estas tendencias puede ser sólo de 5% a 6%. En bonos, tradicionalmente destinados a generar protección, ha sido posible obtener 9% anual en ese tiempo, pero actualmente esperamos rentabilidad total en deuda del Tesoro de Estados Unidos a diez años de sólo 2,2%.

Así que la innovación es necesaria para promover el crecimiento global, en tres ámbitos. La tecnología es uno, en siete fuentes principales. Una es internet, incluyendo aplicaciones móviles e 'Internet de las Cosas'; otra el procesamiento de datos y Big Data; la automatización y robótica; el desarrollo de materiales inteligentes (nanotecnología, materiales compuestos, polímeros y proteínas); avances en transporte mediante vehículos automatizados y movidos por energías renovables; además de nuevos métodos de extracción de petróleo y gas y formas de energía. A ello se añade una de las mayores fuentes de innovación actualmente y las próximas décadas en ciencias de la vida: farmacia, biotecnología, bioinformática, neurobiologías y otras aplicaciones.

Pero también hay que tener en cuenta la innovación sociopolítica, como cuando China decidió hace 30 años unirse al club de la economía de mercado, que creo un gran shock en la economía global. Además puede haber innovación cognitiva, es decir en la forma en que se gestiona las economías mediante políticas monetarias de los bancos centrales y actitudes de los gobiernos con políticas fiscales y presupuestarias.

El caso es que actualmente es apreciable la innovación tecnológica y política, pero hay que cambiar la forma en que gestionamos la economía en países desarrollados si queremos crecer a ritmo mayor. De manera que para mejorar la expectativa de bajas rentabilidades en este entorno macroeconómico una respuesta es la innovación.

Ello se puede hacer mediante capital privado, pero los mercados cotizados proporcionan ventajas de diversificación. Una de las vías que caben es mediante acciones representativas de tecnologías disruptivas. De hecho, hemos creado carteras virtuales en cada una de las siete fuentes de innovación y segmentos, mediante diez acciones de mayor capitalización y el exceso de rentabilidad acumulada en relación con el índice mundial MSCI World hubiera sido en biotecnología desde 2008 de 300 por ciento; al igual que en robótica avanzada y aún más en vehículos eléctricos.

Los resultados hubieran sido igualmente positivos en 'Internet de las cosas', así como petróleo y gas de esquisto y eficiencia energética, aunque no en impresión 3D ni energías renovables. Otra aproximación es invertir en empresas de elevado gasto en I+D. En concreto en una década desde 2007 el exceso renta de rentabilidad de una cartera global de empresas que invirtieron al menos 12% de su facturación en I+D, superó al índice mundial en 203% acumulado.

Por supuesto la rentabilidad puede ser mayor con un horizonte de inversión de largo plazo mediante capital privado en una nueva compañía que puede llegar ser el próximo Amazon o Google, pero las probabilidades de identificarla son pocas y esta inversión es poco líquida. Así que al invertir en innovación la primera regla es diversificar mediante selección de acciones del mismo sector, para evitar una concentración en la que pueda quebrar, así como en las diferentes fuentes de innovación. Una innovación particular puede generar una "burbuja" de precios y subsiguiente crash, antes de volver a recuperarse en estabilización gradual.

Este fenómeno se corresponde con los sentimientos de los inversores, quienes pueden entusiasmarse irracionalmente respecto a la fase de desarrollo, antes del éxito comercial. Por eso conviene invertir en diferentes fuentes de innovación y suavizar la rentabilidad y riesgo en el tiempo. De hecho no sabemos cuál funcionará mejor. Es el caso de impresión 3D, inversión que estuvo en máximos en 2014 y ya ha experimentado un crash. Para el inversor no es fácil de detectar, pero si hubiera invertido simultáneamente en otras fuentes de innovación, como biotecnológicas, hubiera suavizado mucho el efecto.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky