
El banco malo italiano arranca con el pie izquierdo. La estrategia pensada por el Gobierno de Roma para salvar a la banca transalpina no está dando los resultados esperados y está hundiendo el sector en la bolsa. El problema principal es la distancia entre las expectativas y el alcance real de las medidas aprobadas.
El anunciado decreto para agilizar la recuperación de los créditos en mora, por ejemplo, ha salido del Consejo de Ministros sin la medida más auspiciada por los inversores. Las normas que ayudan los bancos a hacer frente a los impagos no tendrán efecto retroactivo: es decir, se aplicarán en el futuro, pero no agilizarán el reembolso de los 350.000 millones de créditos dudosos que lastran la banca transalpina.
"Se trata de una intervención más ligera de lo esperado. Hay dos elementos cruciales. No se prevé la retroactividad de las medidas y el decreto no otorga al banco una posición privilegiada con respeto a los otros créditos", comentan los analistas de Mediobanca, uno de los principales bancos de negocios.
"Está claro que en todas las jurisdicciones más evolucionadas la idea de retroactividad desentona. El decreto, a pesar de no tener efectos retroactivos en la entrega de bienes en prensa, sí lo puede tener en las hipotecas que se están volviendo a negociar. El problema principal, sin embargo, no es la eficacia de esta medida, sino la eficiencia de los tribunales italianos", explica a elEconomista Angelo Bonissoni, experto del sector y managing partner del estudio legal y tributario CBA. "Si el mercado busca un sanalotodo, este decreto no lo es".
De hecho, la agilización de la recuperación de créditos en mora habría debido ser el tercer pilar del banco malo italiano, junto a una garantía pública sobre el tramo junior de la deuda y a la creación de un fondo para las ampliaciones de capitales y la compra de activos tóxicos. Sin embargo, la semana pasada flaqueó también el pilar principal, el fondo Atlante.
Este fondo (cuyo nombre recuerda a Atlas, el joven que, según la mitología griega, fue condenado a cargar sobre sus hombros los pilares de la Tierra) nació a mediados de abril con la contribución de las principales entidades italianas y del banco postal público CDP, con el objetivo de ayudar a las entidades en apuros.
Estreno fallido
La recaudación del fondo, unos 4.000 millones, pareció desde el principio inadecuada para la labor. Ahora, la realidad supera los temores. Ningún inversor -aún menos extranjero- quiso participar al lado de Atlante en la primera operación, es decir, la ampliación de capital de Popolare de Vicenza.
Así, el fondo tuvo que cargar con toda la ampliación, por unos 1.500 millones: el resultado es que, por falta de capital flotante, la entidad no consiguió salir a bolsa y Atlante se ha gastado de una sola vez casi la mitad de su capital.
Por esto los principales bancos transalpinos, que son los contribuyentes del fondo, fueron penalizados por los inversores, que temen un efecto dominó sobre toda la banca italiana. Hace tres semanas la agencia de rating Fitch ya había avisado que para las mayores entidades italianas se presentaban "riesgos considerables", relacionados con la participación en Atlante.
"Según nuestros análisis, la solidez financiera de los grandes bancos se debilitará y los rating podrían verse afectados si hay nuevas peticiones por parte del Gobierno para que estas entidades ofrezcan nuevo soporte extraordinario al sector", había subrayado la agencia.
Los temores aumentan ahora que, tras la ampliación de capital de Popolare de Vicenza, Atlante tendrá menos fondos para comprar activos tóxicos. Su estatuto pone como objetivo mínimo la compra de 1.250 millones de créditos dudosos. Si el fondo comprase los tramos más "peligrosos" de la deuda, ayudando a los bancos a vender los tramos más apetecibles, su intervención podría eliminar unos 10.000 millones de activos problemáticos. Una gota en el mar con respecto a los 350.000 millones de créditos dudosos.
El problema adicional es que el camino forzoso de Atlante es la compra privilegiada de los créditos de las entidades participadas, empezando por Popolare di Vicenza. De esta manera, su intervención podría tener más eficacia, saneando el banco en tiempos breves. Pero solo limpiar los balances de Popolare de Vicenza podría costar otros 5.000 millones, disminuyendo el soporte de Atlante al sector en su conjunto.
"Al fondo le convendrá adquirir de forma privilegiada los créditos de Popolare de Vicenza. Pero, no hay que olvidarlo, se trata de activos muy interesantes, ya que se concentran en una de las regiones más ricas de Italia", añade Bonissoni. "La pregunta es por qué hay tanta desconfianza de los inversores hacia los bancos italianos. El porcentaje de créditos dudosos solo ha crecido un punto en los últimos diez años y tenemos todos los instrumentos para gestionarlos".
Las próximas semanas serán decisivas para ver si los inversores seguirán penalizando la banca italiana o cambiarán de actitud promoviendo la estrategia de Roma para salvar las entidades en apuros: Atlante de hecho tendrá que participar a la ampliación de capital de otra banca en apuros, Veneto Banca, que igual que Popolare Vicenza busca cerrar una ampliación de 1.000 millones de euros para salir a bolsa.